Introspección

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“Siempre tengo la sensación de que cada momento que vivimos es histórico, de ahí la importancia de estar en el presente, ir a recitales, encontrarse con amigos, leer a los escritores que viven, ir al teatro, ver las películas que se estrenan, escuchar los discos, hablar con las personas (…), estar. Vivir lo contemporáneo, sin nostalgia, es lo mejor incluso para cuando alguien nos pregunte si tenemos algo que contar.” Rosario Blefari

“Calma

Todo está en calma

Deja que el beso dure

Deja que el tiempo cure

Deja que el alma

Tenga la misma edad

Que la edad del cielo”

Jorge Drexler

“Siempre fuiste mi espejo, quiero decir que para verme tenía que mirarte”

Julio Cortázar

En esto de la introspección el mundo interior se reconfigura. Una vida no pensada dijo Sócrates es una vida no merece ser vivida. El reto de confrontarnos a nosotros mismo es una tarea de espejos, el tuyo y el de los otros, y con ello de asombros, de aceptación y de asumir las consecuencias de las decisiones, es dar la oportunidad de fortalecer las raíces de nuestra existencia y dar un renovado impulso a las motivaciones interiores y a los deseos que latentes nos invitan a encontrar su realización. “La introspección siempre es una retrospección” escribió Jean-Paul Sartre.

La introspección es el proceso de examinar, revisar, valorar, reflexionar -volverse en uno mismo- y sobre nuestras propias ideas, valores, principios, pensamientos, sentimientos y acciones. Intentar conocernos a conocernos mejor a nosotros mismos es tomar distancia para poder vernos paradójicamente, desde fuera para vernos por dentro y que desde ahí que podamos tomar decisiones conscientes en la vida, aceptando la consecuencias y responsabilidades con los demás y con uno mismo.

Preguntarnos sobre quiénes somos, a dónde vamos, qué es lo que se desea, qué se quiere alcanzar, son preguntas que solo se pueden responder desde estar y ser con otros.  Atender esa condición humana de interdependencia nos obliga a pensar fuera de sí y para sí. La introspección es un viaje al interior, a la memoria, a la vida que hemos ido llevando.

La introspección es también una evaluación, es corte de caja, es libro de balance entre el debe y el haber, que idealmente el registro tendría que estar la hoja del querer. En ese querer profundo que es optar, elegir y comprometerse con el deseo de uno para poder ser y estar con los demás. Conocernos es dar sentido desde lo que somos -lo que soy-, pero siempre desde la mirada de las otras personas, se requiere necesariamente para que un otro me dé sentido a mí mismo desde las palabras, y, por tanto, desde la interpretación y significado de las palabras con las que nos nombramos y narramos lo que hemos sido, lo que somos y lo que queremos ser.

Toda auto descripción es una traición si sólo nos quedamos en la autorreferencia, Nadie se puede definir en sentido estricto por sí mismo, estar con los demás es lenguaje, es cultura, es historia y es memoria. Entre lo real, lo ideal y lo simbólico el hacernos conscientes de nuestra subjetividad nos lleva al diálogo, primero interior, desde la introspección y luego necesariamente al diálogo con las personas en del entorno, sí, esa comunicación con los otros con los que hemos creado vínculos afectivos y podemos dar paso al diálogo interpersonal, esto es, al intercambio para poder explicar lo que creemos ser y para poder explicarnos desde el sentido,  – significado y significante-, de lo que deseamos comunicar desde los otros a  nosotros mismos.

Las palabras que surgen en el proceso de introspección no tienen sentido si no están inscritos en un otro, porque lo que descubro de mí mismo, solo puede ser comprendido, desde la escucha, desde la palabra dicha y en donde ya todo está dicho por alguien.

En la sociedad actual, el tiempo es una restricción más importante. El tiempo es sinónimo de prisa, el tiempo es dinero, el hacer siempre y todo el tiempo es hoy la máxima que rige las dinámicas de la vida cotidiana. El sentir y el pensar son males para las cosas que nos suceden. En la sociedad del rendimiento no es necesario pensar, y sentir, o mejor dicho, se busca hacer sentir desde la ilusión,  que todos y todas estamos bien con los placebos de felicidad, comprando todo el tiempo, consumiendo bebidas energéticas, vitaminas, analgésicos, estimulantes, drogas, y distractores de todo tipo, y que estemos pensando el desafío de la vida es que vamos hacernos ricos lo más rápido posible, que lo que hacemos desde la auto explotación es el único camino hacia bienestar y la felicidad, esto dentro de la lógica de la producción acelerada, del éxito económico y del destino manifiesto.

No nos damos tiempo para la introspección, da temor, da miedo, es algo que lo vemos sin importancia, como medida de evasión. La sociedad de mercado busca instalar la imagen de que las personas pueden ser ellas mismas desde la apariencia, desde lo que no son, el auto engaño se legitima, se puede vivir desde lo que no tiene, de ahí la piratería de productos y la displicencia para mostrarnos sin pudor o vergüenza, los cuerpos son ficción, entre filtros y Photoshop. Tiktok es el nuevo espacio virtual para el furor de la vanidad y de las ignorancias hechas videos. El auto conocerse es para los intereses del capital un problema, ya que lo presentan como pérdida de tiempo, porque eso no deja dinero. Lo cierto es que ya no sabemos quiénes somos como individuos dentro de la cultura en que estamos viviendo y en muchos otros casos ya no queremos saber quiénes somos.

Gabriel Rolón, psicoanalista argentino, explica la necesidad de pensar en la vida para darnos cuenta que es finita. La introspección es una necesidad para entender esta certeza. Él cuenta la metáfora del “cuaderno”, hago un parafraseo en el contexto de estas ideas sobre la introspección.

Dice Rolón, al nacer nos dan un cuaderno en blanco, con el tiempo vamos escribiendo en él lo que nos pasa, pero vamos usando el cuaderno y no nos importa si hacemos rayones, dejamos espacios en blanco, hacemos dibujos, tachamos errores, hasta arrancamos algunas hojas. Con el tiempo, de pronto nos damos cuenta que al cuaderno le quedan pocas hojas libres y entonces, es tenemos la oportunidad de ser más cuidadosos, más selectivos, con lo que escribimos, apretamos la letra, la hacemos pequeñita, no dejamos espacios en blanco, usamos los márgenes, es decir nos damos cuenta que se puede acabar el cuaderno más rápido de lo que pensamos sin escribir lo que realmente deseamos y queremos. Desde esta metáfora podemos dar un valor a la introspección, es decir, poder ir sabiendo qué es lo que hemos escrito y tener un horizonte de posibilidad para intentar escribir en verdad lo deseamos. Revisar como esta nuestro cuaderno, de forma regular, sería una de las estrategias que la introspección nos ofrece, para que la vida sea algo más que solo permanecer y transcurrir.

En estos tiempos es necesaria la introspección.

Alan Moore, escribió: Antes que ayudarnos a expandir nuestros horizontes, nuestra mente, la tecnología cada vez nos hace más fácil no pensar o delegar responsabilidades y obligaciones. Ahora filmamos y fotografiamos cada minuto de nuestras vidas, queremos estar entretenidos. No soportamos ni treinta segundos de introspección. Por eso nos entregamos con devoción a estos aparatos y tratamos de convencernos de que esta forma de vivir es la única que merece la pena.”

Vaya contradicción, queremos estar en las pantallas, que nos vean, que sepan que estamos haciendo. La nueva adicción es a los disparos de dopamina, que se obtiene en cada like, o en cada reacción que se obtiene en las publicaciones que se comparten en las redes sociales. La farsa, la máscara, la simulación se normaliza, es lo común, se va aceptando con desenfado que hay infinidades de perfiles falsos, y hay una moda por robar identidades, y por usar el hackeo para fraudes y robos, la virtualidad es un lugar para la evasión, para la mentira y para el engaño. La introspección podría ser en todo caso el antídoto ante toda esta la falsedad del ser.