Informe sobre cultura

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

El artista llega a la oficina de Cultura. Lo atiende una recepcionista quien pregunta el motivo de su visita. Ésta lo canaliza con la primera asistente del director. Ella le pide esperar unos minutos porque vendrá la segunda asistente quien le revira que “todavía no está constituida la secretaría particular, donde se arreglan dichos asuntos”. Ante esto el artista piensa que “cada arte tiene su gramática y sus materiales”. Después de reiterar sus datos pone sus pies en polvorosa, pero sabe que, como míster Kipling, “es un reportero que conoce la vulgaridad mejor que nadie la ha conocido jamás”.

A unos pasos encuentra a un grupo de colegas quienes entran al museo. Uno de ellos le comenta que ensanchará su visión porque los atenderá un director de Cultura. “Somos tres los convocados: dos pintores y un escultor”. El artista celebra la reunión, pero le dice que no saldrá, aquél dos veces citado, de su esfera porque “los anémicos y mediocres del funcionariado cultural están en exquisito desacuerdo con lo que los rodea”.

El escultor le da la razón, pero insistirá en su esencia y sinceridad en cuanto a su labor porque “ha visto cosas maravillosas a través del agujero de la cerradura y su fondo es una verdadera obra de arte”. El artista celebra este roce a la superficie del alma: “Eso es todo”, apunta. Y al emprender su camino de nuevo piensa que, desde la Cultura “enseñamos a la gente a recordar, nunca a desarrollarse. Nunca nos ha sucedido tratar de desarrollar en la mente una cualidad más sutil de aprehensión y discernimiento”.

Por la acera anterior los viandantes ven cómo se desplaza, el cabecilla de Cultura, por los rumbos de la otrora biblioteca regional que será reinterpretada como un “ensayo para organizar la ignorancia de la comunidad y elevarla a la dignidad de la fuerza física. Pero la sabiduría siempre ha estado oculta para ella”. Es decir, el pergamino o mejor, el papel saldrá para dar paso a la mala interpretación de la biblioteca híbrida porque se trata de entorpecer las obras creadoras del hombre a cambio de las nuevas tecnologías.

Los engranajes vuelven a su sitio y a su vez provocan el nuevo aliento de obstruir “la concentración que hace posible la cultura”. Entonces, el ya multicitado dragón alado de Cultura, “dotado de cierto sentido de la forma se mueve entre tantos libros monstruosamente innumerables como ha producido el mundo, libros en los que balbucea el pensamiento y chilla la ignorancia”. Pero nuestro Leviatán se siente pleno en este mar porque nada muy bien desde el glamur de la moda del arte con su Informe de Cultura.

El artista piensa: “Mientras que las leyes sobre las que descansa el arte son fijas y ciertas, para encontrar su verdadera realización deben ser tocadas por la imaginación a un grado de belleza tal que cada una de ellas parezca excepcional”.