Guárdame el secreto entre Dios, Jaime y yo

Mariana Ene.

ATENCIÓN: IMPORTANTE
La siguiente columna es un relato que al igual que el gato de Schrödinger es un experimento mental, plagado de esa piedra llamada cerebro, a la que no le saco ningún provecho. Se advierte a la audiencia que puede estar lleno de verdad y de mentira. Como el mito y la leyenda. Se les ruega también, encarecidamente, disfruten con un poco de música en cada párrafo.

 

“¿Cuál es el lenguaje del cielo?”
N

Me acaban de visitar dos testigos de Jehová: Jaime y Marcelo. Jaime es un adulto vivaz y lleno de confianza en Dios y en sí mismo.

“¿Soy una cínica y estas son mis memorias?”
N

Marcelo es un señor más mayor que Jaime y más callado. Sólo volteó a donde hablábamos Jaime y yo para 3 cosas.
“Quieres financiarme los problemas porque sientes culpas.”
N

Y es que creo que a Marcelo le he causado un impacto y él a mí, pero se supone que de eso yo no me debo enterar y creo que él no se dio ni color; porque abrí la puerta con un micro short al que mi suegra le añadió unos olanes abajo para que no se me vea el trasero completo, traigo mallas, pero vamos, son para enfatizar lo que según no quiero mostrar.

“Las olas caen llevándose, esta vez,
todo lo que el viento me habló.”
Luis Alberto Spinetta; El lenguaje del cielo

Hoy, cuando Marcelo me miró al abrir la puerta su visión se reflejó enteramente en mis piernas, subió y no pudo llegar a mi rostro antes de agachar la mirada por su temor a Dios, espero.

“Ella también se cansó de este Sol.
Vino a mojarse los pies a la Luna.”
Luis Alberto Spinetta; Ella también

Jaime no se alertó tanto aunque también bajó la mirada pero sólo para verme y luego seguir explicando sobre el amor de Dios mirándome a la cara.

“Cuando se cansa de tanto querer,
ella es tan clara que ya no es ninguna.”
Luis Alberto Spinetta; Ella también

Hay un hecho interesante en esto, pues la primera vez que Jaime me volteó a ver al rostro fue cuando después de su presentación ultra formal yo les dije que sí, que estaba bien que me hablaran de Dios.

“Y a cada paso sientes otro Dejavú.”
Gustavo Cerati; Dejavú

Debo admitir que todo lo referente a la teología es un tema que me apasiona desde los 6 años, cuando en la iglesia de Las Margaritas, en León, Guanajuato, México, mi abuelita me obligó a arrodillarme y pararme múltiples veces, posición que jamás consideré por entonces cómoda.

“Cuando no hay más qué decirnos,
habla el humo, nada el humo
Y rema en espiral.”
Gustavo Cerati; Bocanada

Le pregunté que por qué hacía hacerme hacer eso y ella puso su dedo índice en su boca, aludiendo a que permaneciera yo en silencio, sin objetar.

“Distante placer
de una mirada
frente a otra
Esfumándose.”
Gustavo Cerati; Bocanada

Vamos, hoy la comprendo totalmente… debió ser difícil soportar a una niña como yo en el templo.

“Es hora de hablar
De las cosas rotas que no puedo arreglar
De que este humor no tiene qué ver contigo.”
Enrique Bunbury; Es hora de hablar

Aún así, ahí me planteé que si nadie me podía explicar el por qué de una religión yo buscaría motivos o de no encontrarlos simplemente me abstendría de vacilar en algo tan importante como mis creencias.

“Pondré casa en un país
Lejano para olvidar
Este miedo hacia ti
Este miedo hacia ti.”
Héroes del Silencio; La carta

Luego de eso jamás me volví a arrodillar o ser parte de la parafernalia vivida en una misa católica (menos en mi primera comunión, por usar esos taconcitos blancos yo no tenía problema en decir “amén” y el credo por doquier).

“Siempre he escuchado y ya no te creo
Porque no te entiendo
Por qué estás tan lejos.”
Héroes del Silencio; La carta

Al final, creo que teníamos más en común los 3, que otras tantas personas que hablan tanto de mucho sin decir algo.

Aunque como dice Enrique Bunbury: “Nunca se convence del todo a nadie de nada.”

Espero que en donde estén, se encuentren con su Dios.

Les quiere, N.