Guanajuato, como entidad federativa, inclusive León como municipio, se encuentran con una recuperación económica “muy baja”, de acuerdo a indicadores nacionales del Instituto Mexicano de Competitividad (IMCO); con un desarrollo social “medio” y con una población vulnerable por carencias del 30 %, por encima de la media nacional de 26.8 %, de acuerdo a datos del Coneval.
El estudio del IMCO nos dice que hasta el tercer trimestre de 2020, a pesar de los efectos de la pandemia por el nuevo coronavirus, solo cuatro estados muestran una recuperación económica alta, 10 media, 11 baja y siete “muy baja”, entre los cuales se encuentra Guanajuato.
¿Qué pasa entonces en un estado que presume el crecimiento económico, las inversiones extranjeras y el producto interno bruto? Simple y sencillamente que los gobiernos le apostaron a las inversiones de empresas transnacionales automotrices y dejaron de lado la propia industria del sector cuero-calzado, al sector textil y al sector servicios.
Desde la época de Juan Manuel Oliva como gobernador, a quien consideran “un gran visionario”, se le apostó y dieron todas las facilidades a las a las armadoras de carros. El seguimiento se lo dio Miguel Márquez y obviamente ahora Diego Sinhue Rodríguez Vallejo.
Con esa escuela, nuestro alcalde, Héctor López Santillana también le ha pretendido apostar al sector automotriz, bajo la creación de algunos parques industriales y con la cercanía del Puerto Interior.
Lo que no debe hacer el presidente de León es olvidar a la industria que nos ha dado nombre y renombre a la ciudad como son las tenerías, los talleres y fábricas de calzado.
Que se generaron empleos, sí, pero cuántos y en qué proporción para una población de más de seis millones de personas en la entidad y con qué grado de remuneración salarial que, como sabemos, es apenas regular.
¿De qué nos sirve convertirnos en el Detroit de por acá, si no hemos sido capaces de generar desarrollo social para la población en el estado?
En la primera etapa de la pandemia el gobierno ordenó el cierre de las plantas productivas, tanto el sector automotriz, al sector servicios como la hotelería y el turismo, así como al sector cuero-calzado, el textil y sombrerero, pero al primero que le permitieron reabrir fue al sector automotriz, incluyendo a las plantas que surten de autopartes a las armadoras grandes.
Solo es cuestión de platicar con personas de Moroleón y Uriangato, así como con industriales de San Francisco y Purísima para saber las penurias que han sufrido para subsistir.
A raíz del cierre de las plantas productivas, por el miedo de contagios en esa etapa primaria de la pandemia, muchas pequeñas y medianas empresas quebraron y no han tenido recursos suficientes para reiniciar al igual que las grandes empresas.
Se orilló a que los microempresarios se emplearan en cualquier cosa a fin de sobrevivir. Curiosamente, ahora que la pandemia está en su parte más crítica, solo el sector de bares y antros es que se le mantiene cerrado. No estoy diciendo que cierren los otros sectores.
Creo que las políticas públicas de desarrollo económico y social han sido miopes y es urgente un reencauzamiento de las mismas. A más de la pandemia, recordemos que otro factor ha influido en la falta de crecimiento económico es precisamente la violencia y la inseguridad en las que mantenemos primerísimos lugares nacionales e internacionales.
No es de extrañar que muchos extranjeros, principalmente japoneses que residían ya en Guanajuato, se hayan ido a vivir a estados como Aguascalientes y Querétaro.
Es entendible que se ahuyente la inversión y que no solo los empresarios de otros países como Estados Unidos, Japón, Alemania o Corea, sino los propios empresarios nacionales o guanajuatenses, busquen otras opciones para establecerse.
Las facturas se empiezan a cobrar ahora cuando más requerimos salir de la crisis sanitaria. Es urgente el anuncio de soluciones para cada tema que nos aflige en la entidad y en los municipios.
Se requiere que tanto el Gobernador como el Alcalde nos informen un plan de recuperación, un plan de soluciones concretas, un plan de reencauzamiento de las políticas públicas en todos los órdenes.
No se puede postergar el que por una vez veamos que nuestros gobernantes tomen decisiones inteligentes, como dice el lugar común de tomar al toro por los cuernos y retomar el desarrollo económico y social, en beneficio de los sectores más desprotegidos y vulnerables.