Fragilidades

“Tantas historias derramadas en papel, cuanto desvelo en las noches de insomnio cristalizando sueños.” Marlis Aros
“Lo que hace la literatura es lo mismo que una cerilla en medio de un campo en mitad de la noche. Una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos permite ver cuánta oscuridad hay a su alrededor.” William Faulkner
“Tal vez esta es la forma más alta de amor: un alma que le da serenidad a otra.” Susan Vreeland
“No necesitas ver toda la escalera, solo da el primer paso.” Martin Luther King Jr.
“Creí que era una aventura y en realidad era la vida.” Joseph Conrad
“Cuándo el amor crece en ti, también crece la belleza. Porque el amor es la belleza del alma.” Agustín de Hipona
“El corazón elige a donde ir, el alma elige donde quedarse…” Aldo Gatica
“El precio de cualquier cosa es la cantidad de vida que intercambias por ella.” Henry David Thoreau
“Cuando uno extraña un lugar, lo que realmente extraña es la época que corresponde a ese lugar, no se extrañan los sitios, sino los tiempos…” Marcel Proust
“No te dejes nada sin resolver…porque lo pendiente siempre vuelve…” CW
“Nuestro propósito en la vida es ayudar a otros. Y si no podemos ayudarles, al menos no los lastimemos.” Dalai Lama

“Uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que habla” dijo Sigmund Freud. Todas y todos somos frágiles. Tenemos oscuridad en nuestro interior, sin duda también claridades, aun destellos que por brillantes nos ciegan. Algunos de nosotros no hablamos de ello, pero muchas veces nos ahogamos en un abismo de desesperanza, ante los absurdos de la vida y sus injusticias y desequilibrios.

Nos abrumamos en nuestros pensamientos y solamente hablando, más allá del diálogo intrapersonal es que podemos encontrar de alguna manera, respuestas y nuevas preguntas, pero cualquier caso la fragilidad nos conmueve, nos emociona, nos desquicia, nos serena, nos permite asumir la vida como un ejercicio permanente de decisiones, sin respuesta correcta de antemano.

La fragilidad es también oportunidad de cambio, el aceptar nuestra historia personal nos lleva el poder, con todas las limitaciones humanas, encontrar un sentido en el sin sentido de la vida, usando el titulo de un libro del psicólogo Paul Watzlawick, en el que juega con los absurdos y las contradicciones en las que nos embarcamos, Watzlawick parte de la idea de que la realidad no es algo dado, sino algo construido.

Lo que consideramos “real” o “con sentido” depende de cómo lo interpretamos, y esas interpretaciones están condicionadas por múltiples factores: biológicos, sociales, culturales y psicológicos y en donde dualidad entre el “yo” y el mundo, la normalidad y la locura, y el papel de la imaginación, son un verdadero acertijo a la razón y en donde la comunicación de nuestra subjetividad nos da un parámetro de realidad ante la fragilidad que experimentamos en algún momento del día y de la noche.

Por ejemplo, hoy el tema de como portar el cuerpo, aceptar y entender la singularidad de cada uno es tema central en la industria y negocio de la salud física y la belleza, la negación de uno mismo, ha hecho crecer de forma acelerada las cirugías estéticas, las dietas milagro y sus productos mágicos, la cultura fitness y hasta llegar a toda la gama de trastornos de la alimentación, que si bien tiene otros anclajes, el cuerpo y dismorfia es lo que hace que se manifiesten como conductas de riesgo.

Nadine Sief escribió: “Todos los rasgos humanos son hermosos y todas las alturas y pesos son adecuados. Olvídate de los criterios tontos generalmente aceptados para determinar los rasgos y cuerpos de la belleza. Al final, “una persona está sólo con su corazón.” Y sin embargo, hoy esa inseguridad sobre la aceptación nos pone desde la fragilidad humana, en un asunto de salud emocional y en el juego mercantil de la belleza y sus demandas.

La fragilidad nos desborda, y nos lleva sentirnos solos aun estando rodeados de personas, familia, compañeros y compañeras de trabajo, de escuela, amigos y amigas y aun así, la soledad se experimenta bajo el discurso de la una individualidad mal entendida, que nos va llevando a la desolación, al vacío y la formas grotescas de justificarnos desde el narcisismo, y desde un hedonismo mercantilizado, en el que se hace pensar que se puede estar en una dinámica de placer constante, que se confunde con la felicidad.

En donde la inmediatez de las recompensas del gozo justifica todo lo que se hace y lo que se dice. Un “yo” que no admite al otro, la otredad es una amenaza constante, el compromiso con los demás es evadido y el ser y estar en el mundo es solo una autorreferencia que se video graba, las selfis son la evidencia de una existencia banal y la narrativa de exposición en las redes sociales es la consciencia de si mismo, que no admite más que pulgares arriba y emoticones de corazones. La validación de las emociones es un acto reflejo, sin criticidad, ni reflexión, ni consciencia personal y mucho menos social.

 “El día que un niño se da cuenta de que los adultos son imperfectos, se convierte em adolescentes; el día que los perdona se convierte en adulto; y el día que se perdona a así mismo, de convierte en sabio” escribió Alden Nowlan y de desde estas palabras, la necesaria condición de hacernos cargo de nosotros mismos se convierte en una tarea que no se puede postergar.

Y desde la mirada de Valeria KalabinaSé que tú también has estado ahí, sintiéndote abrumada y perdida. Está bien. Como soy una insomne crónica, a menudo me resulta bastante difícil mantener la calma. Pero a veces es importante ser sincera.”

Aunque también es innegable que:

A veces, y durante unos instantes, el mundo es un lugar perfecto.

Pasar página sin cortarte los dedos.

Mirar atrás y girar sin perder la perspectiva.

La diana más peligrosa es la que se dispara con el recuerdo, la retirada, la batalla, el tiempo. (Sara Búho)

Comenzar algo nuevo puede dar miedo, pero cada paso nos acerca a la mejor versión de cada uno, en la dinámica del cambio permanente es que el vivir, y que tenemos que ir saliendo de la zona de confort y de los mundos que nos hemos dicho, aceptando a su vez, que cuando han pasado muchos años, o incluso no tantos, la gente se cuenta los hechos como le conviene y llega a creerse su propia versión, su distorsión, su propia idealización de su vida, siguiendo que lo que propuso Paul Watzlawick.

Ser fuertes reconociendo la fragilidad es lo único que nos queda como la lección más dura que se aprende en la vida. Entre lágrimas, caídas y silencios, y en la necesaria palabra es que es la posibilidad que tenemos todas las personas para nombrar lo que nos pasa, lo que pensamos, lo que sentimos, y es lo que nos permite superar lo que hemos y vamos viviendo, porque “No soy lo que me ha pasado. Soy lo que decido ser” como lo afirmó Carl Jung.

Porque la vida es como el mar: sin carreteras y sin indicaciones. Sólo hay que mantenerse a flote y no perder el sentido de la orientación. Porque “Con el tiempo, descubrirás que las cosas más ligeras son las únicas que el viento no ha podido llevarse. Un estribillo antiguo, una caricia en el momento oportuno, hojear un libro de poemas, el mismo olor que alguna vez tuvo el viento…” (Mario Quintana) y ahí solo ahí, y solo entonces, podemos comprender que, en lo efímero, en lo sutil, en la delicadeza, en el amor, en lo sublime, es que podemos ser tan frágiles y tan fuertes como las palabras que trascienden y que alivian almas, cuerpos y corazones.