Flor Bosco ensambladora de palabras

Este es un libro que palpa el cuerpo. También lo hiere. Arde y duele porque la carne sigue. En ello está lo verosímil o lo necesario (Aristóteles, dixit). Y agrega: “La razón proviene de que lo posible es convincente. Las cosas que no sucedieron no las consideramos aún posibles, en cambio es evidente que las cosas que sucedieron son posibles; pues habrían sucedido si fueran imposibles”. (Poética, fragmento).

En el inagotable territorio de Flor Bosco ensambladora de objetos y palabras, quien, desde la tierra desconocida, ve claro; deslumbra la sustancia natural de la poesía. El hombre, helo aquí, es carne que se gasta. Sus hábitos son un atajo al misterio de las raíces que, las más de las veces, convertidos en usos y costumbres, son hilachos de la vida.

Sin saber, el hombre desvela a nuestra poeta ya que descubre a plenitud su conciencia: hace nuevo su devenir, por ende, desvela el nuevo mundo. Su pensadera no reduce sino incorpora el nuevo horizonte con diversidad de artefactos literarios que se dan persistentes. Allí da nombres y también prisiones. Hace literatura porque renueva el todo: intuye o visiona. Es decir, sabe mantener la visión para lograr la integralidad (de los momentos) para luego expresar esta visión en palabras (Herbert Read, dixit).

Los artefactos literarios propuestos reverberan de manera mental como en la música: sonido y forma, en efecto, pero, además, color, luz y energía (como bien hace Cristina Ponce Torres con la ejecución del violonchelo).

Ahora bien, la reverberación del poeta que es invención ―hallazgo de la idea― vuelca hacia la fantasía o sea la variación para recalar (sigamos a Read a través de Dryden) en la elocución o sea el arte de vestir y adornar esa idea, de manera firme y variada, en palabras adecuadas, significativas y sonoras. La agilidad de la imaginación se pone de manifiesto en la invención, la fertilidad en la fantasía y la precisión en la expresión.

¿A qué obedece entonces la “transgresión” de la poética de Flor Bosco? Sin duda, a los testimonios y recuerdos donde las formas, acciones y lenguajes hacen que los muertos asciendan y devoren a los vivos.

No por nada este libro La carne sigue (Ediciones La Rana, 2023) de Flor Bosco encierra un: “Alfil quebrado sobre ortigas, / gris del humo prometeico, / trampa entre migajas, / un cero uno ochocientos / que nunca responde”. (Del poema ¿Y qué gano yo? [fragmento).

*Texto introductorio al recital Cuerdas vocales con Flor Bosco y Cristina Ponce Torres convocado por el Seminario de Cultura Mexicana corresponsalía León en la Biblioteca del Congreso del Estado el pasado 6 de septiembre.