Por el consumo de fentanilo, cada 15 días muere en Estados Unidos la misma cantidad de personas que en los atentados terroristas del 11-S (11 de septiembre de 2001), es decir 2 mil 996 norteamericanos (en promedio).
La reciente reunión de los líderes de los tres países de América del Norte fue la oportunidad para concretar acuerdos en distintos temas de relevancia como migración, salud, seguridad, economía y cambio climático; además de hacer hincapié en diversidad, equidad e inclusión.
De esos temas se ha hablado mucho y se ha discutido si se cumplirán todos los clausulados para que el documento firmado no quede en buenas intenciones, y para ello se acordaron reuniones posteriores con los funcionarios ejecutores directos.
En julio del año pasado, durante la reunión que se tuvo en Estados Unidos entre Joe Biden, Justin Trudeau y López Obrador, el mandatario norteamericano sacó el tema del fentanilo y este fue retomado durante la posterior visita que nos hizo el Secretario de Estado, Anthony Blinken, en el mes de septiembre.
Entre otros factores, recordemos que luego de los atentados del 11-S, Estados Unidos endureció los controles de la inmigración legal o ilegal, por motivos de seguridad nacional.
Esas medidas propiciaron también mayor bloqueo y control en el tráfico de las drogas, razón por la cual los grupos del crimen organizado aumentaron la distribución de estupefacientes en nuestro país, gradualmente hasta lo que ahora representa y se ve reflejado en incremento de la violencia y muertes en México.
Por supuesto que el paso de narcóticos hacia Estados Unidos no se detuvo y los cárteles solo incrementaron sus mercados y ganancias, sin contar las que tienen por otros delitos de alto impacto como el secuestro, el huachicol y las extorsiones.
Las decididas acciones que se acordaron en torno al control del tráfico de ese ahora famoso opioide, podrían provocar que los criminales vuelvan sus ojos hacia México para expandir su distribución aquí mismo, como ya lo vienen haciendo.
En la Cumbre Trilateral, el Presidente de México comentó que sí es un grave problema el del fentanilo, por las consecuencias en la salud de la población y por ello es que una de las dos campañas de difusión del Gobierno Federal, a nivel nacional, es precisamente en contra de esta droga.
Solo recordemos que esta compaña fue uno de los acuerdos que se tomaron en la visita de Blinken, y que él pidió de manera muy puntual cuando también se reunió con el Canciller mexicano, Marcelo Ebrard.
Las más de 100 mil muertes que están ocurriendo cada año en la Unión Americana por causa de la multicitada droga, que es 100 veces más potente que la heroína e igual de veces más mortal, han sido razón suficiente para que Joe Biden insista en el tema.
Aparte de representar una crisis de salud que se ha extendido a 22 estados, valga la redundancia, de Estados Unidos, es ahora un tema político, porque en la medida que lo resuelva Biden o no, es ya un arma de sus opositores, a más del tema económico.
Los cárteles de Sinaloa y Jalisco Nueva Generación son los principales importadores de precursores (o insumos) para fabricar el fentanilo y por ello, para Estados Unidos, estos grupos delictivos son sus enemigos públicos primordiales, como lo deben ser para México.
La captura de Ovidio Guzmán, hijo del “Chapo”, quien tiene cadena perpetua en Estados Unidos, es una pizca de lo que pide Estados Unidos, porque faltarían otros cuatro de los hijos del “Chapo”, y los líderes del CJNG.
Pero el trabajo en el tema no es solo para una de las tres naciones de América del Norte, sino para todos en conjunto, como dirían los Tres Mosqueteros, en este y en los otros acuerdos alcanzados.