La recuperación económica en el país, en el estado y en nuestra ciudad, serían una excelente terapia psicológica social para contrarrestar los padecimientos mentales que ha traído la pandemia. Sin embargo, no se vislumbra una sostenida reactivación si no hay determinación de nuestros gobiernos.
Conozco personas que han sufrido depresión, insomnio, ansiedad y conflictos familiares por la pérdida de su empleo o el cierre de sus negocios y empresas.
No es nada fácil escuchar a amigos, incluso llorar, cuando te cuentan los problemas y conflictos que han tenido principalmente por el aspecto económico, a más de la complicación por el contagio o muerte de un familiar.
Tú das palabras de consuelo o el apoyo posible, pero la realidad nos rebasa. Eso sí, la mayor parte de esas personas luchan por salir adelante, y en eso les damos ánimo y compartimos el afán.
Hay países que han desarrollado políticas públicas de atención psicológica social e individual reales, porque saben la importancia que tiene la salud mental a raíz de la pandemia por el Covid-19.
Los casos extremos de consecuencias de esas afecciones los hemos visto en noticias de incremento de suicidios, e intentos de suicidios.
Analistas, según publicación de Forbes, indican que, en 2020, en México, se incrementó el índice de suicidios en un 20 por ciento. Pasó de 3 a 5.2 por cada 100 mil habitantes, más por el factor económico que por el estrés del confinamiento.
Estos son números fríos pero cada caso es una tragedia que tiene efectos, familiares y sociales, brutales.
La Organización Mundial de la Salud recomienda el establecimiento de programas concretos de atención psicológica a los gobiernos de países que atraviesan por crisis de conflictos bélicos, de desastres naturales y de crisis sociales de distintas índoles.
No sé si la recomendación es también para naciones que sufren de elevados niveles de inseguridad y violencia, pero debería, ser. Como nuestro caso.
Lo cierto es que, para atenuar consecuencias de la pandemia actual, la OMS sí ha indicado acciones concretas de terapias sociales psicológicas (incluyendo campañas mediáticas) y brindar atenciones en lo individual, como parte de los derechos universales a la salud.
A nivel federal hay una línea de atención psicológica, para crisis por la pandemia, contra el suicidio y los problemas de adicciones.
En Guanajuato, en el chat de atención psicológica de la Secretaría de Salud, no contestaban, al inicio de la crisis sanitaria.
En el orden municipal, tal vez se tienen servicios de psicología, pero no veo que los difundan. Por su parte, las universidades públicas y privadas deben de trabajar en ese sentido, como lo han hecho la UNAM y la Universidad de Guanajuato, pero se debe promocionar estos servicios.
A la par de un verdadero plan público de atención conductual, los tres órdenes de gobierno deben de trabajar en la atención adecuada de la pandemia, en la recuperación económica, en la reactivación de sectores que están afectados, como el de la construcción, como el de otras industrias, sin olvidar a las pequeñas y medianas empresas y la economía informal.
La mejora en la economía, aunque sea paulatinamente, dará respiro y tranquilidad psicológica y a la vez espiritual.