Una de las reformas importantes en el reciente periodo extraordinario del Congreso de la Unión se refiere a la Guardia Nacional.
Es muy relevante retomar sus principales cambios y sus consecuencias para comprender la nueva etapa política que vive el país.
La Guardia Nacional nace en el 2019 para reemplazar la Policía Federal con el propósito de convertirse en el principal cuerpo de seguridad pública en todo el territorio del país. Se conformó por miembros de la policía federal y elementos de la Sedena y la Semar.
Desde su nacimiento se discutió intensamente si la Guardia Nacional debía tener un carácter civil o militar. Los partidos de oposición, expertos en seguridad y activistas insistieron en que debía ser civil por los aspectos negativos de militarizar la seguridad pública. En cambio, el presidente López Obrador y los partidos integrantes de la 4T sostuvieron que de esta forma se fortalecía este cuerpo de seguridad y se alejaba de la posibilidad de corromperse.
Así que nació siendo civil, pero ahí no se ha detenido. Ha venido una evolución y las reformas de junio son parte de esos cambios.
LOS CAMBIOS
Las principales modificaciones realizadas a la Guardia Nacional son las siguientes:
– La Sedena asume el control total de la Guardia Nacional de sus funciones operativas y administrativas.
– El comandante de la Guardia Nacional será propuesto por el secretario de la Sedena y designado por el presidente de la República.
– Integrantes en activo podrán ser transferidos a otros cuerpos militares cuando así lo requieran sus necesidades.
– Se faculta a la Guardia Nacional para realizar operaciones encubiertas para prevenir delitos.
– Podrá intervenir comunicaciones con autorización de judicial.
– Integrantes de la Guardia Nacional podrán competir para cargos públicos.
En total se modificaron ocho textos legales y se creó una nueva ley sobre la Guardia Nacional.
IMPLICACIONES
La más importante y cuestionada es la militarización de la seguridad pública, es decir, los militares están directamente en temas de seguridad y ya cuentan con un ordenamiento legal que lo fundamenta.
Por mucho tiempo se ha cuestionado la intervención de los militares en temas de seguridad por la naturaleza de su formación, por las experiencias pasadas y por la exposición que tienen al crimen organizado de ser corrompidos. Sin embargo, se ha vuelto una realidad la aspiración del presidente López Obrador que la Guardia Nacional estuviera a cargo de los militares.
Este cuerpo de seguridad también tendrá tareas de investigación y de prevención del delito, lo que les permitirá ampliar su campo de acción. Eso les permite a los militares tener facultades especiales que pueden emplearse de muchas maneras.
Ciertamente la Sedena, la Semar y ahora la Guardia Nacional son instituciones donde la disciplina y la lealtad son valores que se inculcan como parte de su formación, pero también ya tenemos hechos en donde integrantes de estos cuerpos han cometido delitos. Eso significa que se han comenzado a corromper por el crimen organizado y eso trae consecuencias muy graves para el país.
Otra implicación importante, es que al estar incorporada a las fuerzas militares la transparencia y la justicia tiene un tratamiento diferente, lejos de las instituciones civiles.
Así que, la Guardia Nacional está donde quiere la 4T, pero todavía queda mucho por ver. Por lo pronto, será ver si alcanzan el objetivo de garantizar la seguridad de los mexicanos y en seguida, bajo qué costo.