Esto de tener corazón

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“Solía pensar que era la persona más extraña del mundo, pero luego pensé que hay tantas personas en el mundo, debe haber alguien como yo que se siente extraño y defectuoso de la misma manera que yo. Me la imagino, e imagino que debe estar ahí fuera pensando en mí también. Bueno, espero que si estás ahí fuera y lees esto y sepas que, sí, es verdad que estoy aquí, y soy igual de extraño como tú”. Frida Kahlo

“Pertenezco a momentos rápidos e inútiles de sentimientos intensos. Sí, pertenezco a los momentos. No a las personas”. Virginia Woolf

“Es absolutamente erróneo suponer que los demás están en condiciones de comprender nuestros sentimientos más profundos”. Yukio Mishima

“Ya no considero inalcanzable la felicidad como me sucedía hace tiempo. Ahora sé que puede ocurrir en cualquier momento, pero nunca hay que buscarla”. Jorge Luis Borges

El corazón es el órgano predilecto para hablar de lo que se siente, de lo que duele y de lo que se ama.

El corazón no sólo es una válvula que tiene la tarea de bombear la sangre que corre por las venas y las aterías. Su ritmo marca las condiciones del esfuerzo y del desanimo. Su vínculo con el cerebro es inherente a una fisiología que la que se siente y se relaciona con lo que se piensa, para pensar lo que se siente. La complejidad metabólica de los procesos que intervienen al pensar junto con la función cardiaca es igual de compleja que los recuerdos cuando llegan a la mente, y son esos mismos que pasan por el corazón al evocar las experiencias vividas.

El corazón se llena y se vacía, ventrículos que con la sístole y la diástole se conjuga una melodía por demás sonora que retumba en todos los demás sentidos y funciones. La imagen de un bebé durmiendo sobre el pecho de una mujer o un hombre es un poema que resalta la fuerza de la vida expresada en latidos que arrullan, que dan tranquilidad y seguridad. Lo mismo pasa cuando pone la cabeza en el pecho de la persona amada, ese vibrar y ese golpe suave que resuena en la caja torácica recrea una melodía que se añora desde que se escuchó por primera vez, desde adentro del saco amniótico. La vida nos conecta con el otro antes que la palabra, luego la palabra nos constituye desde el otro y formamos nuestra idea y representación del corazón por el lenguaje y lo que nos implica y condiciona desde la cultura.

Julio Cortázar escribió: “El truco es volverse fuerte de corazón sin perder la ternura del alma”. Es músculo el corazón, es esfuerzo y es a la vez un lugar para guardar recuerdos, entre la memoria propia de la actividad cerebral y el corazón como sitio de” respaldo” de todo eso que guardamos en él.

La relación corazón-mente se sigue explorando desde las neurociencias y todo apunta a querer entender esta interacción y sus consecuencias. La dinámica metabólica, todo el mundo hormonal y de los neurotransmisores hace las suyas. La complejidad nos hace humanos y perfectamente desordenados, dentro del caos y el orden propio de la fisiología y de la arquitectura biológica que nos define.

El desamor duele en el corazón y en la cabeza. Desde la filosofía Xavier Zubiri hablaba de pensar y sentir al mismo tiempo, mente y corazón como principio para vivir desde la consciencia, tarea nada fácil en una sociedad occidental que se vive sosteniendo separaciones dicotómicas entre el todo y la nada; y con ello la polarización para cualquier dilema, con la obturación de las ideas y del pensamiento, con la cancelación de las emociones y de los sentimientos.

En el corazón está el territorio del amor y del odio, del placer y del dolor. Pensar lo que se siente y traducirlo en “algo” nos conduce al arte, a las posibilidades infinitas del lenguaje y querer lograr que lo que se desata afectivamente al vivir, pueda encontrar maneras, formas, caminos y oportunidades de expresar lo que se siente y se piensa y viceversa.

Tener corazón es visto como algo inaudito en estos tiempos. Corazón es empatía, es compasión, es solidaridad, es refugio, es escucha, es comprensión. Tener corazón humano es el principio del deseo, es el principio del placer, es la posibilidad de ser con el otro. José Saramago escribió: “La vida, parece una línea recta, pero no lo es. Construimos nuestras vidas en tan sólo un cinco por ciento, el resto se a través de los demás, porque vivimos con los demás y, a veces uno contra otro. Pero este pequeño porcentaje, este cinco por ciento, es el resultado de la sinceridad con uno mismo.”

El corazón es la analogía sublime del amor. El corazón se entrega, se da, se ofrece. El corazón canta, llora, sufre, duele, se desgarra, y hace fiesta de vez en vez. El corazón juega a ser fuego y se inmola en el deseo de amar a otro corazón que lo invita a latir muchas veces hasta el delirio, otras veces en sintonía. El corazón busca ser llenado y quiere vaciarse en otro corazón, dinámica y dialéctica propia de lo humano. La cinta de Moebius hace la metáfora entre continuidad, infinito y eternidad en el que el corazón y el cerebro conjugan la inteligencia y los sentimientos, esto. todo el tiempo, a pesar de nosotros.

El corazón es posibilidad de amar con la razón. El cerebro es la posibilidad de amar con el corazón. No es un juego de palabras, es la forma en que integramos la vida como contradicción y como falta, pero también como proyecto de vida. Es la conciencia de lo real, con el imaginario y lo simbólico que se expresa en el sentir de la vida que late en nuestro interior y con ello la interpretación que se hace de la vida misma.

María San Felipe, poeta y cantante yucateca usa en sus vestidos y arreglos corazones, verdaderas obras de arte que porta, y con las que canta y declama su poesía:

Creé tanto arte para tus paredes,

pero ya no tenías espacio.

Llevaré mis cuadros,

mis acuarelas y mis poemas

a algún lugar donde tenga cabida mi corazón.

 

Mi amiga y escritora Sandra de Uriarte hace unos días escribió:

“Tener un corazón con la fuerza y entereza para amar y no poder usarlo, es un lastre que está acabando conmigo poco a poco… quiero a mi aliado… y hasta mi último respiro sostendré que es el amor lo que precisamente nos va a salvar de nosotros mismos.”

Charles Dickens escribió:

 

Ten un corazón

que nunca endurezca.

Un temperamento

que nunca canse.

 

Y un tacto

que nunca hiera…

 

Esto de tener corazón es la sin duda alguna la condición necesaria para vivir.

Esto de tener corazón es estar con uno y con los demás

Esto de tener corazón es pensar la vida que nos merecemos tener.

Esto de tener corazón es compromiso con uno mismo.

Esto de tener corazón es vivir con todas sus implicaciones y consecuencias.