Esto de no ser igual al resto

Arturo Mora, columnista Platino

“Pregúntate qué sientes, y qué te niegas a sentir”.

Isabel Allende

“He dejado de acordarme de lo que ayer ocurrió y de preguntarme qué ocurrirá mañana. Lo que ocurre hoy, en el minuto presente, es lo que me interesa”. 

     Nikos Kazantzakis

“En el fondo no estamos tratando de cambiar las cosas; estamos queriendo florecer”.

      Clarice Lispector

“Si quieres ir rápido ve sólo, si quieres ir lejos ve acompañado”.

Proverbio africano

“Escuchar a alguien es ponerse en su lugar mientras habla. Es una atención intensa, pura, desinteresada, gratuita, generosa. La escucha es la auténtica belleza aquí abajo”.

 Simone Weil

La voz de la conciencia es tan delicada que es fácil sofocarla; pero también es tan clara que es imposible confundirla.                                                                   

Anne-Louise Germaine Necker

Estamos, querámoslo o no, buscando siempre nuestra identidad individual y nuestra pertenencia social. Buscamos una especie de autenticidad y claro que son únicos, irrepetibles, pero a la vez queremos ser y parecernos a otros, nuestra autopercepción se construye desde la imagen idealizada que se va haciendo de cada uno, de cada una, a partir de los “modelos” socialmente aceptables, comercialmente vigentes, junto a una serie de patrones que se van siguiendo al querer ser parecidos a alguien. La el negocio de la moda se basa en esa necesidad de la identificación en los diversos grupos sociales en los que se van articulando prácticas de consumo y conductas que se comparten para con ello obtener aceptación, ser visibles, reconocidos, al sentir que se es semejante a ese “ideal”, que se proyecta en las pantallas y que por diversas causas asumimos como propios y nos envuelve el mercado de las apariencias y en la hoguera de las vanidades.

La paradoja de ser uno, y a la vez ser parte de un todo social. La contradicción misma entre autenticidad y singularidad, se envuelta en la imitación, en la copia, en la piratería social, en la necesidad de ser lo que no podemos ser.

La consciencia de sí mismos, también cae en esta dinámica estructural, y de alguna manera en la forma en que las prácticas sociales y culturales están ancladas en los individuos desde el consumo y desde la imitación. Aún así, el mercado vende la idea de la diferencia y ofrece un menú de “estándares, estereotipos, de modelos, de culturas, de identidades específicas, de modelos de conducta, de ideologías y de religiones que se traducen en subculturas que se legitiman así mismas, como una autorreferencia de esa manera de “ser” en sociedad.

Las identidades hoy también son múltiples, la modernidad liquida y gaseosa, permite múltiples combinaciones, identidades que se sobre ponen, subculturas que se yuxtaponen y que se amalgaman formando verdaderos nudos gordianos, que esconden sus propias contradicciones e incoherencias. Esto es parte de la capacidad de los seres humanos para crear y creer el poder asumir desde la parcialidad, desde la necesidad humana de no estar y sentirse solo, el integrar diversas esferas del pensamiento, ideologías, teorías, mitos, supersticiones, creencias religiosas, practicas sociales y culturales, sin mayor discriminación o pensamiento crítico. Sin culpa, y también sin consciencia, que es lo que le sirve al mercado, para que la autenticidad de querer ser uno mismo, se confunda con la libertad de hacer la combinación le plazca, siempre y cuando sea con el menú de consumo previamente diseñado y autorizado por la sociedad capitalista de mercado.

Ser uno mismo no es nada fácil. La sociedad somete y amansa la voluntad, la libertad, la consciencia y la manera de ser en sociedad. La vida personal, cuando se puede alcanzar como ejercicio de libertad y consciencia de si y con los demás, pasa por la necesidad de ser reconocidos, y con ello la necesidad de la identidad en el tiempo, pasando las etapas del desarrollo biológico y  de la trayectoria social, sobre todo las de la educación y el trabajo, y es ahí, que el ser uno mismo, ser una misma, pasa por aceptar la necesidad de poder vernos y sentirnos a través de la mirada de los otros, de las otras, de los demás, así, “Re-Conocer… El sujeto no se conoce una sola vez…Siempre necesitaremos de la mirada, la escucha, el sostén y las palabras del Otro. Reconocimiento en cada tramo, en cada momento… Es esta la base segura de la anhelada autonomía, que paradójicamente nunca será sin otros” escribió Viviana Balsamo. “Reconocer” se lee en ambos sentidos, palabra que nos recuerda que solo somos con los demás necesariamente, si queremos ser auténticos, a la hora de pensar en “no ser igual al resto” de los mortales.

Joan Manuel Serrat, compuso una hermosa canción, Sinceramente tuyo, que nos pone en el camino de aceptar quienes somos y de ofrecernos en el conocimiento de si mismos, a otra persona:

“No escojas solo una parte

Tómame como me doy

Entero y tal como soy

No vayas a equivocarte

 

Soy sinceramente tuyo

Pero no quiero mi amor

Ir por tu vida de visita

Vestido para la ocasión

Preferiría con el tiempo

Reconocerme sin rubor

 

Cuéntale a tu corazón

Que existe siempre una razón

Escondida en cada gesto

Del derecho y del revés

Uno siempre es lo que es

Y anda siempre con lo puesto

Nunca es triste la verdad

Lo que no tiene es remedio

 

Y no es prudente ir camuflado

Eternamente por ahí

Ni por estar junto a ti

Ni para ir a ningún lado

No me pidas que no piense

En voz alta por mi bien

Ni que me suba a un taburete

Si quieres probare a crecer

Es insufrible ver que lloras

Y yo no tengo nada qué hacer

 

Cuéntale a tu corazón

Que existe siempre una razón

Escondida en cada gesto

Del derecho y del revés

Uno solo es lo que es

Y anda siempre con lo puesto

Nunca es triste la verdad

Lo que no tiene es remedio.”

Sylvia Plath, poeta estadunidense, de sensibilidad inconmensurable nos dejó estas palabras:

“Es hora de que me ocupe de mí misma.

He ido tambaleándome por ahí,

lúgubre, siniestra, sombría.

 

Ahora toca construirme a mí misma,

darme una columna vertebral,

por más que fracase.”

Glory Miranda, plasmó esta búsqueda personal la de “no ser igual al resto”, en la ofrece una manera de asumir la tarea de conocerse a sí misma y de encontrar en la vida misma, desde el hacer, la autenticidad de ser uno, pese a las circunstancias, haciendo un compromiso con un “Nunca más” para poder ser y asumir la totalidad de la consciencia de la voluntad y de la libertad.

“A veces sólo es cuestión de domesticar nuestras tormentas.

Con miles de nudos en la garganta, me hice una promesa, la promesa del nunca más. 

Nunca más sabotearé mis sueños, ni dejaré que los destruyan.

Nunca más me haré pequeña solo para agrandar los egos disfrazados.

Nunca más me mentiré a mí misma con esas frases de que algo cambiará si no me muevo.

Nunca más sostendré canastas en mis manos que solo estén llenas de migajas.

Nunca más huiré de mí, para vivir la vida que otros quieran que yo viva.

Nunca más destruiré mi corazón con la indiferencia.

Nunca más viviré de apariencias.

Nunca más dejaré de sonreír por miedo a ser egoísta. 

¡Nunca más! Lo repito como mantra hasta que inunde mis huesos, mi alma y mi ser.

NUNCA MÁS”

Vaya tarea, esa, ¡¡¡la de no ser igual al resto!!!