Estas son las claves para las industrias creativas

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Las industrias creativas deben tener un toque de originalidad basadas en un lenguaje local para que sean arraigadas de manera rápida

León, Gto.- Las industrias creativas basan su competitividad en la oferta de productos y servicios con un alto contenido estético y simbólico por encima del uso utilitario, explicó el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Alejandro Mercado Celis.

Estas industrias abarcan diferentes áreas del arte, el cine y la literatura, así como sectores vinculados a las tecnologías digitales, de información y comunicación, aunado a plataformas de redes sociales, señaló el académico de la Unidad Cuajimalpa, en un comunicado de la Casa Abierta al Tiempo.

Expuso que la generación de contenidos estéticos y simbólicos provenientes de esta industria es el resultado de un proceso que considera la capacidad creativa de los individuos y un elemento social que se encuentra en las grandes urbes.

De acuerdo con los postulados del teórico Allan Scott, sobre los cuales basó su trabajo el académico mexicano, las ciudades con economías culturales en crecimiento son lugares donde trabajo, ocio y vida social se entrelazan en relaciones simbólicas.

Ello hace que la creatividad en sus formas específicas de expresión esté imbuida en relaciones socio-espaciales complejas, logrando constituir un campo creativo local.

Para el desarrollo de la industria, añadió Mercado Celis, los elementos sociales encontrados en las grandes ciudades consideran la acumulación colectiva de conocimientos, tradiciones, memorias e imágenes que sirven de inspiración a artistas, diseñadores, artesanos y otros creativos.

Lo anterior, destacó, se suma a un sistema de tradiciones, normas y sitios de memoria con los cuales ciertos impulsos son preservados y transmitidos, ello, aunado al factor educativo, que se alimenta de contenidos documentales, impresos y digitales, así como por espacios de disrupción como museos y galerías, cuya función no sólo es la de preservación sino también de confrontación o introducción a nuevos esquemas.

De esta manera, dijo, cafés, bares y restaurantes ofrecen a las empresas y a los trabajadores denominados “freelance” espacios de reunión y de trabajo individual o colectivo, con clientes o posibles inversionistas, donde se intercambia información de forma planeada o accidental.

El experto en planeación urbana aseguró que las transacciones que se realizan en la industria creativa suelen trabajarse bajo un esquema dominante de ejecución de proyectos y se apoyan de las redes sociales, donde además se crean comunidades que aportan contactos interpersonales, por medio de los cuales los empleados creativos mantienen actualizada la información relacionada al trabajo.

Así, la conexión entre las esferas económica y social se constituye de manera separada dando un valor central al ámbito de las transacciones directamente económicas y periféricas a las que se dan en el entorno socio-cultural urbano, añadió el docente del Departamento de Ciencias Sociales.

A su vez, abundó que las subculturas pueden ser un elemento importante en la manera en la que las industrias creativas se vinculan y retroalimentan en una ciudad, en grupos que suelen rebelarse a la estandarización del consumo proveniente de la producción en masa cultural, es decir, al tener la característica de crear estéticas y prácticas de consumo cultural alternativos a las corrientes dominantes.

Ello, las convierte en fuentes de innovación para la industria creativa, por lo que “en las grandes metrópolis las subculturas urbanas son un recurso económico central para las industrias creativas y, por lo tanto, parte integral del campo creativo”.

Puntualizó que estas subculturas suelen innovar al objetivar sus símbolos y crear productos que simbolizan su identidad, por lo que al introducir sus prácticas de consumo cultural crean nuevos productos y mercados, y se constituyen como productores.

El académico añadió que la cultura hípster proviene de una actitud anti corporativa que busca a los pequeños productores y los nichos de consumo cultural.

El experto concluyó que los participantes de una subcultura constituyen un mercado para los productos y se vuelven consumidores que promueven bienes frente a otros, ello, principal se observa en redes sociales, cuyas publicaciones están llenas de recomendaciones, valoraciones e introducción de nuevos eventos y productos provenientes de la industria creativa.