Se dice que en tierra de ciegos el tuerto es rey, la vedad es que ver el mundo a medias es un problema grande que ocasiona malestar social, estanca el desarrollo y dificulta la convivencia.
Las redes sociales están programadas para hacernos ver las noticias que tienen coincidencia con nuestros puntos de vista, y entre más revisas una tendencia, pareciera que es más sólida, más fuerte, incluso que es la única válida y así nuestra opinión por confirmación se va fortaleciendo, pasando por aumentar la rivalidad hasta llegar a pensar que las personas que piensan diferente a nosotros son un grupo mínimo, perdido en sus opiniones sin incidencia real.
Dejamos de ver lo que está allá y solo vemos lo que tenemos aquí, y quienes tienen tendencia de derecha solo ven para ese lado olvidando las necesidades sociales y el principio básico de que, para que progrese una comunidad debemos progresar todos, y quienes tienen tendencia a la izquierda solo ven con ese ojo sin advertir que es necesaria la iniciativa privada y que las empresas son las verdaderas fuentes de recursos y son indispensables para poder velar por el desarrollo.
Estamos tuertos y nos hemos dedicado a atacarnos, los grupos se confrontan, se insultan y aprovechan cualquier oportunidad para reclamarse; vamos en una barca donde hemos olvidado que la misión era remar para avanzar y llegar, ahora lo que hacemos es estar atentos al momento en que se equivoca el otro para lucrar con su error y culparlo de todo, no remamos juntos, peleamos entre nosotros, perdiendo el objetivo, no importan ya ni la salud, ni la educación, ni la inseguridad; no importa que los ciudadanos estén bien, lo relevante es demostrar que el postulado que planteamos es el correcto y que la otra visión está totalmente equivocada.
No habló de mi Ciudad, no hablo de mi Estado, ni de mi País, hablo de todos ellos y del mundo entero, tristemente este mal de ser tuertos pendencieros nos tiene afectados como humanidad, y a donde pongo el ojo es lo que veo, grupos que no ven, que no quieren ver; cúpulas de poder que se esmeran en distraer a las personas, confundirlas con discursos falsos y narrativas estructuradas en juegos de emociones que fomentan fanatismos y se apoyan en los miedos de cada uno de los miembros del rebaño de tuertos.
En un mundo tan polarizado como en el que vivimos, estamos perdiendo la capacidad de la empatía, estamos atrapados en nuestra caja de resonancia desde donde vemos el mundo a través de nuestro único punto de vista y somos incapaces de cambiarlo. En este reino de tuertos, nadie es rey, todos somos esclavos.