Eso que nos falta

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“Dicen que hay que mover las alas ante la tormenta en la creencia de que más allá de esta borrasca brille el sol”. –Virginia Woolf

“La incompletud es propia del ser humano para el psicoanálisis, nos han echado «del paraíso», estamos colmados por un vacío interior que no se llena con nada, ni siquiera en los momentos de plenitud, somos seres incompletos, marcados por el vacío interior”.  –Gabriel Daneri- 

“Disentir es uno de los derechos que le faltan a la Declaración de los Derechos Humanos”. –José Saramago

Uno quiere encontrar no sólo respuestas, sino también caminos y una que otra certeza.  Eso de querer dar sentido a lo que hacemos desde nuestra historia personal, es un largo proceso, en el que se transita con la ilusión de convertirnos en personas bajo la pretensión de que en algún momento podemos “terminar” siendo completos, hallando “eso” que nos faltó. Ser completos es aceptar que al final somos aún con la “falta” o mejor dicho pese a la “falta” y eso nos hace estar completos y, por tanto, llegar a ser uno, con algo de claridad, de consciencia y al menos con una dignidad que nos permite vernos a contra luz.

“Algo” se nos pierde al final de cuentas y entre más queremos localizarlo más se aleja, y ese “algo” tiene muchas formas de expresarse en la vida, toma diversas formas y se manifiesta cuando el deseo hace de las suyas y nos mueve a buscar y a buscar eso intangible pese a lo real que es, eso que se nombra y se hace innombrable a la vez, es una inmanencia, esencia del sujeto y es inefable a la vez. No es un juego de palabras, es lenguaje y es consciencia de lo que nos hace humanos, imperfectamente perfectos.

El duelo se convierte en la constante. Las ausencias se aparecen en formas de presencias, ya sean reales, simbólicas e imaginarias. El Nudo Borromeo de Lacan, que es parte de un intento de explicarnos la estructura psíquica y en donde el síntoma es lo las une, -real, imaginario y simbólico- en la realidad del sujeto y con lo puede adaptarse a la realidad misma. El deseo nos mueve y lo paradójico es que cuando creemos que lo asimos, que lo tenemos por fin en las manos, se nos escapa y hace que nos movamos para encontrar “eso” que perdimos. Desde el lenguaje y las pulsiones seguimos en la tarea de alcanzar el deseo y encontrar el objeto perdido.

Eso de conocer la psique humana es uno de los desafíos que la historia y la inteligencia del hombre ha puesto como aspiración en su realización, si es que hay un deber ser de lo humanos. Lo que hemos avanzado en la ciencias, en la neurología en especial, el desarrollo de equipos con una alta tecnología para ver en 3D y en tiempo real las formas en que el cerebro funciona, a la vez de ir comprendiendo los procesos fisiológicos y metabólicos que se efectúan, entre estímulos, palabras, neurotransmisores y las interacciones hormonales, en donde con los registros y las observaciones se va confirmando el cómo la actividad emocional, neuronal y lingüística están relacionadas dentro de un sistema de alta complejidad, en donde la memoria y los procesos sensoriales y la propia cultura son parte fundante del funcionamiento del cerebro y de la consciencia, dando una “estructura” a los mecanismos biológicos, sociales y psicológicos que nos caracterizan y que han permitido auto conocernos como especie inteligente que somos.

Sin duda vendrán más y nuevos descubrimientos en los próximos años, sin duda la tecnología seguirá desarrollándose y tendremos más evidencias para seguir confirmando teorías, intuiciones, deducciones que se han hecho desde la psicología y desde el psicoanálisis sobre psique de las personas y su comportamiento y sobre todo, se seguirán reuniendo evidencias del cómo la consciencia humana está estructurada como lenguaje.

Como sociedad contemporánea estamos metidos en una crisis profunda en relación al uso del lenguaje. Las imágenes saturan nuestros entornos, y las pantallas deslumbran y atrapan. Las interacciones se han hacen con diversos iconos que condensan emociones, sentimientos y opiniones. Las palabras están también sin duda en las redes sociales y entonces viene una nueva tensión, ahora sobre la comprensión del significado y del sentido de lo que se dice, de lo que se lee, de lo que está ahí visible, de lo oculto, de las intenciones, junto con el reto de recuperar el proceso social de comunicarnos humanamente, es decir conversar, hablar, debatir, diferir y acordar cara a cara, sin mediaciones, de frente al otro.

Humberto Maturana, filósofo y biólogo chileno escribió: “Somos los únicos seres que vivimos en el lenguaje y esa no es para nada una actividad trivial”. “Todo lo dicho ha sido dicho por alguien”.

De ahí que el “otro” entra en escena y nos hace humanos, y desde ahí, esta posibilidad de que la arrogancia y la soberbia se disuelven en el acto de escuchar y ver al otro, en la empatía de saber que no hay una única realidad, sino que es múltiple y es una construcción social.

Maturana en este sentido dijo: “Lo peculiar en nosotros es que vivimos en el lenguaje, podemos reflexionar y elegir. Por eso, en el preciso momento en que el otro pasa a ser referente de lo que hago, me desvalorizo a mí mismo”. Y afirmó;

“En el conversar construimos nuestra realidad con el otro. No es una cosa abstracta. El conversar es un modo particular de vivir juntos en coordinaciones del hacer y el emocionar. Por eso el conversar es constructor de realidades. Al operar en el lenguaje cambia nuestra fisiología. Por eso nos podemos herir o acariciar con las palabras. En este espacio relacional uno puede vivir en la exigencia o en la armonía con los otros. O se vive en el bienestar estético de una convivencia armónica, o en el sufrimiento de la exigencia negadora continua.”

Para seguir buscando eso que nos “falta”, necesitamos el lenguaje y los procesos de pensamiento que están asociados él, y a la comunicación humana, y con ello seguir en la dinámica de la construcción de la cultura y de los significados que le vamos otorgando a las palabras. Es cierto, que a la par, se requiere un “otro” que escuche con empatía con atención, se necesitan a las y los amigos, dar un lugar, espacios y tiempos para conversar con las personas con la que interactuamos día con día, que son parte fundante del sujeto que podemos llegar a ser. Hoy la psicoterapia y el psicoanálisis hacen una parte importante dentro de esos procesos personales.

Encontrar lo que nos “falta” pasa por la palabra, y tenemos que aprender más palabras, -leer, escribir, buscar nuevas palabras-, crear zonas de significado para dar sentido a la búsqueda del deseo y hallar el gozo por efímero e invisible que sea.

Habrá que retar a la inteligencia a través de la imagen, habrá que describir y narrar lo que vemos en las pantallas, habrá que expresar lo que nos hace sentir lo que vemos, poner todo en palabras y hacer consciencia de que somos lo que hacemos y de lo que podemos llegar a ser, pese a lo que lo hicieron con nosotros, con nosotras parafraseando Jean-Paul Sartre y eso solo podrá ser a través del lenguaje y que hoy, también, es algo que nos falta.