Hemos normalizado ya tanto los escándalos de corrupción que vemos pasar sin mayor relevancia encabezados terribles que nos hablan de desvíos millonarios, de contrataciones indebidas, empresas fantasmas, y ahora instituciones financieras intervenidas.
En México contamos ya la masacre de la semana y el corrupto del día, siendo totalmente cierto el principio psicológico que señala “El hábito crea insensibilidad”; la noticia escandalosa del martes hace que olvidemos la noticia escandalosa del lunes, y así se van hilando escándalo tras escándalo, pareciera que en lugar de irse sumando para llegar a un total insoportable, por el contrario se van diluyendo, se desvanecen uno con otro y al final ya no sabemos ni cuantos horrores pasan a diario a nuestro alrededor.
La inseguridad y la corrupción se dan la mano, se vinculan y se fortalecen una a la otra, existen en un círculo infernal, el violento necesita de la corrupción para poder operar con facilidades, mientras que el corrupto propicia la violencia para poder controlar los temas complicados.
Podemos atestiguar firmemente que el “Abrazos y no Balazos” ha sido una de las estrategias más terribles que hemos experimentado como país, el crimen organizado creció en un campo de cultivo propicio del cual ahora está siendo muy complicado revertirlo. Sin embargo, es muy cierto que la atención de los orígenes de la violencia es un requisito indispensable si se pretende de verdad atajar el problema, pues no basta con tirar balazos y meter a la cárcel a todos si no restablecemos el tejido social quebrantado que está permitiendo la proliferación del crimen. Son muchas las cosas que hay que hacer y necesitamos hacerlo de manera articulada entre todos los órdenes de gobierno y de manera conjunta con la sociedad.
- Atención social, para brindar una buena calidad de vida a todos.
- Llevar desarrollo económico a todos los rincones, con lugares de trabajo adecuados y buenas vías de comunicación.
- Implementar una policía preventiva vigilante estructurada que disuada la comisión de delitos.
- Estructurar coordinación entre municipios, estado y federación.
- Capacitar a las Fiscalías, en investigación, correcta integración de carpetas, debido proceso y derechos fundamentales.
- Que los jueces sean ágiles y efectivos en sus resoluciones
- Escuchar a la ciudadanía en un mecanismo de gobierno abierto atendiendo los reclamos y socializando los avances reales que se consigan.
La impunidad nos duele terriblemente, el miedo a la violencia más el cinismo de los corruptos parecen acumularse. Nos urge dejar la actitud de víctimas sin esperanza, necesitamos indispensablemente seguridad y justicia y para ello son necesarios: abrazos, trabajos, caminos, investigación, sentencias condenatorias, incluso balazos, pero sobre todo mucha coordinación y honestidad.