A finales de 1999, leí un artículo en el que decía que los chinos habían elaborado un plan estratégico a 50 años, el cual arrancaría en el 2000, las criticas no se dejaron esperar, pues mucho decían: “los viejillos de 50 años o más nunca van a saber del resultado”
Pues estamos en el 2021 y no han perdido el entusiasmo, siguen a brazo partido avanzando y claro, que a los “viejillos de 50 o más” no les interesó no ver el final, pero les interesó ver el inicio y tratar de dejar una mejor tierra para sus hijos o sus nietos.
Nuestros jóvenes quieren ver resultados inmediatos, rápidos. Usan aceleradores para todo pues todo es urgente, eso dicen, parecen incapaces de ver la calma de un proceso, de ver germinar un frijol, de ver un atardecer.
Esperar el transporte urbano es una lata, lo se y siempre ha sido, pero hacen más drama a cada día. Quieren llegar antes que todos, ver la película antes que cualquiera, ven el final de una novela antes de leer todo el libro, buscan el desenlace de una película o una serie en internet.
Quieren ir a la segura en todo, consultan vía remota el menú del restaurante, para ahorrarse tiempo y saber que van a pedir, cuando hay todo un deleite en la dinámica de estar en la mesa, el antes, durante y después.
Cierto que hay atajos y siempre los hemos usado, pero ahora, nuestros jóvenes buscan el ahorrase tiempo, un tiempo que luego no saben que hacer con él, pues se ven enfadados por lo “tardado” que es todo.
Se entusiasman temporalmente, pues el abuso de los superlativos los ha llevado a “los límites y más allá” pero sabemos que no hay nada más allá del final. Pero ellos insisten el lo mejor y lo que le sigue, lo más grande y lo que le sigue, lo más sabroso y lo que le sigue.
Son entusiastas temporales, pues la vida tiene grandes momentos que siempre se encuentran en lo cotidiano, pero son breves. Quieren orgasmos eternos y múltiples hasta la saciedad, pero eso solamente se da en las películas. Fisiológicamente son breves y tiene un límite, en hombres y en mujeres.
Su entusiasmo temporal los lleva a desertar rápidamente y con mucha frecuencia, pues ni no alcanzan el objetivo de inmediato, brincan a lo siguiente y a lo siguiente, lo cual, les causa una y otra frustración.
Hay una especie de “zapping” en su vida diaria, en la cotidianeidad de las interacciones psicosociales, aumentando así el desasosiego por la vida.