Ensamble Zephyrus; música vanguardista y contemporánea para vientos

Guanajuato, Gto., 19 de septiembre de 2025.- El segundo concierto de solistas, en esta temporada de la Orquesta Sinfónica del Universidad de Guanajuato (OSUG), volvió al escenario del Teatro Principal con el Ensamble Zephyrus, quien interpretó piezas de Paul Hindemith, Andrey Rubtsov, Jean Françaix y Maurice Ravel.

Conformado por Víctor Frausto en la flauta, Héctor E. Fernández en el oboe, Hugo Manzanilla en el clarinete, Michelle Pettit en el corno francés y Ariel Rodríguez en el fagot, el ensamble permitió al público disfrutar obra de los siglos XX y XXI.

En primer lugar, Pequeña música de cámara para cinco instrumentos de viento Op. 24, núm. 2 (1922), del compositor alemán Paul Hindemith —censurado por Hitler por su “extremado modernismo”, quien se nacionalizó años más tarde como estadounidense—, dio muestra del método para tratar la armonía y la tonalidad creado por el músico, basado en una jerarquía entre la tensión y la relajación. Esta obra roza con la parodia de la música para quinteto de viento con un desenfado expresivo y rítmico.

Posteriormente, el ensamble interpretó Cuatro bagatelas para cuarteto de instrumentos de viento (2007), del ruso Andrey Rubtsov. Este ha sido considerado por la crítica como un autor tradicionalista con predilección por el paisaje sonoro del Romanticismo tardío, hábil para crear efectos sin recurrir a estereotipos.

En cuanto al género ‘bagatela’, esta es una composición musical corta, ligera y entretenida. La pieza interpretada en esta ocasión presenta una canción pop al estilo de los años 40, con la que los instrumentos desarrollan juegos atrevidos, incluyendo una imitación de vals y marcha ligera, al igual que un breve momento jazzístico y un final humorístico.

Después el intermedio, fue posible apreciar el Cuarteto de viento (1970), del francés Jean Françaix, reconocido por la precisión de su composición con obras llenas de maestría, y gusto por la sorpresa y el humor, además de un sentido de tonalidad accesible y una comprensión clara de las armonías extendidas. La pieza elegida evoca la práctica del ciclo sinfónico clásico y una orientación neoclásica; se muestra elegíaca por su movimiento lento, pero se caracteriza también por su humor y fantasía, y una consumada destreza en el tratamiento de los timbres y los colores.

Por último, se interpretó La tumba de Couperin (1914-1917), del también francés e impresionista Maurice Ravel, con el arreglo de Mason Jones (1970). En esta obra, se aprecian rasgos noeclásicos, un trabajo en los límites de la armonía tonal, motivos ostinatos y disonancias extremadamente agudas, asemejándose a una suite de danza barroca.

Los títulos de los movimientos se relacionan con las colecciones sueltas de danzas llamadas Órdenes de François Couperin, las cuales constituyen un estilo típicamente francés, formal y emocionante. Cada una de las piezas de Ravel está dedicada a la memoria de un amigo muerto en combate, destacando que, en algunas de ellas, no se encuentran ritmos fúnebres, sino dulce serenidad, gracia, movimiento, vigorosidad y amor por la vida, inherentes al menuet y el rigaudon, danzas cortesanas que abarcan las dos últimas partes de la obra.

La próxima semana en este mismo recinto, la OSUG presentará el programa “Del cine al concierto”, bajo la batuta de Carlos Domínguez-Nieto, director español con más de dos décadas de experiencia internacional. Lo acompañará el trompetista José Cayetano Hernández para el estreno nacional del Concierto para trompeta, de John Williams, además de la Marcha de Superman y las Danzas sinfónicas Op. 45, de Serguei Rachmanninov. La cita es el viernes 26 de septiembre a las 20:00 horas; boletos a la venta en las taquillas del Mesón de San Antonio y el Teatro

Karen Brownie
Reportera con 8 años de trayectoria en medios digitales e impresos en información general, también se ha desempeñado en el Área de Comunicación Social en Silao y en Guanajuato Capital. Egresada de la carrera de Comunicación en la Universidad de León.