Enfermedades silenciosas

Juan José Alvarado, columnista en Platino News

Hay enfermedades que se presentan casi imperceptibles, que carcomen el organismo y poco a poco terminan matado y claro, la gente exclama: Tan sano que era.

Generalmente nos referimos a enfermedades físicas, de esas que se dan por comer mucha sal, o cosas muy picantes o muy condimentadas. De esas que no se detectan porque no tenemos ni la costumbre, ni el ánimo ni el dinero de estarnos checando a cada rato de todo para encontrar algo, además, la verdad nadie quiere encontrarse una enfermedad.

Claro que siempre existen los chamanes, los curanderos, los amigos que nos recetan de todo para todo y sin saber. Recordemos, eso que sirve para todo, no sirve para nada.

Claro que también hay malestares psicológicos que parecen imperceptibles y terminan matando y también hay los bien intencionados que opinan si saber, pues se han graduado en las redes sociales, en los tutoriales, en el conocimiento popular que está tan plagado de mentiras y sobre todo de cosas mágicas.

Cuando alguien tiene problemas psicológicos, sobran los conocedores, que demeritan todo y opinan desde su ignorancia. Pero recordemos que con buenas intenciones no se cura nadie ni se resuelven los problemas.

Ir de espectador a un partido de futbol, gritar, maldecir, discutir con quien sea, no resuelve los problemas que hacer el ir a un estadio y tener ese comportamiento, pero la gente dice que sí. Confunde las cosas para no afrontar la soledad, la frustración, la depresión, etc.

Sumirse en el tabaco, el alcohol, los deportes, la lectura, la droga, los videojuegos, etc., no resuelve las cosas, las disimula y ese disimulo termina agravando la enfermedad, para que un día, se contamine el cuerpo, se enferme, se muera o en cada día más ocasiones, se opte por el suicidio. Una alternativa que jamás debe ser tomada por la desesperación, es diferente cuando es una elección.

Cada quien habrá de tomar la decisión que quiera, o mejor dicho, la decisión que pueda, pues hay quienes ni siquiera pueden querer. Pero las consecuencias de una desatinada decisión la sufren, en primer lugar, la persona y en segundo lugar los seres cercanos.

No es grata una agonía larga y dolorosa por las enfermedades psicológicas que avanzan en silencio, erosionando, en primer lugar, el aparato psíquico de la persona y contiguamente el aparato psíquico de su familia, de sus amigos, de sus compañeros de trabajo. La enfermedad avanza y deteriora el cuerpo, presentando malestares físicos que son, en ocasiones silenciosos y mortíferos. Pero como lo he dicho, a grandes males grandes remedios. Consulta con un especialista.