En el campo de los sueños

En el campo de los sueños todo es intangible, pero todo es real para la persona que sueña

Todos necesitamos estar en contacto con una misteriosa y tentadora fuente de inspiración que provoque nuestro sentido de la maravilla y nos incite a la próxima aventura de la vida.  –Rob Brezsny-

La vida es igual en todas partes, lo que se necesita es gente que sea gente – Clarice Lispector- 

 

“Después del silencio lo que se acerca más para expresar lo inexpresable es música”. Aldous Huxley

Dedíquense a personas, grupos o causas. Sumérjanse en el trabajo social, político, intelectual o artístico. Deseen pasiones lo suficientemente intensas que les impidan cerrarse en ustedes mismos. Aprecien a los demás y vivan una vida activa de proyectos con significado. Simone de Beauvoir-

“La música me transporta a un mundo en donde el dolor sigue existiendo, pero se ensancha, se serena, se hace a la vez más quieto y más profundo, como un torrente que se transforma en lago” –Marguerite Yourcenar-

Nada como la música para soñar, para bailar, para desatar la imaginación, para tener algo de paz, para trastocar la memoria. Los sentidos pueden ser exaltados ante una simple de una tonada o ante una sinfonía que entreteje con creatividad y sentimientos los sonidos de las almas de instrumentos que ejecutados por hombres y mujeres que se dejan seducir por las notas y los silencios. Nada como la música para incitar a ese diálogo con la vida que en las palabras de Calderón de la Barca un sueño: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño y los sueños, sueños son.”

En el campo de los sueños todo es intangible, pero todo es real para la persona que sueña. Soñar es vivir. Los sueños condensan eso que no se nombra. En el juego onírico las imágenes juegan con el tiempo, los hechos, las emociones, las ideas, los sentimientos, con nuestros problemas, frustraciones y penas. Los sueños nos permiten también acomodar los sucesos de la vida cotidiana, los deseos más profundos y eso que latente o manifiesto busca conjurar los temores y superar por decirlo así los traumas. Los sueños nos ponen acertijos y respuestas que solo se vislumbran al dormir y soñar. Podemos recordar o no lo que se sueña. Podemos tener pesadillas y sueños maravillosos.

Ahí está el campo del inconsciente, el terreno de los sueños, lugar en el que sen contienen impulsos y deseos, fuerzas vitales que son parte de nosotros y que dan razón en buena parte a lo que somos.

Soñar no cuesta nada, dice el refrán. Pero soñar es parte de un todo en el que hay un costo, que nos lleva al mar de la tranquilidad al entrar en ese juego que ordena, depura, integra, condensa, convoca, invoca y evoca la vida que vamos teniendo. Pero, también es el sitio de pugna y purga, de descarga de recuerdos de todo eso que se reprime, de las cosas y hechos que ponemos al servicio del olvido, de eso que dolió, duele y las lastima, ecos de las infancias y de los vínculos, material emocional que se integra en el sueño. Los sueños son posibilidad para encontrar eso que perdimos muchas veces en la infancia y que, si los interpretamos reconstruyendo el pasado, podemos resignificar la vida desde nuestros deseos.

Emil Cioran escribió:  “Después de cada noche estamos más vacíos: nuestros misterios, como nuestros pesares, han fluido en nuestros sueños. Así la labor del sueño no solo disminuye la fuerza de nuestro pensamiento, sino también la de nuestros secretos”.

Desde de campo de la fisiología del sueño es un proceso complejo, de un cerebro activo, que tiene que soñar -con sus fases- para también realizar procesos de autorregulación u homeostasis, tanto del propio cerebro como de órganos periféricos para mantener un equilibrio y funcionamiento metabólico adecuado. No dormir crea alteraciones fisiológicas graves. Para que haya recuperación se requiere dormir. Tan es así, que en eventos críticos como accidentes que ponen en riesgo la vida, el cuerpo se desconecta, entra en coma, duerme como estrategia de sobrevivencia.

Soñar es una oportunidad para la trama imaginativa del deseo. Podemos soñar para anhelar, podemos soñar para imaginar y para configurar aquello que nos hace falta. Los sueños son un campo donde la conciencia tiene su papel en tanto traemos los sueños a la vida como relato y nos permitimos descifrar sus contenidos. Olvidar es más complicado que recordar. La mayoría de las personas no quiere recordar hechos que han dolido o lastimado, tan es así que negamos eso que nos dolió, lo guardamos –reprimimos– sin procesar en el fondo de nuestro corazón. Freud dijo: “Recordar es el mejor modo de olvidar” y es la manera de mantener escondido lo que nos sucedió.

Liliana Bodoc, escritora argentina escribió “El olvido es una casa vacía y absurda, habitada por sombras que murmuran. Si hago memoria hago esperanza. Hago justicia. Si hago memoria aprendo y enseño. Si hacemos memoria el miedo se desdibuja, la soledad se extingue. La memoria es una casa donde cabemos todos”.

Son tiempos para soñar despiertos. Son tiempos para escuchar los ecos del corazón y los sonidos del mundo, son tiempos para evocar los aromas, los colores y las   imágenes con las que hemos crecido, son tiempos para poner nombre a las emociones y sentimientos que experimentamos, son momentos para ir buscando las palabras adecuadas, precisas para hablar y para reconstruir nuestra infancia, disolver nuestros miedos, para enfrentar nuestras pérdidas y nuestros vacíos. Son tiempos para encontrar la música muchas lindas e inefables melodías que conforten nuestra alma y nuestro cuerpo.

Soñar es vivir, y solo viviendo es que se da paso a la construcción de la felicidad y tal vez soñando y escuchando música estemos en una ruta de posibilidad para poder reconocerla y disfrutarla.

“¡Qué cosa tan extraña es la felicidad! Nadie sabe por dónde ni cómo ni cuándo llega, y llega por caminos invisibles, ¡a veces cuando ya no se le aguarda!”. Henrik Ibsen