Los estados Unidos de Norte América tienen 800 bases militares en 70 países, se sienten la policía del mundo ante la complacencia y el silencio de los países en que están instaladas. Nos han dicho que en México no hay, esperemos que sea cierto.
Los españoles no sacan de Gibraltar a los americanos, los japoneses no sacan de Okinawa a los americanos, los cubanos no sacan de Guantánamo a los americanos, los irlandeses y los escoceses no sacan a los ingleses, los daneses no sacan las manos de Groenlandia. Por citar algunos ejemplos.
Los japoneses, después de 70 años, lamen la mano de quienes dejaron caer dos bombas nucleares en la segunda guerra mundial y obligaron al emperador, el Hijo del Sol a dimitir.
Los europeos se arrodillan ante quienes fueron los arribistas en la segunda guerra mundial, llegaron casi solamente a tomarse la foto y a repartirse el pastel.
Los alemanes se muestran agachones con quien los humilló e impuso pagos millonarios por una guerra que perdieron… aunque no pagaron propiamente nada.
Los europeos ahora muerden la mano de quien los liberó de los nazis en la segunda guerra mundial y quienes los han liberado muchas veces a lo largo de la historia.
Muchos países de América latina tienen decenas y centenas de años con sus venas abiertas lamiendo la bota de USA, Francia, España, Portugal, Inglaterra, etc.
China es un gigante dormido, hay del mundo cuando despierte, dijo Napoleón. Y todo indica que ya ha despertado. Aún tenemos mucho por ver.
Rusia ya vivió una época imperial y parece que está de regreso. Ahora más moderna y armada. Parece que aún no hemos visto todo.
Los tigres asiáticos se juntan y nadie parece advertirlo, así como a los países árabes, pareciera que no existen en la geopolítica, pero ambos grupos ahí están y están muy activos.
Corea de norte, muy calladita parece que se manda sola, pero es un poder tras bambalinas, más cerca de los rusos y los chinos que del G7 o el G20 o la OTAN.
Los africanos no sucumbieron ante la pandemia del Covid-19 y no permitieron que, de nuevo, ser el laboratorio del mundo para probar una vacuna que jamás llegaría a su población. Se les ve muy pobres.
Y con todo esto, nos dicen los ricos del pueblo, de esta aldea global, los que se sienten dueños del balón: elijan a su verdugo, pero a nosotros ya nos conocen.