El triunfo del Apocalipsis y las guerras

Alejandro Gómez Tamez es economista y especialista en el análisis finaiciero.

Es indudable que el mundo está atravesando por una época muy peligrosa en la que las cosas se pueden salir de control en cualquier momento para iniciar la tercera guerra mundial. Para muchos esa guerra ya comenzó, y los libros de historia del futuro darán cuenta de que los múltiples conflictos fríos mundiales, así como las guerras calientes en Ucrania y Palestina-Israel constituyeron los primeros conflictos regionales en los que las super potencias midieron fuerzas. Pero para que esto sucediera, primero tuvo que darse un proceso de división de la población mundial con la deshumanización y pérdida de valores tras la crisis causada por el virus chino SARS-COV2. En esta extensa entrega se analizan ambos temas.

De acuerdo con el plan, primero dividir a la sociedad

En un artículo de Jeffrey Tucker titulado “El Triunfo del Apocalipsis” publicado el 17 de octubre en el sitio web de The Brownstone Institute, se hace un recuento de cómo la sociedad a nivel mundial se ha venido deshumanizando en los últimos años derivado de la crisis del COVID-19.

El su artículo, Tucker comienza mencionando que en el transcurso de los últimos 15 años, él ha logrado leer la mayoría de los escritos de los intelectuales, titanes de la industria y funcionarios gubernamentales que construyeron la extraña realidad de 2020 y los años subsecuentes. En su opinión, querían realizar un experimento científico con la población humana; y debido a que las enfermedades infecciosas no conocen fronteras, sabían con certeza que ese experimento tendría que ser global.

Tenían cada detalle trabajado en sus modelos. Sabían a qué distancia tendrían que estar las personas entre sí. Sabían que la mejor manera de detener la propagación de cualquier virus común sería el aislamiento total de toda la población humana, en la medida de lo posible, inclusive mandatándolo a nivel familiar y apagando la actividad económica. De acuerdo con diversos estudios, hay cuatro mecanismos interrelacionados de deshumanización que fueron impulsadas por el manejo de la crisis: construcción de amenazas para la población, coerción gubernamental ampliada, refuerzo de toda índole de jerarquías y normalización de la muerte.

Nos dijeron, porque sus modelos así lo indicaban, que los lugares interiores y exteriores donde se reunía la gente debían ser cerrados al público (centros de trabajo, lugares para ir de compras, reuniones sociales, esparcimiento, entre otras). El plan se implementó primero en China, luego en el norte de Italia, luego en Estados Unidos, y el resto del mundo se alineó, excepto un puñado de naciones valientes, incluida Suecia, que enfrentó muchos meses de críticas brutales por permitir la libertad a sus ciudadanos.

Es realmente difícil imaginar lo que los arquitectos de esta política bárbara creían que sucedería a continuación. ¿Es tan simple (y ridículo) como creer que un virus respiratorio simplemente desaparecería? ¿O que una poción mágica aparecería a tiempo para inocular a toda la población a pesar de que a nadie se le había ocurrido algo así antes? ¿Es eso lo que creían? Tal vez.

O tal vez fue simplemente divertido o remunerativamente ventajoso para ellos realizar un experimento grandioso y global con la población humana. Ciertamente fue rentable para muchos, incluso si destrozó la vida familiar, social, cultural, económica y política de miles de millones de personas. Es difícil creer que estas palabras no provengan de alguna ficción distópica. Y sin embargo esto fue lo que permitimos que pasara.

Casi de inmediato, la idea de los derechos humanos pasó a un segundo plano. También lo hizo la idea de igualdad y de libertad: eso quedó inmediatamente desdeñado. Por edicto, la población humana fue dividida en categorías. Comenzó con distinciones de trabajos esenciales y no esenciales extraídas de protocolos militares que de repente ya pertenecían a todo el mundo civil. Si tenías la mala suerte de dedicarte a una actividad no esencial, de acuerdo con el mandato arbitrario del gobierno, tendrías que sufrir las consecuencias de meses de inactividad. En el caso de México no existieron apoyos gubernamentales y el gobierno asumió de facto la decisión de que empresas podían vivir y cuales morirían.  

Ese fue sólo el comienzo de las marcadas divisiones. Inmediatamente comenzó también la estigmatización de los enfermos. ¿Estaban enfermos porque no cumplieron debidamente las medidas de cuidado? ¿Desobedecieron los protocolos? En cien años de salud pública, no se había visto ese nivel y escala de discriminación. Algo de esto se intentó durante la crisis del SIDA (impulsado nada menos que por el mismo Anthony Fauci), pero no de manera tan agresiva o integral como cuando la crisis del COVID-19.

Desde el principio de la pandemia, parecía una ley marcial y la población estaba dividida: enferma versus sana, conformes versus inconformes, actividad esencial versus no esencial, atención médica para atender la enfermedad del COVID-19 versus atención para los demás asuntos que necesitaban servicios médicos, etc.

Y esto se expandió dramáticamente en los siguientes meses. Cuando aparecieron los cubrebocas, era el que obedecía su uso versus el infame desobediente. Cuando algunos estados comenzaron a abrirse nuevamente a la actividad económica, la situación se volvió política: Nosotros contra ellos.

Cuando apareció la vacuna, llegó la división definitiva, acumulándose e inundando a todas las demás: vacunados versus no vacunados. Los mandatos de vacunación perturbaron enormemente la fuerza laboral. Muchos exigían la aplicación de la vacuna a sus trabajadores. En naciones como Estados Unidos, los establecimientos públicos de ciudades enteras se cerraron a los no vacunados, de modo que los ciudadanos que no cumplieran no pudieran ir a restaurantes, bares, bibliotecas, teatros u otros lugares públicos. Incluso en las iglesias, aunque no era necesario, dividiendo sus congregaciones en dos partes.

Violentar los derechos humanos

Detrás de todo esto había un motivo político que se remonta a un texto que muchos celebran como una refutación profética y decisiva de los valores liberales: el Concepto de lo político de Carl Schmitt de 1932. Este ensayo desdeña por completo los derechos humanos basándose en que tales nociones no sustentan a Estados fuertes. Por supuesto, él era un jurista nazi y su pensamiento sentó las bases para la demonización de los judíos y el avance del Estado totalitario.

En opinión de Schmitt, la distinción amigo/enemigo es el mejor método para unir a la gente en torno a una gran causa que dé sentido a la vida. Este impulso es el que da fuerza al Estado. Y va más allá: la distinción amigo/enemigo se enciende mejor en la realidad del derramamiento de sangre:

“El Estado como entidad política decisiva posee un poder enorme: la posibilidad de hacer la guerra y con ello disponer públicamente de la vida de los hombres. El ius belli (derecho de guerra romano) contiene tal disposición. Implica una doble posibilidad: el derecho a exigir de sus propios miembros la disposición a morir y a matar sin vacilar a los enemigos”.

Si durante años te has preguntado “¿Dónde termina esto?” Ahora tenemos nuestra respuesta, que parece inevitable en retrospectiva: la guerra. Estamos ante la muerte de inocentes y probablemente esto sea sólo el comienzo. Los confinamientos no sólo rompieron los viejos códigos morales y los límites acordados al poder gubernamental. Rompió la personalidad y el espíritu humanos en todo el mundo. Dio lugar a una sed de sangre que apenas estaba bajo la superficie.

Los estados se volvieron locos al intimidar y dividir a sus ciudadanos. Ocurrió en casi todas partes, pero Israel fue un ejemplo destacado, como el Instituto Brownstone lo ha señalado repetidamente. La ciudadanía nunca ha estado más dividida y el Estado nunca ha estado más distraído de las preocupaciones de seguridad. La delicada paz se hizo añicos de manera impactante el 7 de octubre de 2023 en un espantoso ataque que reveló la peor falla de seguridad de la historia del vulnerable estado de Israel.

Ese incidente luego alentó y desató aún más el apocalipsis, pueblos enteros decididos a dar el siguiente paso en la deshumanización de la población y el uso de medios atroces para hacer lo impensable: exterminio, una palabra que ahora se difunde como si estuviera bien y fuera normal hablar de esta manera. Este conflicto ha llegado ahora a la política de cada país y a cada asociación cívica, comunidad de intelectuales y amistad personal. Como a Schmitt le habría encantado –y lo que Bret Weinstein llama Goliat (la unidad del Estado administrativo, los medios de comunicación, el poder corporativo y las plataformas tecnológicas de élite) seguramente celebra– todos están siendo convertidos en la categoría de amigos y enemigos.

Con estos eventos que destruyen la pasa, por fin recordamos cuán increíblemente frágil es realmente la civilización –y la paz y la libertad que la generan. Los planes para la erradicación del virus fracasaron tan estrepitosamente que muchos de sus perpetradores están desesperados por un cambio dramático de tema para poder eludir su responsabilidad. Una vez más, éste es el deseo, e incluso podría ser el plan.

Simplemente no se puede permitir que esto suceda. Aquellos de nosotros que tenemos recuerdos de la vida civilizada, incluidos los derechos y libertades universales, no podemos permanecer en silencio ni dejarnos arrastrar emocionalmente hasta el punto de estar dispuestos a olvidar lo que nos hicieron, el daño que infligieron a la cultura pública y la conducta moral. un pueblo civilizado espera.

Cada guerra está precedida por un período de desmoralización (no importo), desmotivación (no hay nada que pueda hacer) y deshumanización (no vale la pena salvar a esas personas). A partir de ahí, es una simple cuestión de accionar el interruptor.

El Instituto Brownstone se fundó a la luz de la historia anterior para arrojar luz sobre ideales superiores, no una guerra schmittiana entre amigos y enemigos, sino sociedades de compasión, dignidad, libertad, derechos y el ejercicio de la voluntad humana contra todas las amenazas y usos de la violencia pública. y privada. El apocalipticismo no construye nada; sólo destruye. Es la instanciación de la filosofía de The Joker. Ninguna nación ni ninguna comunidad puede sobrevivir a ello.

El autor menciona que pocos de nosotros conocíamos o comprendíamos plenamente la profundidad de la depravación que se esconde justo debajo del fino barniz de civilización que anteriormente había dominado la gran extensión de nuestras vidas. Fue el experimento maníaco de control de enfermedades de hace sólo unos años lo que desencadenó este episodio de inhumanidad del hombre hacia el hombre. Existe una necesidad imperiosa de saber cómo ocurrió esto y por qué, y de tomar medidas, ahora desesperadas, para volver a colocar en la caja de Pandora todo lo que se liberó.

¿Se está desmoronando el mundo?

Con esta idea de cómo se dio el proceso de deshumanización, ahora pasamos a analizar los conflictos calientes y fríos en diversas regiones del mundo, que podrían detonar en algo mucho más grave para la humanidad. En este sentido, en un artículo de James Rickards, titulado ¿Se está desmoronando el mundo?, publicado el 19 de octubre en el portal de DailyReckoning.com, se hace mención de ello.

¿Entonces, se está desmoronando el mundo? Así parece…

Por supuesto, siempre hay guerras en algún lugar del mundo y puntos calientes esperando estallar. Ése es el estado estable del mundo. Pero algunos períodos son mucho más peligrosos porque los conflictos son más intensos, o porque hay más, o ambas cosas.

El mejor enfoque analítico en tales situaciones no es simplemente compilar una lista de conflictos sino considerar su interconexión y sopesar los riesgos de una escalada. ¿Se trata simplemente de otra mala racha como la de los años 60 con Vietnam, o estamos al borde de algo verdaderamente catastrófico como la Segunda Guerra Mundial?

Al considerar un resultado catastrófico como la Segunda Guerra Mundial, es importante recordar que estuvo precedido por una larga serie de acontecimientos individuales, cada uno malo a su manera, que culminaron en la guerra. Estos incluyeron la invasión japonesa de Manchuria, la invasión italiana de Etiopía, la toma alemana de Austria y la anexión de parte de Checoslovaquia, así como la Guerra Civil Española. La mayoría consideró que estos eventos no tenían relación alguna. Sólo unos pocos estadistas, el más famoso Winston Churchill, vieron que todos estos eran pasos que conducían a una nueva guerra mundial.

El vínculo de la guerra

Los inversionistas no son meros espectadores en estos períodos. Las fortunas las ganan o las pierden quienes ven correctamente los vínculos entre crisis dispares y quienes tienen las herramientas analíticas predictivas para ver hacia dónde conduce todo.

A continuación, se presenta una visión general de las confrontaciones críticas actuales con la sugerencia de que los vínculos son fuertes y los riesgos de escalada son altos:

Ucrania: Se ha escrito mucho sobre la guerra en Ucrania y los lectores en general están familiarizados con el tema. Este no es el lugar para revisar toda la historia de las provocaciones estadounidenses desde 2008 y las respuestas rusas (les recomiendo leer mi editorial El Perverso juego Nazi en Ucrania).

La situación actual es que la ofensiva ucraniana lanzada el 4 de junio de este año ha fracasado por completo. Las líneas defensivas rusas están intactas, Ucrania no ha ganado ningún territorio apreciable excepto algunas aldeas desiertas en la zona gris donde sus tropas están siendo aniquiladas y las pérdidas de equipos de vehículos blindados han sido enormes.

A la fecha, la respuesta de Estados Unidos no ha sido iniciar conversaciones de paz. En cambio, Estados Unidos continúa aumentando con más envíos de armas y dinero. El objetivo de Biden es mantener la guerra después de las elecciones de noviembre de 2024, para no tener que admitir otra derrota.

El peligro es que Estados Unidos recurra a una escalada (aviones de combate F-16, tanques Abrams, drones marinos, asesores en tierra), lo que lleve a respuestas contundentes por parte de Rusia (misiles hipersónicos, una nueva ofensiva en el norte) y que ambas partes se vean impulsadas más cerca del uso de armas nucleares por la dinámica de escalada.

Kosovo-Serbia. Éste es otro más en la larga lista de conflictos balcánicos que se remontan a los orígenes de la Primera Guerra Mundial en 1912-1913. El último punto álgido es el enfrentamiento entre Kosovo y Serbia.

Kosovo declaró su independencia de Serbia en 2008, una medida que Serbia nunca ha reconocido. De hecho, Serbia continúa reclamándolo como Provincia Autónoma de Kosovo y Metohija. Sin embargo, persisten diferencias y disputas, mientras que el norte de Kosovo sigue bajo dominio serbio de facto.

Las relaciones entre las dos áreas habían sido estables gracias a la mediación de la Unión Europea y los EE.UU. Recientemente, las tensiones han aumentado debido a las acusaciones de un ataque terrorista serbio en Kosovo y la concentración de tropas serbias en la frontera.

Serbia es un viejo aliado de Rusia, pero Serbia está rodeada de miembros de la OTAN (Eslovenia, Croacia, Hungría, Rumania, entre otros).

Por otro lado, si Serbia pudiera recuperar el control de Kosovo, abriría una brecha en gran parte del cerco de la OTAN. El riesgo no es sólo una guerra entre Kosovo y Serbia, sino que se convierta en otra guerra indirecta entre Estados Unidos y Rusia, y en un espectáculo secundario de la guerra en Ucrania.

Una vez más, los riesgos de una escalada son altos.

Israel – Hamás. El ataque sorpresa de Hamás contra Israel desde Gaza el 7 de octubre tuvo una magnitud y un alcance sin precedentes desde la Guerra de Yom Kippur de 1973; de hecho, el nuevo ataque se produjo exactamente en el 50 aniversario de la Guerra de Yom Kippur. Por primera vez desde 1973, Israel ha declarado oficialmente la guerra. Esto no es una incursión, un incidente o un ataque terrorista. Esta fue una invasión de Hamás y se enfrenta con la destrucción de Gaza por parte de Israel.

Los detalles iniciales, incluidos muchos por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en el terreno y de ex oficiales de inteligencia, son horribles. Los combatientes de Hamás fueron de casa en casa y ejecutaron a civiles, incluidos mujeres y niños. Algunos fueron asesinados, desnudados y arrastrados por las calles. Quizás 1,000 israelíes fueron asesinados el primer día y un número desconocido fueron tomados como rehenes. No son prisioneros de guerra porque no vestían uniformes militares. Son rehenes.

La respuesta israelí será masiva y extremadamente violenta. Israel aún no ha lanzado una campaña terrestre a gran escala en Gaza, pero se espera que la haga. Una vez más, el riesgo geopolítico es la escalada. Hamás cuenta con el respaldo de Irán y Qatar. De hecho, muchos líderes de Hamás viven en Doha, la capital de Qatar. Israel no dudará en asesinarlos allí. No se puede descartar una guerra mucho más amplia en Oriente Medio.

Las implicaciones para los mercados energéticos globales son obvias. Ya se están dirigiendo recriminaciones al Presidente Joe Biden porque recientemente entregó 6 mil millones de dólares en efectivo a Irán y ha estado poniendo fondos a disposición de Hamás.

Siria – Turquía – Estados Unidos. Los esfuerzos respaldados por Estados Unidos para derrocar al régimen de Assad en Siria se remontan a la administración del Presidente Barak Obama. Las tropas estadounidenses están en el norte de Siria para promover este esfuerzo y controlar la producción de petróleo sirio en beneficio de los kurdos indígenas. Turquía ve a los kurdos como enemigos mortales porque están tratando de liberar porciones kurdas de Turquía para unirse a un Kurdistán más amplio.

Rusia ha estado muy involucrada en el apoyo a Assad con claro éxito hasta ahora. Turquía ha aumentado recientemente los ataques contra posiciones kurdas en Siria. Estados Unidos derribó recientemente un dron turco. Rusia está en alerta máxima. Rusia y Turquía mantienen relaciones amistosas, pero Estados Unidos y Turquía son aliados de la OTAN.

Es complicado, pero los riesgos de enfrentamientos aéreos estadounidenses con aviones turcos o rusos y los riesgos de un ataque con misiles rusos contra aviones estadounidenses son altos.

China – Taiwán. Una invasión de la China comunista a Taiwán resultaría en una guerra mayor que cualquiera de las descritas anteriormente, pero las cosas han estado relativamente tranquilas en esta región. Probablemente esto se deba a las próximas elecciones en Taiwán, donde un partido pro-China tiene buenas posibilidades de ganar.

China no quiere causar problemas antes de las elecciones. Sin embargo, esta situación sigue siendo peligrosa y potencialmente volátil.

En este apartado se acaban de describir cinco guerras o cuasiguerras que están actualmente en marcha. Sería fácil añadir a esta lista los puntos críticos de Azerbaiyán, Corea del Norte, Níger, India y otros lugares.

Sin asignar probabilidades numéricas a que cada crisis empeore, es una simple cuestión de estadística que cuando cinco o más conflictos están escalando, las probabilidades de que uno se salga de control son altas.

Puede darse el caso de que miremos retrospectivamente este mosaico de guerras por poderes y guerras calientes como presagio de una guerra mundial.

Conclusiones

La pandemia global de COVID-19 fue una crisis multidimensional y ésta reforzó las políticas de división social y deshumanización. La deshumanización socavó la dignidad humana de las personas durante la pandemia de COVID-19. Como ya se mencionó, hay cuatro mecanismos interrelacionados de deshumanización que fueron impulsadas por el manejo de la crisis: construcción de amenazas, coerción estatal ampliada, refuerzo de jerarquías y normalización de muertes.

Ahora el mundo enfrenta al menos cinco amenazas bélicas y ya hay dos guerras importantes en curso, por lo que debemos dar seguimiento a los acontecimientos. No hay que dar nada de esto por sentado y nunca asumir que las cosas “simplemente saldrán bien”. A veces no lo hacen. Una vez más, las probabilidades estadísticas de que uno de estos conflictos se convierta en una espiral son altas. No es inevitable, pero las probabilidades son altas. Debemos estar preparados.