El primer paso

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“Dormía y soñaba que la vida era alegría, desperté y vi que la vida era servicio, serví y vi que el servicio era alegría”. – Rabindranath Tagore –

“Me gusta el viento. No sé por qué, pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas. Quiero decir: cosas que quiero borrar” –Mario Benedetti-

“Quizás comprendiste que los fantasmas son invisibles porque los llevamos dentro” –Marguerite Yourcenar- 

Dar el primer paso, iniciar algo, retomar compromisos y asuntos pendiente, hacer que las cosas sucedan, ir más allá de decretar los buenos propósitos y deseos declarados o no, es parte de un ritual de “iniciación” que año con año desplegamos con la idealización de creer que somos capaces de modelar el futuro.

Arranca el 2024 en lunes, con un 1ero de enero de un año bisiesto, año que compensa la imprecisión del calendario que usamos y que recuerda nuestra necesaria relación con nuestro planeta y el sistema solar en el que nos movemos y viajamos en el espacio. Contar el tiempo no es lo mismo que medirlo. El año viejo se hace historia, es pasado. El futuro es un devenir propio de la incertidumbre. El presente se concreta como una realidad deseada y posible, siempre en movimiento, nunca estática y ni perene.

Arriesgarse a vivir, y dar la primera bocanada de aire al nacer y continuar haciendo que el corazón haga correr la sangre dentro de cada uno es parte del misterio y de la magia de estar vivos y cuando por primera vez  se combinan en una sincronía biológica los latidos del corazón y captación del oxígeno en nuestros pulmones y con ello,  juntos con los alimentos y el agua, hacer que la maquinaria metabólica realice todos los procesos bioquímicos y neuronales que hacen que la vida se exprese en cada uno de nosotros, en cada una de nosotras, de forma única la existencia.

Así, cada año cuenta y el registro de aniversarios de todo tipo, además de los de días de cumpleaños hace el transcurrir del tiempo tenga la singularidad del sello propio. Los días y las semanas que conforman los doce meses del año van siendo llenados por lo que hacemos, por lo que pensamos y por lo que sentimos, en una realidad convulsa, caótica, compleja y la más de las veces difícil. La mirada de cada se complejiza al escuchar las perspectivas, intereses, necesidades y deseos de los otros.

Iniciar algo siendo uno mismo es una tarea nada fácil: conciliar, acordar, consensar, para trabajar en proyectos de vida comunes, fraternos y en sororidad con otros y otras, -con la pareja, con los hijos e hijas, con la familia, con las y los compañeros de trabajo, con las y los vecinos-, se convierte en un reto de múltiples posibilidades para poder ser personas funcionales, cívicas y civilizadas, en un contexto social en la que el diálogo y la comunicación son prácticas que todavía no se alcanzan a desarrollar de la mejor forma.

Comienza el 2024 y los augurios son ambivalentes. Estamos inmersos en una sociedad en la que prevalece un individualismo sacralizado y que no permite crear vínculos y lazos sanos como parte de la necesaria estrategia de convivir y compartir socialmente y poder ir atendiendo y resolviendo la vida en todas sus dimensiones y en las circunstancias que nos van tocando vivir y enfrentar.

Es un año complejo, que reclama serenidad y buena voluntad para encontrar caminos para la paz con justicia, para cada uno de los conflictos bélicos que se tienen en el mundo. En este 2024 ya se cumplen 30 años del levantamiento insurgente de las y los zapatistas, pero aun la justicia con dignidad para los pueblos originarios es una asignatura pendiente y además de que las condiciones materiales de vida para millones de personas son precarias y dolorosas. Este es un año de elecciones que requiere una actitud de participación para conocer las propuestas de los partidos políticos, de sus candidatos y candidatas y con ello poder votar con libertad y con conocimiento de causa.

Tal vez el primer paso del año es asumir la responsabilidad del autocuidado, que es a su vez el cuidar la salud física y mental de cada uno como persona. Los buenos deseos llenan hoy las redes sociales, los propósitos se acumulan en la virtualidad, el reto será pasarlos a que sean una realidad, y que los deseos y propósitos sean prácticas sociales en los hechos, sean testimonio de vida.

El nuevo año desafía las inercias incuestionables, el nuevo año es lugar de posibilidad para hacer cosas de forma diferente, y es la oportunidad para salir de las zonas de confort, de poder transformar muchas de las rutinas que matan la alegría y muchas veces acaban con el amor y dan paso al dolor, el odio y el resentimiento. El 2024 es un tiempo que tenemos para ser y poder ser con los demás e intentar vivir con dignidad y plenitud.