El Presidente y la Iglesia Católica

Francisco Meza
Francisco Meza pluma Platino News

A raíz de los acontecimientos de Cerocahui en la Sierra Tarahumara, donde perdieron la vida dos sacerdotes jesuitas, se han suscitado una serie de intercambios de declaraciones entre los miembros del clero católico y el presidente López Obrador.

Dicho intercambio ha sido calificado por algunos analistas como un choque entre la jerarquía católica y el presidente con repercusiones importantes para su gobierno. Los menos, lo han considerado una diferencia de percepciones sobre un tema en específico con posibilidades de seguir escalando dependiendo de las posiciones que mantengan ambas partes.

Al respecto, en este espacio sugerimos detenernos en dos aspectos de la situación que nos permitan evaluar la realidad que vive nuestro país, que es lo que necesitamos cambiar para mejorar: la estrategia de seguridad y la apertura del presidente a otros actores.

LA ESTRATEGIA DE SEGURIDAD

Lo que más incomodó al presidente fue el llamado a revisar la estrategia de seguridad que realizó el padre Javier “Pato” Ávila: “Pedimos respetuosamente, Presidente revise su estrategia de seguridad porque no vamos bien. Es un clamor popular… los abrazos ya no nos alcanzan para cubrir los balazos”.

El episcopado por su parte en su mensaje Prot. No. 101/22 expresaron: “Ante la gravedad de los hechos, hacemos un llamado al Gobierno Federal y a los distintos niveles de autoridades, en consonancia con el pronunciamiento que se ha realizado desde el Senado de la República: es tiempo de revidar las estrategias de seguridad que están fracasando. Es tiempo de escuchar a la ciudadanía a las voces de miles de familiares de las víctimas, de asesinados y desaparecidos, a los cuerpos policiacos maltratados por el crimen. Es tiempo de escuchar a los académicos e investigadores, a las denuncias de los medios de comunicación, a todas las fuerzas policiacas, a la sociedad civil y a las asociaciones religiosas. Creemos que no es útil negar la realidad y tampoco culpar a tiempos pasados de lo nos toca resolver ahora. Escucharnos no hace débil a nadie, al contrario, nos fortalece como Nación. “

Efectivamente el llamado es fuerte al considerar que la actual estrategia ha fracasado, pero también es natural al ver que se siguen registrando hechos violentos que antes no observábamos y la crisis de desaparecidos que todavía vive nuestro país. En este caso se trató de dos sacerdotes que habían dedicado su vida a la atención de los más pobres ultimados por una persona con una orden de aprehensión desde 2018 y que seguía actuando con total impunidad.

Ahora bien, el llamado a revisar la estrategia de seguridad debería ser entendido en el sentido más correcto de evaluación de una política pública y no como parte de un golpeteo político. No hay estrategias absolutas ni definitivas, todas deberán irse adecuando a las circunstancias cambiantes. Por esa razón, su revisión también debería significar una oportunidad para socializar con líderes sociales su propia estrategia más allá, de un slogan de “Abrazos, no balazos” que le ha significado más un daño al presidente que un logro.

Muy pronto el presidente enviará su iniciativa para que la Guardia Nacional quede adscrita a las Fuerzas Armadas y este contexto no le favorece para conseguir el apoyo de los legisladores ni de la opinión pública. La problemática de la violencia en México supera con mucho la visión de una persona o de unos cuantos, es necesario abordarla de una forma integral.

LA APERTURA DEL PRESIDENTE

El otro aspecto que se sale del tema de la seguridad es la apertura del presidente a las posiciones de otros actores sociales.

A las declaraciones de los jesuitas y de los obispos el presidente tuvo una reacción a la defensiva y política, muy propia de su perfil. Cuestionó si querían regresar a la estrategia de “mátalos en caliente”, criticó que antes no habían hecho señalamientos a la anterior estrategia y consideró que detrás de esas declaraciones estaban los conservadores, pero eso sí, aseguró que sus principios coinciden totalmente con los del papa Francisco y que su referencia como líder social es Jesucristo. Esta cerrazón del presidente se ha observado con otros sectores sociales como las mujeres, niños enfermos de cáncer y periodistas con quienes no ha tenido ningún tipo de diálogo y más bien, los ha acusado de estar manipulados por sus adversarios políticos.

En este aspecto, el presidente ha caído en la confusión de que los 30 millones de votos y la mayoría que tiene en el congreso le permiten desoír a otros actores sociales. Eso no puede suceder en ninguna democracia y le implicará un costo político.

CONCLUSIÓN

Difícilmente, veremos que se intensifique el conflicto entre los obispos y el presidente porque están claros que una disputa no traerá ningún beneficio a un país que sufre por la violencia.

Habrá expresiones particulares de un obispo, sacerdote o político en un tono confrontador, pero no serán parte de una posición que asuma el clero o la presidencia porque no van a radicalizar sus diferencias.

Los obispos de México mantendrán su posición de dialogo social para construir un camino de justicia y reconciliación que lleve a la paz. Ante la realidad tan apremiante se mantendrán en hacer un llamado a la unidad y no entrarán a la arena política.

Por su parte, el presidente, por lo que hemos visto, se mantendrá en su estrategia y en el guion de sus conferencias con algunas declaraciones controvertidas que serán recogidas por los medios de comunicación.

Lo más lamentable, es que los problemas de violencia e inseguridad persistirán hasta que no vengan los próximos políticos con aspiraciones presidenciales para replantear la estrategia de seguridad. Difícil de aceptar y de asumir.