Después del colapso de la casa de cambio de criptomonedas FTX, y toda la basura que ha salido posteriormente en el sentido del enorme desorden y falta de cualquier control en dicha empresa, se han incrementado las sospechas de que la mayoría de las compañías relacionadas al mundo cripto son un desastre administrativo y contable. Estas empresas carecen de un marco regulatorio que les obligue al orden y a no engañar prometiendo rendimientos que no pueden cumplir, los cuales actúan como gancho para atraer a inocentes desinformados en búsqueda de una ganancia fácil y rápida.
Pero su desorden no es nada en comparación del gigantesco fraude de apalancamiento sobre el cual se construyeron las super valuaciones de todo tipo de criptomonedas y con ello uno de los fraudes más grandes de este siglo. Todo esto ha ido saliendo a la luz pública tras la caída de FTX, aunque muchos ya lo sabíamos, lo que ha ocasionado una enorme pérdida de confianza en el público inversionista potencial y en los grandes inversores institucionales. Pero al final, lo más importante es el hecho de que las criptomonedas carecen de cualquier activo físico que respalde su “valor”, lo cual podría arrastrar a las criptomonedas a un valor ínfimo en un futuro no muy distante.
En este sentido, en un artículo de Andy Kessler, publicado en el Wall Street Journal, el autor advierte que el precio de las criptomonedas podría llegar a cero dado que ningún prestamista cuerdo otorgaría crédito a ninguna persona o empresa que esté respaldada por activos que carecen de cualquier garantía subyacente (como es el caso de las criptomonedas). Esto se ha más que evidenciado después del derrumbe de FTX.
El autor comienza mencionando que en el mundo real no hay muchas compras apalancadas de empresas de tecnología, y esto se debe a una buena razón: La tecnología y la deuda, como la bebida Red Bull y la leche, no se mezclan. ¿Por qué? Porque cuando la tecnología funciona, tiene valoraciones muy altas. Pero cuando una empresa se queda rezagada y la tecnología pasa a la siguiente gran novedad, pues no queda mucho valor residual de la empresa en forma de activos y garantías a los cuales recurrir en caso de impago de la deuda. FTX, Elon Musk y SoftBank están aprendiendo esta lección.
Twitter, que obtuvo ganancias por última vez en 2019, ahora tiene que pagar $1 mil millones de dólares al año por concepto de su deuda. Wall Street no puede deshacerse de la deuda de recompra de Twitter, ahora valuada en tal vez unos 60 centavos por dólar, sin perder dinero. Musk incluso le ha dicho a sus empleados que “la bancarrota no está descartada”. Por supuesto, Musk se ha beneficiado de la venta de sus propias acciones de Tesla altamente valoradas (aunque en declive). Como Jefe máximo de Twitter, Musk proclama que su plataforma operará bajo los principios de libertad de expresión, pero ante la amenaza de que Twitter sea aún más el mundo de las noticias falsas o “fake news”, es que los anunciantes están huyendo al igual que los empleados. Aquí el punto es que si Twitter fracasa e incumple sus compromisos de deuda, lo único que quedará de la compañía es un código envejecido y algunos pájaros azules de plástico para vender en una subasta. Por eso las empresas tecnológicas son tan riesgosas al dar financiamiento.
Ahora, el nuevo modelo de mezcla tóxica de tecnología y deuda es el ex CEO de FTX, Sam Bankman-Fried, con sus mal logrados imperios (el propio FTX y su empresa hermana Alameda). Claro, estas empresas se apropiaron indebidamente, por decirlo de la manera más sutil, de los activos de sus clientes. Y sí, es verdad que la estampida de retiros en la plataforma actuó como una corrida bancaria, lo cual llevó a la empresa a concurso mercantil o a Chapter 11. Pero si somos honestos veremos que el pecado original de FTX fue pedir prestado poniendo como garantía su propia criptomoneda (o token) FTT, el cual mantenía su precio de manera artificial, basado en nada más que en el aire.
Y ese fue el engaño masivo de la criptomoneda FTT, la cual se negociaba tan poco que FTX podía fijarle cualquier precio, pero obvio esto no iba a ser para siempre. FTX y Alameda tomaron prestados tokens que ellos mismos estaban manipulando en su precio, incluidos Solana y otros, que algunos llamaron ”Sam Coins” y ahora denominan “Scam Coins”. Su concepto fatal fue que pensaron que el precio de FTT se mantendría alto para siempre, por lo que invirtieron en posiciones a menudo poco líquidas. FTX incluso estaba pagando a los empleados, proveedores y cualquier otra persona que lo tomara por medio de tokens FTT, cuya capitalización de mercado total solía ser de casi $10 mil millones de dólares y ahora es en el mejor de los casos de alrededor de $400 millones.
No puedes manipular algo por siempre y la realidad eventualmente reemplaza al engaño. Para que colapsara FTX sólo se necesitó que alguien reventara con un alfiler la burbuja. Después de que Coindesk filtrara una copia de la hoja de balance de Alameda (cargado con tokens FTT), el CEO de Binance, Changpeng Zhao, comenzó a vender sus posiciones de FTT. Ese token pasó de valer $22 dólares a menos de $3 en un lapso de 48 horas. Para nada sirvió la pseudo garantía que respaldaba el apalancamiento. Cuando se disipe el humo veremos que, FTX/Alameda podrían tener entre $8 mil millones y $15 mil millones de dólares en deuda vigente, con pocos activos para vender y poder pagar, llevará años decidir quién recibe qué. Miles de clientes lo perdieron todo.
En este contexto, es importante mencionar que muchos aprovecharon el viaje. Surgió una industria artesanal de empresas cuyo único objetivo era impulsar el precio de las criptomonedas. Fue entonces cuando las cosas se volvieron tóxicas. La primera tarea de estas empresas era atraer a los clientes pagándoles intereses sobre sus tenencias de criptomonedas. El Protocolo Anchor detrás de los tokens algorítmicos de Terra-Luna, empresas que implosionaron de manera espectacular en junio de este año, estaban pagando un rendimiento de hasta un 20% anual.
Otras plataformas como Binance y Crypto.com también pagaban entre 4% y 8% o más en criptografía, en un claro esquema piramidal, engañando a las masas en momentos en que podrían ganar en los Estados Unidos solo el 0.01% de interés por parte de, bueno, los bancos reales. Pero, ¿cómo podría alguien pagar intereses por las criptomonedas? El esquema era simple, recibían el dinero de los clientes, para darse la vuelta y prestarlo a fondos de cobertura o cualquier otro que también quisiera usar el dinero para operaciones de apalancamiento hasta de 100 a 1. Era una locura.
La empresa Genesis Global Capital creó una plataforma de préstamos para facilitar el préstamo de criptomonedas. ¿Préstamos respaldados en qué? Nuevamente, solo en aire. Empresas como Gemini, creada por los gemelos Winklevoss, pagaban un 8% de interés para que los clientes pudieran obtener rendimientos, estar contentos y seguir invirtiendo dinero de más y más incautos. ¿Por qué había rendimientos en la criptografía? Buena pregunta. Funcionó muy bien cuando los precios iban hacia arriba, pero ya no tanto en el camino hacia abajo. Las cripto se prestaban como una papa caliente hasta que alguien se quedó con valores por debajo del 90% (desde su precio más alto) y todos los demás se quedaron con deudas en mora. Para muchos, siempre se supo que esta era la única forma en que la desilusión podría haber terminado.
La mayoría de estas plataformas de criptos ahora están congeladas para realizar depósitos y retiros. Obvio que podrían desaparecer a medida que los clientes atrapados con esta papa caliente exijan frenéticamente poder realizar retiros después del colapso de FTX. En retrospectiva claro que toda esta burbuja se pudo haber evitado, todo lo que los prestamistas criptográficos tenían que hacer era preguntar: ¿Cuál es la garantía subyacente? ¿Dónde están los activos que respaldan el valor de mi token? Sin una buena respuesta, ningún prestamista en su sano juicio habría prestado con esas garantías de aire. Pero el problema es que nadie preguntó.
Es muy probable que la suerte para la mayoría de criptomonedas sea desaparecer. Tal vez algunas sigan vivas como un genuino medio de pago, pero esa obsesión de poseerlas para ganar dinero rápido y fácil creo que no regresará. Recuerdo cuando el bitcoin “valía” poco más de 64 mil dólares, en mayo de 2022, la gente se volvía loca pensando que su precio llegaría al millón de dólares. Al momento de escribir estas líneas un bitcoin “vale” poco más de 17 mil dólares.
La tecnología, al igual que el Red Bull, funcionan como una sobrecarga hasta que su efecto se termina. Por su parte, la deuda, al igual que la leche, pueden matarte cuando se echan a perder. No se mezclan.