El sentido de pertenencia es inherente a la condición humana, todas las personas buscamos relacionarnos con aquellos con los que nos identificamos por condición de origen o afinidad de intereses, ya sea porque hemos vivido cosas similares o tenemos aspiraciones coincidentes, las relaciones humanas se fincan en la preferencias que nos describen en la individualidad y que nos motivan a asociarnos.
Lo anterior significa la motivación original que presupone la identidad de un militante, la palabra “MILITANCIA” por si sola evoca una descripción militar, en su concepto deducimos el compromiso, identidad y lealtad de un individuo para con una causa, un ideal, tal y como sucede con los soldados de un ejército, llevando este concepto a la arena política define una filiación partidaria en una persona que lo define con un perfil e ideales específicos.
La militancia política en la actualidad es organizada y reconocida en un contexto político electoral, sin embargo esto no siempre fue así, en nuestra historia asumirse partidario de un movimiento social (regularmente armado) identificaba además de su preferencia también su destino.
En la Independencia de México por ejemplo, ser “Insurgente” o “Realista” era condición de vida o muerte, en cualquier reunión podría adivinarse intereses subversivos y desencadenar en ejecuciones en nombre de la corona española.
La Revolución Mexicana se distinguió por la diversificación de las afinidades que se identificaban con el apelativo o el nombre del líder (Una costumbre que se mantiene en la política Mexicana), es así que pasamos de Revolucionarios, Federalistas y Centralistas a Porfiristas, Zapatistas, Villistas, Carrancistas, Porfiristas y Obregonistas; la identidad solía definir la vida o la muerte dependiendo de la región en que te encontraras y el momento.
La obligación de pertenencia resulto más que una costumbre en una necesidad del mexicano, la justificación social del futuro se daba en torno a la predominancia política del grupo del que se formaba parte.
Una vez superada la lucha armada y consolidado el pacto social que dio estabilidad al Estado Mexicano por medio del PNR (antecedente del PRI), se civilizó la representación social que hasta entonces solo podía darse por las armas, se dio paso a una cohesión social incluyente de los sectores y organizaciones de nuestra sociedad en busca del cumplimiento de las demandas de la revolución.
Es así que en la estabilidad del siglo pasado se permitió un incipiente corporativismo que abonó al desarrollo de una sociedad convulsionada que de a poco logro ver materializado sus causas en un marco de orden y prosperidad pos – revolucionaria:
Centrales obreras, campesinas y populares encontraron en una transición republicana el funcionamiento de nuestra sociedad. Sindicatos, organizaciones civiles y hasta una naciente disidencia de tintes conservadores (PAN), así como un liberalismo radical que creía inacabada la Revolución (Comunistas e Izquierda) tenían cabida en un estado moderno en la medida que la asociación y representación social de los ciudadanos les antecediera, es ahí donde cobra una relevancia la militancia activa de los ciudadanos.
Ser militante (más si lo eras del partido hegemónico) te significaba como ciudadano permeabilidad e incidencia en la mejora de tu entorno, en un mundo que para entonces no era global y accesible (como el que vivimos hoy) la unión de los muchos significaba el reconocimiento de derechos y un blindaje social en beneficio de la individualidad.
El PRI tuvo como acierto organizarse en sectores y organizaciones representativos de la sociedad, lo que le permitió ser cauce de las distintas aristas de una sociedad en construcción, al ser partido en el gobierno pudo prever el desarrollo de una sociedad, además de administrar los escenarios sociales, acostumbrándose a bromosas militancias que explicaban su predominancia en el escenario político.
Los tiempos han cambiado y las prerrogativas de una leal militancia se han diluido, hoy no hay derechos, ni reconocimientos pendientes a los que no se pueda acceder que no sea por medio de la pertenencia a un colectivo social; La rapidez de la información, el avance de transparencia y rendición de cuentas y en general el mundo global y accesible en el que vivimos hoy hace inconcebible estar obligado a formar parte de un colectivo para que nuestros derechos sean respetados.
¿Alguien todavía cree eso de que todo integrante de la CTM es Priista o que todo vinculado a la Iglesia Católica es Panista?
La vida política y social se ha institucionalizado, se ha venido puliendo y perfeccionando, anteriormente bastaba con identificarse con una corriente política y formar parte de sus actividades para decirse militantes, hoy en día para ser militante la ley electoral exige a los partidos políticos comprobar y demostrar que el interesado es ciudadano mexicano, con credencial de elector vigente y que la afiliación sea libre, voluntaria e individual (no corporativa).
A principios de este año 2020 y después de un proceso de actualización y reafiliaciòn de los partidos político, el Instituto Nacional Electoral llevo a cabo una depuración de los padrones de militantes de los partidos políticos, resultando en lo siguiente:
El PRD y el PRI son los partidos que tuvieron una depuración de 3 cuartas partes de su padrón de militantes, muchos lo traducen como el abandono de una militancia, lo cierto es que esos militantes nunca estuvieron ahí (basta con revisar los resultados electorales de la última elección), es la evidencia en todo caso de que durante años la flexibilidad de su proceso de afiliación se alimentó bajo simulaciones de un crecimiento que no correspondía a la realidad, pero no se puede perder lo que no se tiene.
Sin embargo el PRD y el PRI pueden presumir que aun después de la necesaria depuración, siguen siendo los partidos con una mayor militancia y esta es validada ya por la autoridad electoral, lo que tiene su explicación en la vocación popular de sus organizaciones, sus canales de afiliación y las pocas limitantes para lograr materializar una afiliación en estos institutos políticos.
En sentido contrario el PAN aun en lo compacto de su militancia tuvo un decremento de poco más de una tercera parte, a pesar de ser la segunda fuerza política en el país debe lo conservador de sus números a lo reservado de su derecho de admisión, no hace mucho tiempo para ser militante panista era necesario el filtro de cursos de ideologización y el visto bueno de un comité de selección, incluso los aspirantes debían pasar filtros con calidad de simpatizante o adherente antes que ser reconocido como militante; Acción Nacional no es un partido de masas y mucho menos de vocación popular, pero logran consistencia y uniformidad ideológica entre sus integrantes, ventaja que no logran los demás partidos.
Ha trascendido que el PAN y Movimiento Ciudadano están en riesgo de perder su registro, sin embargo no será así ya que si bien su militancia es compacta en número, bastara la afiliación que emprendan de aquí a los próximos comicios para superar el porcentaje requerido por ley.
MORENA deja en evidencia que la contundencia de su victoria no se relaciona con el factor de su militancia, siendo un partido de corte social y popular veremos en próximos años como crecerá su militancia seguramente.
El PVEM destaca no por incrementar su militancia en un 50% (cualidad bastante presumible), si no por no tener decrementos (padrones inflados), al ser un partido que lleva más de dos décadas en el escenario político hace deducir una cierta disciplina envidiable, su trabajo ha sido más en el enfoque de estrategias que en cultivar grandes militancias.
Las militancias en los partidos políticos hoy en día se han diluido y salvo que seas un dirigente o cuadro de mando medio hacia arriba de las estructuras, no resulta muy atractivo afiliarse; Hoy las militancias lejos de abrirte puertas (como lo fue hace un tiempo) te las cierra, ¿Cuántos casos conocemos de militantes que renuncian en cuanto la derrota se asoma? Ya sea por decepción personal o interés laboral, muchos prefieren simpatizar sin comprometerse formalmente con una afiliación; incluso para ser candidato ya no es necesario ser militante, anteriormente era inconcebible que alguien que no perteneciera a las estructuras lograra ser candidato a cualquier cargo, en la actualidad todos los partidos abren en sus estatutos la posibilidad de postular ciudadanos sino hasta de otro partido.
Los partidos políticos deben entonces valorar y fortalecer los cuadros políticos que sin dudar se asumen con la filiación a sus emblemas, porque ello solo se puede traducir en una férrea convicción, en estos tiempos de indeterminación y de ligereza social, es difícil que una persona se comprometa con ideales y causas, peor aún seria si son los partidos y no las personas las que se abandonan a sí mismos.