El día de los inditos: vivencia de una historia con espíritu

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

León Guanajuato a 4 de enero de 2020.-“La historia es el intento personal de recrear lo pretérito”, inducidos por “un sentimiento amoroso hacia lo que se fue y no volverá”. Seguro que don Pablo de Anda Padilla reflexionó al paso de los días sobre lo anterior cuando le fue solicitado el abandono del santuario de Guadalupe para que los jesuitas (venidos del templo de Lourdes) se hicieran cargo de él en 1903.

La explicación del traslado la ofrece el P. Zeferino Zeferinito Martínez, S. J. que fuera Superior del Templo de Lourdes al Padre General [de los jesuitas] “(…) En el pasado mes de noviembre [1903] nos trasladamos de la iglesia de Lourdes en la que se había fundado la Comunidad [jesuítica], al santuario de Guadalupe (…) Junto con la iglesia de Lourdes dejamos también la “casa” contigua que comunicaba con el templo. Ambos nos las había dado el Sr. [Obispo] Maximiano Reynoso [del Corral]. Pero ahora vivimos en otra cercana al templo de Guadalupe (…) La causa de nuestro traslado fue la necesidad de reparar la iglesia de Lourdes por las grietas que se en varios arcos y paredes; estas obras ya han comenzado a realizarse, (aunque no sin dificultades), a expensas de algunos hombres piadosos y de la limosna que juntan por pueblos e iglesias vecinas, y de bastantes personas pobres. El Obispo diocesano [Lepoldo Ruiz y Flores] ha donado otros mil [pesos] que ya se gastaron (…) La iglesia del Santuario bajo el título de Guadalupe, en la cual nuestros Padres ejercen sus ministerios, fue entregada por el Obispo temporalmente, mientras se terminaban las obras… de Lourdes; pero como durante este tiempo terminó su vida [el 29 de junio de 1904] el sacerdote aquél [don Pablo de Anda] que la había construido, con donaciones de los fieles recogidas por él mismo, quedó tal iglesia a  la libre disposición del Obispo.

Éste ha insistido mucho en que la aceptemos. Y promete estar dispuesto y preparado para cedernos el edificio [Casa de Ejercicios y habitación], y hacemos las escrituras. Dicha iglesia está situada en un extremo de la ciudad, pero dista poco de las principales calles de ella, y tiene fácil acceso con ellas, y en menores condiciones que la iglesia de Lourdes. Además, Lourdes no tiene adornos, ninguna estatua, carece de altares y casi todo lo demás. Guadalupe, en cambio, es una iglesia ya totalmente construida y adornada, tiene altares, estatuas, ornamentos y es una construcción totalmente nueva. Está ubicada en un lugar alto que domina la ciudad y es suficientemente grande.

Sin embargo, todavía no ha sido aceptada por los nuestros (…) En ella ya hace unos años que ejerce sus ministerios el O. Joaquín Castro (…) ha podido revitalizar y aumentar tres Asociaciones (…) Apostolado de la Oración, Madres Católicas y Socias de San Luis (…) [Provincia de México, Legajo 1003, fólder III, docto. 17].

El citado obispo Ruiz y Flores, amigo de la Compañía, por cierto, pone a la disposición de ésta las edificaciones (y obras) realizadas por el padre De Anda. En los documentos consultados no existe mayor referencia en torno a la peregrinación de los inditos. Con excepción de la consabida historia que conocemos todos y dice que:

El 12 de enero de 1876 se inició la hermosa tradición de los “niños inditos” es decir vestidos de “Juandieguitos”, o niñitas indígenas, que visitan a la Virgen, para que se les bendiga, y en cambio, portan canastillos o charolas con frutas, legumbres, alimentos, flores, etc. en simulacro de “regalo”, que regresan a su casa bendecidos. Esta fiesta se debió a que en la Catedral leonesa el Prelado Sollano celebraba el 12 de diciembre con gran esplendor, pues no había templo dedicado especialmente a la Emperatriz de México, y no quería opacar dichas festividades en el nuevo “Santuario” (Templo de Guadalupe). Se comenzó a celebrar todo el año, cada día doce mensual, repartido entre gremios y comercios, imitando la tradición de la Basílica Nacional Guadalupana, donde se reciben todo el año peregrinaciones de todas las Diócesis, repartidas. Esto se ha olvidado en León. Pero había un 12 especial y fue el 12 de enero: fiesta de “inditos”.  

En cuanto a las noticias contemporáneas podemos encontrar un poco la sensación del hecho guadalupano leonés. Su tratamiento es enredado y raya en el sensacionalismo histórico. Se cuenta la historia sin amor (José Fuentes Mares dixit). Veamos la nota siguiente:

“(…) la celebración tuvo su origen a un año después de que concluyó la construcción del santuario. En 1839 su construcción la señora Manuela Herrera, quien decidió patrocinarlo sobre un solar al pie del llamado de “La Soledad” o “de San Lázaro”. En enero de ese año comenzaron a levantarse los muros, pero después la benefactora murió. Por ende, la construcción se atrasó más de diez años. Hasta que el presbítero Luis Porto intentó retomar la obra sin éxito. Fue hasta 1870 cuando el padre Pablo de Anda Padilla, intervino para concluir su primera etapa, se volvió a bendecir y comenzó la construcción. Durante cinco años los feligreses ayudaron con recurso y fue el 12 de julio de 1875 cuando el santuario pudo ser bendecido por el primer obispo José María Díez de Sollano y Dávalos. Aun cuando la iglesia ya funcionaba, las obras seguían en marcha, aunque de manera muy lenta. En el Siglo XX (1900) un incendio en el interior del santuario destruyó la imagen de la Virgen y meses después vino un significativo cambio, el padre Pablo de Anda tuvo que entregar el templo a la orden de los Jesuitas, por indicaciones del recién llegado obispo Leopoldo Ruiz y Flores (quien duró 4 años) y mandó construir el templo del señor de la salud (Barrio Arriba), e inmaculado corazón de María. Esto fue doloroso para el padre quien murió en 1904”. [Visitan Santuario 40 mil inditos, a.m. de León, 12-ene-08].

Se recurre con lo anterior no a la fuerza de los hechos sino a meter a fuerza los hechos ya que el incendio no ocurrió en el año de 1900 sino el 25 de junio de 1903 y se perdió la imagen de la guadalupana que fue respuesta de manera posterior por el jesuita Gonzalo Carrasco quien la pintó a instancias del padre De Anda.

Por lo tanto, no se reconstruye, pero tampoco se interpreta la historia sino simple y llanamente desnaturaliza, ejecuta mal y no se sabe utilizar la llave de la Historia.