El debate sobre las encuestas

Con esos elementos se diseñan las estrategias electorales y al final, evalúan si consiguieron el objetivo

La reciente encuesta del periódico Reforma que mostró una amplia ventaja para el oficialismo generó una interesante discusión entorno de las encuestas. Por esa razón, ponemos sobre la mesa una lista con los prejuicios más comunes, los aciertos y la manipulación que existe sobre estos ejercicios demoscópicos.

  1. LAS ENCUESTAS SON DE QUIEN LAS PAGA. En el mundo de la política no faltarán personas y organizaciones que son capaces de ofrecer lo que quieren, quienes pagan sus servicios; sin embargo, también hay encuestadoras que basan su prestigio en el historial de sus resultados, es decir, tienen un trabajo detrás que respalda la información que difunden. Ir en contra de eso supondría dañar una imagen que han buscado construir a lo largo del tiempo.

Por esa razón, es importante identificar al responsable o a la organización que está detrás de cada encuesta; un ejemplo muy claro se refiere a la misma encuesta del periódico Reforma, donde anteriormente la responsable era Lorena Becerra que había alcanzado un reconocimiento, pero que desde octubre ya no colabora en el periódico y se alcanza apreciar.

  1. LAS ENCUESTAS SIEMPRE FALLAN. Una afirmación de este tipo supone desconocer en qué consiste una encuesta y las distintas variables alrededor de ellas. Son un ejercicio estadístico y de probabilidades, no se venden como la idea de que son un reflejo exacto de la realidad.

Una casa encuestadora realiza varias encuestas dependiendo del tipo de elección y también varias en el transcurso del tiempo. Algunas de ellas se acercan a los resultados y otras pueden alejarse. Las mismas encuestadoras revisan los resultados y analizan si coincidieron o la magnitud en la que se alejaron.

  1. LAS ENCUESTAS SE CONTRADICEN. En ciertos ámbitos las encuestas por lo general suelen coincidir. Pongamos como ejemplo, en este caso la elección presidencial, prácticamente todas las encuestas coinciden en las preferencias.

En donde suelen existir diferencias es en las encuestas locales porque difieren en la metodología o porque tienen recursos limitados para levantar encuestas de una manera más constante.

Por esa razón, es importante contar con la posibilidad de varias encuestas que permitan contrastar.

  1. TODOS LAS CUESTIONAN, PERO TODOS LA USAN. Esta es una realidad en la clase política mexicana. Cuando no les favorecen buscan cualquier detalle para desconocerlas, pero cuando les favorecen, ellos mismos se encargan de difundirlas.

De esta manera, veamos quien es el que está difundiendo las encuestas y ahí podemos aclarar todo.

  1. OFRECEN INFORMACIÓN PARA DECIDIR. A pesar de todo, las encuestas aportan información valiosa para que el elector pueda tomar una decisión. Identifica quien tiene más probabilidades de ser el ganador y con base en ello, reflexiona el sentido de su voto. Por ejemplo, si su primera opción no tiene ninguna posibilidad de ganar, considera una segunda opción que sí las tenga.

En el mismo sentido, puede reflexionar su voto sobre el Congreso si tiene la intención de que obtenga la mayoría o la tenga la oposición.

Una observación importante, también puede desincentivar el voto si los electores consideran que la elección está resuelta y nada la modificará.

  1. LA SEGMENTACIÓN ES IMPORTANTE. Dando un paso más adelante, la segmentación de las encuestas ofrece elementos muy valiosos porque identificamos los sectores donde están posicionados los candidatos.

Con esos elementos se diseñan las estrategias electorales y al final, evalúan si consiguieron el objetivo.

  1. SON UN TERMÓMETRO. Las encuestas también nos muestran las variaciones durante los procesos a partir de ciertos hechos. Como se van realizando diferentes encuestas, en este caso de las campañas electorales, se puede evaluar la forma en que afecta una declaración o un evento noticioso. Así sucede, por ejemplo, con la evaluación presidencial que puede tener caídas cuando acontece algún escándalo.
  2. NO SON LA PERFECCIÓN, PERO TAMPOCO SON EL PROBLEMA. Las encuestas no van a dejar de aparecer, aportan información importante para políticos y electores, también seguirán con controversias por sus metodologías, sus alcances y sus variables, pero no son el problema. En todo caso, el problema radica en una vorágine electoral que manipula cualquier cosa para conseguir creyentes.

Esa vorágine de políticos y partidos si no encuentra algún límite termina por trastocar cualquier cosa y eso le puede suceder a las encuestas, pero también a otros aspectos de las campañas electorales.