La presidenta municipal de Guanajuato, Samantha Smith, inició la semana siendo mencionada en el medio nacional El Universal. La mención no tiene que ver con su primer año de gobierno ni con el reciente Festival Internacional Cervantino. El nombre de la presidenta se incluye dentro del conflicto público entre ella y el músico guanajuatense Ángel Quezada, Santa Fe Klan, después de que Smith Gutiérrez advirtiera a los medios que el cantante no contaba con permiso oficial para realizar un baile en su barrio. La respuesta de Ángel Quezada, quien no había sido reconvenido antes por las autoridades locales, no se hizo esperar: “…ni mi mamá le pido permiso pa’ hacer los bailes en el barrio, ya mero que le voy a pedir chance a la doña…”.
La respuesta de Ángel Quezada, colocada en redes, tuvo un impacto inmediato en seguidores y medios que la replicaron con velocidad. Es claro que él es una figura pública influyente, alguien que en los últimos años ha ido aumentando su presencia, colaboraciones y, con ello, su poder de convocar y comunicar. Sin embargo, la presidenta municipal de Guanajuato no cuenta con el mismo nivel de alcance ni de aceptación.
A unos días de la publicación, se hizo evidente que el tema se resolvería mediáticamente a favor del cantante, gracias a la popularidad que goza, la cual se convirtió en la variable decisiva para definir la atención al conflicto, más allá de los aspectos jurídicos y administrativos.
Resulta notorio que Samantha Smith no calculó sus palabras de autoridad y orden en el contexto de la relación que fueron tejiendo ella y su familia con el rapero. Habremos de recordar que fue su esposo, y después ella, quienes publicaban su presencia VIP en sus conciertos, encuentros personales e incluso su participación en bailes en el barrio al que hace referencia Ángel Quezada. En ese contexto, Navarro intentó apropiarse sin éxito de sus formas, ademanes, expresiones y códigos de vestimenta, que no basta con portar, sino que hay que entenderlos en el contexto donde se construyen
Y Navarro, aunque lo simule, no es del barrio. No es del barrio que invoca un Ángel Quezada en sus testimonios y canciones. La complejidad y los contenidos de esta expresión atraviesan dinámicas vitales que a Alejandro Navarro le son ajenas. Lo intentó desde la artificialidad, y la prueba de ello fue el forzado título que intentó apropiarse: “Navarrio”, un apodo que contrasta con la acumulación de sus bienes públicos y sus desplantes al intentar explicarlos
La pobreza y el hambre hacen salir de casa
Y los que tienen poder hacen que nada pasa
El barrio le atora ninguna se raja
La tierra es para el que la trabaja
Nada más cuidadito porque si la cagas
Siempre te dan donde más te duele
No te equivoques, errores, no hagas
(Extracto de canción Mi Guanajuato, Ángel Quezada)
La relación entre Navarro Smith y Santa Fe Klan se explica por la ganancia mutua, aunque parece que la presidenta y su esposo se beneficiaban más. La invitación a Susana Jasso, la mamá del cantante, a la planilla de la hoy presidenta es un ejemplo de esto. Mientras tanto, el cantante realizaba actividades sin necesidad de solicitar autorización a la autoridad local, lo que sugiere un trato preferencial.
La presidenta municipal cambió su postura debido a las crecientes quejas de algunos vecinos por el ruido. También se especula que algunas de esas quejas provienen de la zona de Marfil, donde habitan ciudadanos con mayor influencia y capacidad para hacerse escuchar por la autoridad. Sin embargo, este cambio de postura llegó después de haber permitido previamente ciertas conductas, lo que generó inconsistencias en su mensaje. Al intentar imponer orden, su accionar pareció más una maniobra para ejercer autoridad sobre un ciudadano del que antes buscó beneficiarse, lo que hizo que el resultado fuera previsible.
Ángel Quezada aprovechó su posicionamiento de franca rebeldía para agregar cuestionamientos sobre el desempeño de Smith Gutiérrez. Señaló problemas reales, como la falta de servicios básicos en las comunidades, la situación del hospital y la necesidad de atender las necesidades básicas de los ciudadanos. Su llamado a la acción fue directo: “Usted a lo suyo, doña. Si no hace algo por Guanajuato, lo haré yo”. El joven rapero fue contundente en su crítica y demostró habilidad política al posicionarse en temas que sabe que contarán con mayor respaldo, lo que podría hacer que se olvide el punto inicial del conflicto.
Si Samantha apostaba por aumentar puntos presentándose, a destiempo, como autoridad, sus cálculos obraron en su contra. La aplicación de la ley, que debería haber sido de carácter general durante los trienios de Navarro y el de Samantha, se ha caracterizado por ser discrecional y selectiva.
Al momento de escribir esta información es difundida por el equipo de comunicación del gobierno local, diversos medios anuncian acercamientos entre la presidenta municipal y el cantante: “Estamos en constante comunicación con Pamela, la hermana, con quien hemos establecido algunos acuerdos, y yo estaré a la espera de que se puedan cumplir”. Esto último refuerza la lectura de que quien se amedrentó fue ella. Quien requiere calmar el estado de las cosas es la presidenta. La popularidad y legitimidad vulnerada es la de ella. Para Santa Fe Klan, todo fue ganancia.
Tras el Festival Cervantino, y en la coyuntura del conflicto entre la presidenta municipal y Santa Fe Klan, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE Guanajuato) publicó un posicionamiento en torno a las condiciones de la ciudad, señalando el desorden y el caos que priva en calles y banquetas por el excesivo comercio ambulante. En un comunicado, con un tono cuidadoso y administrando intereses, redactan: Guanajuato es una joya arquitectónica reconocida por su historia, (…) por ello, expresamos nuestra preocupación ante la instalación de negocios ambulantes o estructuras temporales que afecten la estética urbana, la movilidad y la armonía visual de nuestros espacios históricos.
Ángel Quezada ejerció las licencias concedidas, su poder y presencia para ser escuchado. Estos dos últimos atributos superan al gobierno municipal que hoy cuestiona, a los hechos. Su crítica abre otras formas y otras voces. Veremos si con la misma urgencia que hoy busca al rapero guanajuatense, Samantha Smith busca el acercamiento y el resarcimiento con las otras muchas voces que disientan de su gobierno, que a poco más de un año ya camina con el desgaste de un trienio de cuatro años. La ironía es que Santa Fe Klan vino a enseñarle a la ciudad cómo ser crítica.







