Agencias.-Hace tres años, Steve Easterbrook se quedó sin paciencia. Antes de volar a su casa en Chicago para la Navidad, se detuvo en Madrid. El ambiente se agrió cuando los ejecutivos españoles de McDonald’s lamentaron grandes pérdidas en las noches del Barcelona-Real Madrid. Los comensales se quedaban en casa y ordenaban al archirrival Burger King, un servicio que McDonald’s no ofrecía.
Conceder a Burger King en cualquier circunstancia es una indignidad, pero perder cientos de miles de clientes por las modernas tácticas del enemigo fue la gota que colmó el vaso. Era todo lo que era defectuoso en el negocio que Easterbrook había operado durante 22 meses: McDonald’s era demasiado análogo. Una semana antes de ser nombrado director ejecutivo, la empresa anunció que había sufrido uno de sus peores años en décadas. Había llegado el momento de abordar una debilidad que se extendía más allá de los territorios ibéricos de la compañía.
Hace tres años, Steve Easterbrook se quedó sin paciencia. Antes de volar a su casa en Chicago para la Navidad, se detuvo en Madrid. El ambiente se agrió cuando los ejecutivos españoles de McDonald’s lamentaron grandes pérdidas en las noches del Barcelona-Real Madrid. Los comensales se quedaban en casa y ordenaban al archirrival Burger King, un servicio que McDonald’s no ofrecía.
Conceder a Burger King en cualquier circunstancia es una indignidad, pero perder cientos de miles de clientes por las modernas tácticas del enemigo fue la gota que colmó el vaso. Era todo lo que era defectuoso en el negocio que Easterbrook había operado durante 22 meses: McDonald’s era demasiado análogo. Una semana antes de ser nombrado director ejecutivo, la empresa anunció que había sufrido uno de sus peores años en décadas. Había llegado el momento de abordar una debilidad que se extendía más allá de los territorios ibéricos de la compañía.