La existencia de una vasta economía informal en México ocasiona todo tipo de males que impiden el desarrollo económico y social. Desde luego que es una fuente de competencia injusta e ilegal para empresarios que si pagan sus impuestos y hacen frente a la elevada carga social que implica el generar empleos registrados ante el IMSS. Las empresas, sean micro, pequeñas, medianas o grandes, que están en la informalidad por lo general pueden ofertar sus bienes y servicios a precios más bajos, ya que tienen costos de mano de obra inferiores y no cobran el 16% de Impuesto al Valor Agregado (IVA). Las empresas en la economía informal, al no pagar correctamente sus impuestos, tampoco contribuyen al desarrollo nacional.
En el encabezado de esta entrega digo que la economía informal es un cáncer porque con su existencia, se limitan las posibilidades de que el Producto Interno Bruto (PIB) crezca por encima del nivel promedio de 1.5% observado de 2000 a 2021. Esto porque al mermar la rentabilidad de las empresas formales, se limita su capacidad de invertir, crecer en producción, aumentar la contratación de personal y mejorar los sueldos.
Y lo que es peor, la economía informal es un cáncer porque provoca que algunos negocios formales se vuelvan total o parcialmente informales para poder “sobrevivir”. ¿Cómo le hace un negocio para subsistir cuando su competencia se ahorra el 30 a 40% del costo de mano de obra, además de que no carga el IVA a sus clientes y por lo tanto tiene precios mucho más bajos? La respuesta es que en ocasiones, se quedan con una menor cuota de mercado o de plano comienzan a vender parte de su producción sin facturarlo ni reportarlo al fisco. Es decir, aquí aplica la teoría de las ventanas rotas y un informal puede provocar que haya más informales.
En este sentido, en una de las pasadas entregas comenté que la razón por la cual México no era considerado un país del grupo de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) es porque no tiene un mercado interno fuerte que le permita crecer por sí solo, o bien poder ser considerado un “motor de crecimiento” de la economía mundial.
Es decir, desafortunadamente nuestro país es un “seguidor” de los acontecimientos mundiales, y no es un “líder” que provoque que a la economía mundial le vaya bien o le vaya mal. Y esto obedece precisamente a esta grave incidencia de la economía informal en todo tipo de actividades económicas, desde el comercio hasta las actividades manufactureras, pasando por los servicios. En todas ellas vemos personas y empresas que no pagan impuestos correctamente o bien que tampoco registran a sus trabajadores ante el IMSS.
En esta entrega, quiero analizar lo extendida y lo poco productiva que es la economía informal en México. El pasado jueves 16 de diciembre, el INEGI presentó los resultados preliminares de la Medición de la Economía Informal 2020, que tiene como objetivo medir qué tanto contribuye al Producto Interno Bruto (PIB) del país. En el reporte vemos que en 2020 la economía informal registró una participación de 21.9% en el PIB nacional, la proporción más baja desde 2003 (cuando se empezó a medir este problema). El porcentaje de participación más alto de la economía informal ocurrió en 2009 con un 24.4%, mientras que en 2019 fue de 23.1%. De acuerdo con el INEGI, derivado del confinamiento por la pandemia por COVID-19 es que dicho porcentaje bajó al 21.9% antes mencionado.
De acuerdo con cifras preliminares, la contribución de 21.9% del PIB informal se generó por 55.6% de la población ocupada en condiciones de informalidad. Por el contrario, el 78.1% del PIB lo generó el sector formal empleando el 44.4% de la población ocupada formal. Esto significa que por cada 100 pesos generados del PIB del país, 78 pesos lo generan el 44% de ocupados formales, mientras que 22 pesos los generan el 56% de ocupados en informalidad. Esto tiene implicaciones enormes, ya que denota que la productividad del sector formal es 3.46 veces más productivo que el sector informal de la economía o puesto de manera más simple: si una persona que labora en la economía informal en promedio produce 1 peso, su contraparte en la economía formal produce 4.46 pesos.
Este hecho explica buena parte del por qué generalmente los sueldos o ingresos son más altos en la economía formal respecto de la informal y exhibe que en cuanto a mano de obra, tenemos el potencial de generar un PIB al menos 77% más alto que el actual.
Por su parte, cabe señalar que en el comparativo de 2019 a 2020, la participación de la ocupación laboral informal disminuyó de 56.5% a 55.6%, mientras que su aportación al PIB pasó de 23.1% a 21.9%. Esto es indicativo de que entre 2019 y 2020, el personal ocupado en la economía informal aumentó su productividad en 3.79%, pero fue porque disminuyó más la gente laborando en la economía informal que lo que bajó su producción.
Es verdad que la economía informal es vista por muchos, como una válvula de escape en materia laboral, ante la imposibilidad del sector formal de crear los empleos suficientes que se requieren cada año. Pero también es cierto que dado lo extendido que esta la economía informal, hace prácticamente imposible que el sector formal pueda crecer a todo su potencial. Es así que estamos atrapados en un círculo vicioso del cual es muy difícil escapar.
Las personas responden a incentivos, y con esto en mente queda claro que la forma de revertir la incidencia de la economía informal es creando castigos para quienes están en la ilegalidad y premiando a los formales. Pero lo malo es que en México, en materia fiscal las cosas están completamente al revés, ya que con el marco actual se castiga al formal por cualquier falta que éste cometa, mientras que al informal no se le molesta.