En días pasados lamentamos el fallecimiento del politólogo Leonardo Morlino. Investigador italiano que realizó importantes aportaciones a la Ciencia Política en temas como el método comparado y la democracia.
El politólogo a diferencia del político tiene una comprensión de la realidad política más estructurada y fundamentada que le permite que su legado permanezca en el análisis del fenómeno político.
Parte del legado del Leonardo Morlino está en el estudio de la calidad de la democracia. Una investigación por demás oportuna con los cambios recientes que experimentan las democracias en América Latina en los últimos años.
Para el politólogo italiano una democracia de calidad es: “Aquella que garantiza el ejercicio de la libertad y la igualdad a sus ciudadanos y que se sustenta en un Estado de derecho; en la que los ciudadanos pueden monitorear la eficiencia de la aplicación de las leyes, de las decisiones tomadas por el gobierno, la responsabilidad política por las decisiones con relación a las demandas expresadas de la sociedad civil, y además pueden pedir cuentas a sus gobernantes y éstos, a su vez, rendirles cuentas a ellos” (Morlino 2020).
De esta definición se desprenden ocho dimensiones con cuales se mide la calidad de la democracia de los diferentes países y son las siguientes:
- Estado de derecho que se refiere al respeto a la ley.
- Rendición de cuentas electoral en donde los electores pueden exigir cuentas a su funcionario electo.
- La rendición de cuentas interinstitucional que es la responsabilidad que tienen los gobernantes de responder ante otras instituciones o actores colectivos investidos de autoridad.
- La participación que son el conjunto total de comportamientos que permite a los hombres y a las mujeres crear y fortalecer la identificación de grupo.
- La competencia partidaria cuando hay más de un actor político involucrado en los procesos de toma de decisiones políticas.
- La reciprocidad o capacidad de respuesta del gobierno y que repercute en la satisfacción de los ciudadanos.
- Respeto pleno a los derechos.
- Y la progresiva realización de una mayor igualdad política, social y económica.
Con base a estas ocho dimensiones se obtienen indicadores que le permitieron a Morlino poder clasificar las democracias en América Latina y se puede hablar de democracias con alta calidad como: Costa Rica, Chile y Uruguay. También encontramos democracias con baja calidad: El Salvador, Nicaragua y Venezuela.
Nuestro país se ubica en un lugar intermedio, número 9 de una lista de 15 países con 3.14. Uruguay tiene el más alto con 3.88 y Venezuela el más bajo con 2.42 (2014).
A simple vista parece que estamos más cerca de Uruguay que de Venezuela; sin embargo, pongamos atención en los cambios recientes en México que seguramente influirán en la modificación de esta medición.
No nos podemos adelantar a los resultados, pero sí podemos asegurar que ante un cambio de régimen viene un cambio en la calidad de la democracia.
Afortunadamente Leonardo Morlino nos legó un instrumento que nos permite monitorear con cierta objetividad la calidad de la democracia y valga este recordatorio como reconocimiento a su trabajo.