Docencia en la era digital: Retos, Oportunidades y Acompañamiento Mutuo

Por: Mtro. Óscar Emmanuel Cisneros Juárez, Coordinador de Desarrollo Docente

El mundo contemporáneo, caracterizado por el uso generalizado de las tecnologías digitales, el acceso inmediato a la información a través del internet y ahora revolucionado con la Inteligencia Artificial (IA), impacta en la educación, en muchas formas, y en la docencia como uno de sus pilares básicos. En estos días de celebración a la labor educativa, conviene preguntarnos cuál es el papel que jugamos las y los docentes en la educación, así como el papel de las tecnologías digitales en ello.

La era digital a la que asistimos puede tener un poder educativo importante, por poner algunos ejemplos al posibilitar a docentes y estudiantes el acceso a la información de una manera casi inmediata, brindarnos la oportunidad de colaborar más allá de los espacios del aula física, acceder a recursos y objetos de aprendizaje que pueden potenciar nuestro desarrollo, e incluso, enriquecer trayectorias individuales al permitirnos personalizar el aprendizaje. Pero, ¿es necesario una figura docente ante esta accesibilidad a la información, los recursos, objetos de aprendizaje y posibilidades de personalización que brinda la inteligencia artificial?

Sin duda estamos frente a preguntas serias dado que estas herramientas están modelando un nuevo ecosistema educativo que requiere de una profunda reflexión sobre el rol del profesorado ante ello. La respuesta es sí, en tanto podamos comprender que las tecnologías digitales son herramientas que apoyarán la labor docente y no un entramado de soluciones que, en aras de automatizar o hacer eficientes los procesos, lo sustituyan.

Hoy en día las reflexiones tanto de las personas expertas como de organismos educativos internacionales, en temas sobre la tecnología y la educación apuntan cada vez más a subrayar la importancia de procesos de alfabetización digital en la que docentes y estudiantes se construyan no sólo como usuarios técnicos de lo digital, sino como usuarios críticos, éticos y formados para comprender la realidad inmediata, virtual o construir inéditos con apoyo de ellas.

Este pequeño gran matiz nos lleva entonces a que las tecnologías digitales pueden ser medios para construir el aprendizaje y no es sólo el lugar donde se depositan grandes cantidades de información a las que acceder. Los medios digitales, resultan estériles sin un estudiante o un docente formados en la posibilidad de hacernos preguntas eternamente.

Aunque no podemos obviar el aún enorme reto del acceso desigual a la tecnología y mucho más a la alfabetización digital en la educación, sí podemos las y los docentes asumir el compromiso de colocarnos en nuevos lugares con nuestros estudiantes y ese lugar es, como dice Recalcati, la hora de la clase. Ese espacio – tiempo donde está el corazón de la escuela para construir experiencias intelectuales, emocionales y/o aventuras retadoras que nos pueden llevar con el acompañamiento del docente y el apoyo de las tecnologías digitales a lugares insospechados de saber. Nada distante del nuevo contrato social para la educación al que nos llama la UNESCO.

Distingo la hora de clase, no sólo como el encuentro cara a cara de la modalidad presencial o tradicional; sino como una figura simbólica de encuentro que, en otras modalidades, como las mediadas por la tecnología de la educación virtual, también es un faro orientador sólo que con formas distintas y, claro, sus propios retos conectivos.

No podemos perder de vista que tenemos las y los docentes en una hora – clase, la posibilidad de construir vínculos humanos y de saber con nuestros estudiantes; y que ese vínculo a su vez es una forma de modelamiento para que ellos mismos los hagan con el saber propio de su disciplina apoyados de las bondades de lo digital. En instituciones educativas lasallistas como la nuestra, este acompañamiento para la formación integral se traduce en una mediación para el aprendizaje apoyada en recursos como los digitales.

Mediar el aprendizaje con nuestros estudiantes supone que caminemos junto con ellos a que se adentren al mundo, sí a través de los medios digitales, pero siempre partiendo de la base que son medios y no fines en sí mismos. Por ponernos prácticos, tiene un poder educativo en una clase dar lugar a herramientas de IA generativa, a la hora de buscar información, o bien plantear problemas o soluciones; pero lo tiene aun más acompañar a las y los estudiantes a construir las preguntas o “promts”, el discernir sobre qué herramienta usar, por qué y para qué; amén de analizar lo que como producto de la interacción con ellas se generó. Y estos planteamientos, no son posibles sin el papel educador de la relación pedagógica.

Podemos encontrar muchas ventajas entonces, pero también debemos mencionar los riesgos como los de integridad sobre la construcción de los trabajos, tareas o productos; la ética y la privacidad de los datos, nuestra propia resistencia al cambio tecnológico y, en mi apreciación, el mayor de todos: el riesgo de que las y los docentes cedamos nuestro papel educador a las herramientas digitales.

Lo digital no es entonces una tendencia pasajera, sino una realidad que ha modificado las estructuras de todos los ámbitos de la realidad. Ante ello algunas claves estarán en la alfabetización digital -tanto de docentes como estudiantes-, el dominio de las herramientas, el poder del pensamiento crítico y ético; así como el valor insustituible del docente que a través de la mediación pedagógica de “una clase” se vincula con sus estudiantes para acompañarlos en su formación integral.