Día Nacional del Cine Mexicano: el simple hecho de la conciencia

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

León Guanajuato a 16 de agosto de 2021.-El festejo del Centenario de la Independencia de México no llegó a ciudad Amoxco como en otras ciudades, pueblos y congregaciones del Alto-Bajío. —«Donde no hay no se puede sacar»—decían los amoxquenses con recurrencia. En su lugar llegó la conmemoración del Inicio de la Independencia de la Nueva España— reconocida por el barón de Humboldt en 1803 luego llamado Estados Unidos Mexicanos o México a secas con todo y reducido territorio.

Para celebrar las fiestas del Centenario las autoridades del lugar de libros fueron a León de los Aldamas invitados por el gobierno (todavía porfirista) del Estado de Guanajuato. Allí se concentraron para verificar un desfile con carros alegóricos, la ceremonia de la Arenga con quema de castillos y lanzamiento de cohetes y, lo más destacado para los funcionarios amoxquenses, la cena ofrecida por la autoridad leonesa, según consignaba la invitación.

Las autoridades municipales cruzaron el cerro del Gigante por el rumbo de la comunidad de Alfaro y llegaron a León desde temprano. En Amoxco dejaron como encargado del despacho al segundo secretario—de apellido Serrano y de nombre O., como solía abreviarlo en todo documento—quien llevaría a cabo el protocolo del festejo.

Los amoxquenses le vieron mal.

Entonces los de «la facultad del movimiento» reunidos en el teatro De Campos (léase: CINEMATÓGRAFO GRANDA) discutieron el tema y acordaron “conmemorar” la significativa fecha por su cuenta.

El joven secretario segundo quedó estupefacto al conocer el programa. Les comentó a los presentes que no tenían conciencia de lo que hacían y no participaría en “tan bochornoso acto”. La comitiva de la Conmemoración hizo caso omiso de lo dicho y se avocó a organizar tan rápido como pudo la celebérrima reunión en el recinto del GRANDA.

El programa incluía sólo fotos fijas con paisajes de México, declamación de poesías a la Patria por parte del librero Gamoneda; alocución sobre la Independencia y su consumación; un bailable de la región: la danza de los obreros Curtidores; un acto único de teatro y música variada, que incluía, como acto final la interpretación del Himno Nacional Mexicano para luego salir a uno de los balcones del teatro De Campos y dar la Arenga de Independencia.

En punto de las diez de la noche dio inicio el aventurado programa.

Al interior del GRANDA todo era solemnidad y fiesta.

Don Jacobo presidía la junta con los vecinos más notables: el abuelo Juventino Amate, el doctor Del Castillo, el licenciado Juárez, el librero e impresor Gamoneda, el chino Hsiang recién llegado de la Bahía de Santa Lucía; las señoritas de la papelería Goma, los Villa-Manrique y también, los Vera, los Palma, los Porras, los Campuzano y otros más.

Serrano O., el encargado del despacho, quien había ya notificado por telégrafo a sus superiores la trasgresión al estado de derecho (sic) verificada en el CINEMATÓGRAFO GRANDA, se mantuvo en primera fila.

El conocido pianista e intérprete Pascualito H. interpretó una nostálgica pieza que derivó en un cálido aplauso. Lo mismo le ocurrió al librero Gamoneda cuando fue presentado por don Jacobo Granda y dijo, citando a Cervantes que, hacerse poeta, es enfermedad incurable y pegadiza.

Luego vinieron, en voz del librero, unos versos de Francisco de Quevedo y Villegas (“Miré los muros de la Patria mía/ Sin un tiempo fuertes, ya desmoronados,/ De la carrera de la edad cansados,/ Por quien caduca ya su valentía./”) y siguieron otros de Manuel Acuña, A la patria (“Yo te amo… y al acercarme/ ante este altar de victoria/ donde la patria y la historia/ contemplan nuestro placer,/ yo vengo a unir al tributo/ que en darte el pueblo se afana/ mi canto mi canto de mexicana/ mi corazón de mujer.”//); de Salvador Díaz Mirón A Hidalgo (“México, patria augusta,/ patria querida a cuyo nombre santo/ entre sonrisas por el labio asoma/ el alma noble para darle un canto.”); para cerrar con el célebre Canto a Amoxco  de Triunfo Manrique: “Consagrado en letras de oro en los anales del Reino/ ora pro nobis martyr Sebastiane/ arranca del paisaje esta perenne indigencia/ pondera la fastuosidad/ que siempre tengamos Luz para todos/ y no haya pesadumbre/ somos hijos del refugio consagrado/ los desterrados…/”.

Sobrevino entonces la danza de los obreros Curtidores con el ballet de la maestra García Hermosillo e inmediatamente el acto único de una obra independentista dirigida por Lalo Nava, para dar paso a las vistas fijas.

Dichas fotos fijas correspondían al registro hecho por Eugenio Espinobarros fotógrafo—que tenía unos parientes en Silao de la Victoria y fueron los que le pasaron el material a don Jacobo vía Paco Padilla el dueño del bazar—por los sitios más significativos de la República mexicana.

Los últimos afiches del álbum fotográfico proyectados fueron acompañados, con las notas del Himno Nacional Mexicano de Jaime Nunó ejecutadas por la Banda del Ejército Federal y cantados los versos de Francisco González Bocanegra, por el tenor Manuel Romero Malpica, en un disco de 78 rpm que consiguió don Jacobo Granda dos años atrás (también con Paco Padilla del bazar).

El público fiel al GRANDA no dudó en ponerse de pie para rendir tributo a la Patria mexicana que conmemoraba 100 años de lanzar el grito de reconocimiento y no de distinción ante el mundo.

Al final un ¡viva México! refrendó el patriotismo de los amoxquenses.

Hubo vivas también para el presidente Juárez.

Serrano O., el encargado del despacho vio con furia el alzamiento de los artistas y amigos allí reunidos. Guardó para sí aquel rencor y fingió estar bien.

La comitiva del GRANDA salió al balcón del teatro De Campos y pidió al secretario Serrano O. presidir la ceremonia. Así lo hizo el funcionario quien integró a la proclama a don Porfirio Díaz, cosa que le acarreó bastantes abucheos.

La conmemoración de la Arenga del inicio de la Independencia fue fastuosa para ciudad Amoxco.

Para los libres de Amoxco fue un triunfo ante la dictadura.

Para el CINEMATÓGRAFO GRANDA fue su traspaso a la Historia.

Don Jacobo Granda apuntó en su cuaderno de notas:

—«15-16 de septiembre.

La conmemoración del Grito fue sorprendente. Los vecinos se portaron como deben, quiero decir, como verdaderos ciudadanos, como auténticos patriotas. Cuando escuchamos el Himno Nacional Mexicano, que tocó el aparato Edison, nuestra gente se puso de pie, y pensé, estrechando la mano de mi esposa, en los versos de Whitman: «El simple hecho de la conciencia, estas formas, la facultad del movimiento.».

Eso somos en Amoxco desde el GRANDA, «la facultad del movimiento, el simple hecho de la conciencia».