¿Devolver la voz a los artistas?

Juancarlos Porras

Sin tener un plan de trabajo que vincule, dentro de la política cultural que tanto necesita el Municipio de León, a los artistas, promotores culturales y maestros para beneficio de los ciudadanos, Lisette Ahedo Espinosa nueva titular del Instituto Cultura de León, ICL se lanza sin pena ni gloria, es decir, sin un solo diagnóstico cultural de por medio, a tratar de resarcir con el gremio cultural y artístico la nulidad con la que lo atienden así como el poco interés que se tiene para desarrollar a sus protagonistas con miras a saber abonar y cultivar el espíritu de todos como marca la Cultura.

La encomienda que tiene, dada por alguien o algo, es dar a conocer los “tantos programas y convocatorias” que maneja la institución para que los artistas “tengan las condiciones correctas, los montos de los programas que están hechos, es decir, que el portafolio de Fomento a creadores esté bien realizado, bien pensado, bien ejecutado con los creadores”. Sin dejar de lado “que ellos puedan ir a otros festivales y que el Instituto les, facilite el camino a ese quehacer”.

Lo anterior se concentra en dar aviso de ocasión de lo que todos sabemos ya que la nómina de “eventos culturales” está muy bien etiquetada con el recurso propuesto para poder ejercerlo dentro de los nombres de los programas consabidos: Feria Nacional del Libro, Territorios Culturales, Festival Internacional de Arte Contemporáneo, FIAC, por citar sólo algunos. Para ello realizará “mesas de trabajo” tal como las que han sucedido cuando se detuvo el FIAC o bien cuando la Muestra de Teatro Leonés, MUTEA migró a Concurso de Teatro para finalizar en Encuentro de Teatro.  O la Comisión de Bellas Artes, COBA que recaló demasiado entre 1998-2000.

Todo esto bajo el marco normativo, pero poco estudiado, de la llamada “Ciudadanización de la cultura”, concepto acuñado en los tiempos de la gestión de Sari Bermúdez como presidente de Conaculta 2000-2006 que bajo el amparo de Eudoro Fonseca Yerena pervivió como tema de relevancia solo en los primeros tres años del sexenio de Vicente Fox Quesada pero que contribuyó a mermar el desarrollo de una política cultural democrática auténtica para convertir el modelo en buenas intenciones como aquel asunto de “devolver la voz y la capacidad de decisiones de las comunidades” del país.

Nada más falso pues la descentralización que se buscaba sólo orilló a concentrar los fondos económicos para ofertarlos a los políticamente correctos sin pensar en el desarrollo de la política cultural en el país, los estados y los municipios. Entonces, volvemos al mismo bucle del tiempo en León, donde se presenta como novedad y acercamiento confiable la devolución de la voz al gremio cultural y artístico por parte de la Institución operante. En verdad que no tenemos memoria.