De la matria y otras topias | El silencio de Alejandra Gutiérrez

Iovana Rocha Cano.

En un contexto de violencia contra mujeres y niñas el silencio de las autoridades es una agresión que potencializa el desánimo de una sociedad que espera y exige respuestas, acompañamiento, medidas de no repetición y apoyo, en plural y singular.

El silencio se asocia con indiferencia, lejos está la posibilidad de imaginar un silencio envuelto en compromiso y actividad que lo justifique. El silencio como política de gobierno de Alejandra Gutiérrez sabe agresión, a soberbia patriarcal y a una profunda misoginia institucional.

No recuerdo la salida a medios inmediata y franca de una presidenta municipal haciendo uso de su potente voz para llamar a la búsqueda de mujeres desparecidas. Tampoco ubico un llamado sustantivo a sus áreas de gobierno para acompañar a víctimas y a sus familias. Por el contrario, suele ser la última en aparecer, lo hará cuando sea inminente que deba hacerlo. Como regla, lo hará tarde y lo hará mal.

Alejandra Gutiérrez, presidenta municipal de León, por segundo periodo, tiene su propia agenda de gobierno. Asume que puede hacerla desde lo que ella, y su grupo cercano, ubican como temas prioritarios con sus propios datos ¿o acaso hay que revisar otros? No importa lo que ocurra en la cotidianidad en calles y colonias de un municipio cada vez más complejo y violento. Desde su agenda gobierna a una ciudad en la que no habitan mujeres y niñas en contextos de asimetrías, violencia y vulnerabilidades. La presidenta solo ve a otras mujeres, las que ella decide y para las que elige gobernar.

La presidenta municipal de León es la misma mujer gobernante de hace cuatro años, poco o nada querido aprender distinto, es previsible en su indiferencia cuando de feminicidios se trata. Le molesta nuestra exigencia de posicionamiento, a nosotras también nos molesta y duele, pero por razones distintas. No es difícil asociar este silencio con un mensaje a los agresores respecto al estado de impunidad y permisividad que prevalece en el territorio que (des) gobierna.

Acaso la reelegida presidenta llegó a tener intervención cuando a plena luz del día Milagros Monserrat fue asesinada, era el año 2023 y la noticia alcanzó presencia más allá del territorio estatal, lo que la obligó a establecer ‘enérgica’ postura e incluso realizar un pronunciamiento durante alguna sesión de Ayuntamiento. No ha ocurrido lo mismo con muchas otras víctimas, lo que asoma una posición más asociada a la rentabilidad política y mediática.

En los primeros seis meses del año más de 4 mujeres han sido asesinadas en León ¿qué mensaje hubo para ellas y sus familias? El silencio como respuesta. Una potente voz en silencio es el desalentador mensaje. Una mujer con poder político para nombrar y convocar, decide no hacerlo. Las y los integrantes del Ayuntamiento le acompañan en ese silencio que lee entre la apatía, la complicidad y la indiferencia. Ni siquiera se han dado cuenta de su corresponsabilidad.

El feminicidio de Lorena Jaqueline de 28 años, quien desapareció de su domicilio el pasado 22 de mayo y el hallazgo de su cuerpo once días después, es el caso más reciente de cómo pueden las mujeres ser desaparecidas y asesinadas en León frente a autoridades pasmadas en sus propias agendas, donde ellas, nosotras no estamos.  Y donde el silencio es lo menos útil en un estado de emergencia.

En el caso de Lorena, los medios de comunicación dieron cuenta de la activación de protocolos de búsqueda, la de Lorena Jaqueline una alerta entre las alertas considerando la diaria de cantidad de mujeres y niñas desaparecidas en Guanajuato.  La presidenta municipal delegará a su equipo mensajes ‘de apoyo’ para la familia. Ella no tiene tiempo de establecer comunicaciones horizontales, directas, cercanas. Que lo hagan otros. Así leímos que ‘su gobierno’ brindará el apoyo. Antes escuchamos voces de titulares de otras áreas del gobierno municipal en calidad de mensajeros. Ella no tiene interés de hacerlo.

Alejandra Gutiérrez bien puede representar a ese grupo de mujeres que llegaron a posiciones de poder para mantener el estado de las cosas, para reproducir las posiciones masculinas tradicionales, las más cuestionables.   Mujeres que deciden hacer uso de una posición para mantener las reglas del silencio y de la indiferencia. Si bien, Alejandra no es la única con estas patriarcales posiciones respecto a la violencia contra las mujeres, sí de las más visibles en nuestro entorno inmediato como mujeres guanajuatenses.

El asunto pudiera no ser tan grave, hasta que ubicamos que la aludida autoridad gobierna uno de municipios más violentos contra las mujeres. No ha lugar de interpretaciones indulgentes de su silencio, no en el estado de emergencia que se encuentra León respecto a la vida y la integridad de las mujeres, sin eufemismos:  su silencio ofende.

El silencio de las mujeres desde los gobiernos es un complaciente mensaje a los agresores, y también, para un patriarcado que contempla la llegada de las mujeres como una posibilidad de que no ocurra nada extraordinario.

Una mujer con poder que decide no nombrar nos remite al punto de partida: no basta que lleguen las mujeres a la toma de decisiones si éstas no llegan con una consciencia feminista.  Su silencio, no nos es útil.