“…Hola Iovana, soy Brenda, Ale me pasó tu contacto…”, es martes 6 de mayo, ese será el mensaje que nos acerca por primera vez. Ella una mujer de 40 años, de voz firme y prisa por hablar para ser escuchada me confiaba que el pasado sábado habría denunciado a “Ernesto S”, el podólogo de la calle de alonso, como era conocido por su presencia en ese local por casi veinte años.
¿Los hechos que explicaban la denuncia? Él la grabó sin su consentimiento durante varios minutos. Un celular cubierto por una alfombra en el piso con la cámara prendida, el abrupto cambio de expresión del podólogo al saberse descubierto y su violento afán por recuperar ese equipo celular fueron la señal inequívoca de que Brenda no exageraba, se encontraba frente a un delincuente al que debía denunciar.
Al estar presentando la denuncia a la que le fue asignado el folio 94755, Brenda se percataría que no era la primera vez que él la grababa. Que no había sido la única víctima y que incluso ese podólogo ya tenía denuncias anteriores. Ella no lo sabía, porque hasta antes de su denuncia él permanecía en franca impunidad. Todos los días, con los mismos horarios parado al borde la puerta de su local trabajando. Su presencia se convirtió en parte de la escenografía de una ciudad que se encuentra entre los principales municipios del estado con datos de violencia contra mujeres y niñas.
Hace una semana el podólogo fue detenido y vinculado a proceso, tres meses que exigirán riguroso trabajo de una Fiscalía para acreditar, esta vez sí, lo que hoy denuncia en voz alta Brenda, antes lo hicieron otras mujeres y ahora mismo algunas más se suman.
Con motivo de los hechos recientes Brenda ha decidido compartir lo ocurrido omitiendo detalles que vulneren el proceso de denuncia formal, lo transcribo a la letra:
En la calle de Alonso, aquí en Guanajuato capital había una podología se llama la casa del pie, la atendía un tipo que se llama Ernesto S, siempre le arreglaba su ropa, ya que tengo una reparadora de ropa.
Le tenía que entregar tres camisas el sábado 3 de mayo, le mandé mensaje que ya estaban listas, que si pasaba por ellas o yo se las llevaba, para mí es un acto de empatía hacer esto, ya que mis clientes cercanos a veces no tienen personal y no pueden cerrar para ir por sus prendas. Me dijo que si se las llevaba por favor.
Entonces voy a llevarlas y cuando entro a su negocio, le estoy explicando de su ropa, siento un golpesito en un pie, volteo hacia abajo y era un tapete con un celular encima grabando, el depravado me estaba grabando por debajo de mi vestido, él me estaba esperando como un depredador a su presa.
Entonces piso el celular y lo jalo hacia mí, lo levanto y salgo corriendo, y él me empieza a perseguir.
Corro más fuerte y me meto corriendo a mi negocio, les pedía a mis amigos que ahí estaban que llamarán a la policía y no respondían, y él entra atrás de mí.
Empieza a pedirme su celular, que tenía cosas privadas ¡pues si!
Que habláramos, que, por favor, que lo dejara explicarme.
¡Y yo que no, y que no!
Lo corrí a gritos y no se iba, le tiré golpes y patadas, para que se fuera quería quitarme su celular y no se iba.
En eso, viene mi vecino de enfrente y le dice que se vaya, nadie sabía lo que había pasado.
Tomé el trapeador le pegué. Seguí pegándole y seguía sin irse. Estaba muy desesperada, tomé una extensión naranja seguí a dando golpes, tenía mucha rabia.
Corrió se subió a su carro y se fue, le pidió a un señor que cuida coches que cerrara su negoció.
Marqué al 911 y en eso pasan dos policías, les explicó y vamos a buscarlo ya se había ido.
Hablan a una patrulla y me llevan a denunciar al MP. Cuando estamos en el ministerio público abrí el celular no estaba bloqueado con la intención de ver el video donde me acababa de grabar, y vemos la licenciada que me atendía y yo que tenía muchos videos más, supuse que tenía más videos míos, y así fue. Entre seis y ocho videos míos.
Pero no solo míos, de más de mil mujeres. Que les tomaba en la calle, en su negocio, recostadas en su camilla, sentadas cortándoles las uñas o simplemente esperando ahí en su negocio, abusando de su oficio de “ortopedista “,
Ofrecía servicio de masajes de flexología, y es ahí donde aprovechaba para grabarlas, desnudas o en ropa interior. Les pedía que se sentarán mientras las grababa de su trasero, su vagina o su busto.
Ya había denuncias previas a la mía, muchas.
Llegué a mi tienda vomitando, del asco, del coraje, la rabia que me generó ver todo eso.
El proceso ha sido cansado, tedioso, frustrante al ver qué no avanza y el seguía ahí como si nada, lógicamente haciéndolo.
Gracias al acompañamiento de otras mujeres, fue que logré que se me contactará con la instancia adecuada y a partir de ahí el caso tomo su rumbo.
Hubo momentos de incertidumbre de creer que nuevamente no pasaría nada.
Pero no quitamos el dedo del renglón, seguimos insistiendo, presionando hasta que se logró su detención.
Lo mío fue mínimo a comparación de lo que les sucedió a otras víctimas de este tipo, lo ocurrido ese tres de mayo conmigo fue la gota que derramó el vaso.
No estamos solas, gracias a quienes me apoyaron a feministas, autoridades del estado y a la Fiscalía que hizo su trabajo y lo sigue haciendo.
Está lucha aún no termina, por eso te invito si en algún momento te sentiste agredida por favor, por mí, por todas, GRÍTALO, ¡NO TE CALLES!
Aquel día que Brenda y yo hablamos por primera vez contacté a la titular del IMUG Itzel Balderas, con quien acordamos la concurrencia en el acompañamiento, así ha ocurrido desde entonces. Autoridades de la Fiscalía han debido atender las exigencias, e incluso reclamos, de un debido proceso.
El gobierno municipal es el gran ausente. Al día de hoy no han tenido acercamiento con la denunciante, es evidente que no saben y no les interesa acompañar a las víctimas, no importa que ahora tengan un Instituto de atención a las mujeres, el membrete no da reflejos.
En fechas recientes Samantha Smith, presidenta municipal de Guanajuato, declaró que no estaba enterada, que ella tenía información de que se trataba de “un conflicto entre particulares”, su declaración nos hace saber tres situaciones: no le informan sus mandos policiacos de lo que se atiende, no los escucha, o cuando le informan opta por la inacción, en cada supuesto qué grave ausencia de la autoridad.
A partir del testimonio de Brenda sabemos que fue trasladada por policías para denunciar al ministerio público derivado de lo que ella les hizo había ocurrido. Nunca más recibió acompañamiento de autoridades locales.
En manos de la denunciante obran mensajes enviados al equipo inmediato de Samantha Smith a quienes le hacen saber “…tú dinos como podemos ayudarte, más que nada para que sí se haga algo al respecto”. Así sus protocolos.
No hay excusa que valga ni mentira que alcance. A una semana de hacerse pública la presencia de las autoridades de la Fiscalía en la calle Alonso, la detención y la magnitud de los delitos que se presumen, la presencia de autoridades locales como primeras respondientes seria elemental. Su ausencia también tiene mensajes para Brenda y para todas.
Con Brenda caminamos y caminaremos otras mujeres acompañándole, es una mujer que tuvo la fortaleza de enfrentar a su agresor, de salir corriendo y pedir ayuda a vecinos y transeúntes. Una mujer que ha debido desatender su negocio para asistir a cada cita con las autoridades por casi dos meses y que atiende cada solicitud de mujeres que piden información para acercarse a denunciar, no piensa detenerse. No pensamos detenernos.