¿Cultura 24/7 en León?

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

El artista sabe que la política pública es una “disciplina de la ciencia política que tiene por estudio la acción de las autoridades públicas en el seno de la sociedad, aunque en su diseño e implementación técnica confluyen otras disciplinas. Su pregunta central es: ¿qué producen quienes nos gobiernan, para lograr qué resultados, a través de qué medios?”. (Cristina Rascón Castro, “Glosario”, La economía del arte, p. 82).

Entonces de manera tripartita nos encontramos con un asunto de interés público que nos lleva a la “buena política” que “es aquella que genera consenso toda vez que se han explicitado, explicado y comprendido los motivos y resultados esperados de determinada acción pública”. (David Arellano Gault, Felipe Blanco, Políticas públicas y democracia, p. 12). Así pues, podemos llegar al virtuoso concepto del cultivo y abono de los espíritus que nos liga al de la política cultural que:

“(…) designa a una zona muy diversificada de programas, proyectos, proyectos y acciones culturales generados por gobiernos federales, estatales y municipales; por universidades y por empresas privadas”. (Carlos Montemayor, “Apuntes sobre políticas culturales en México”.

Es decir, se habla del apoyo y fomento a los protagonistas del sector cultural y creativo que marca por supuesto el desarrollo de la industria como tal y por ende beneficia a los consumidores de cultura, o sea, a los ciudadanos de a pie que buscan el bienestar social no por un simple bono sino porque forma parte de los derechos culturales consagrados en nuestra Carta magna.

Ahora bien, existe una correspondencia clara sobre los apoyos y demandas que tiene la ciudadanía en materia de cultura y artes ya que no solo busca subsidios, sino que pueda, como “individuo, pagar un precio (con dinero, tiempo o esfuerzo) por poseer o ingresar el disfrute de una obra de arte” (Cristina Rascón Castro, “Glosario”, La economía del arte, p. 82).

Pues todo lo anterior nos lleva a pensar que el funcionariado cultural de León (léase del ICL y anexas: Archivo Histórico, Museo de la Ciudad y Bibliotecas Públicas ) forja, de manera empírica, un “poder atribuido” desde la política municipal carnal, que intenta influir sobre los ciudadanos pero que al paso del tiempo dicho poder actualizado, con la “renovación” de los cargos públicos, ejercen su función bajo el amparo de los titulares de la Administración Pública que no tienen idea de la construcción de la aludida política pública menos de la cultural.

Por eso, el nudo de filias y fobias, de la cultura en León está por demás congestionado porque se debe a la permanencia cultural de un pseudo programa municipal “24/7” que no atiende a quienes debe y responde solo a la simplicidad del recurso asignado sin tener un Plan de Desarrollo Cultural para el Municipio de León vigente.

La caída de Mario Esteban Méndez en su función directiva es evidente. Merece el oprobio cultural de todos.