Guanajuato, Gto., 19 de abril de 2025.- El contacto con sustancias y materiales tóxicos es un hecho cotidiano, cuyos impactos son más graves de lo que se piensa.
Al estudio y la divulgación de este tema, el Dr. Jorge Alejandro Alegría Torres, profesor-investigador de la Universidad de Guanajuato (UG), dedica sus esfuerzos desde hace nueve años en el Laboratorio de Evaluación Toxicológica y Riesgo Ambiental (LETRA).
Adscrito al Departamento de Farmacia e integrante del Cuerpo Académico de Toxicología, Jorge Alegría se formó como Químico Farmacéutico Biólogo por la Universidad Veracruzana; desarrolló una Maestría en Biología por la UG, un Doctorado en Toxicología por la Universidad Autónoma de San Luis Potosí y una Estancia Postdoctoral en Epidemiología Molecular en la Universidad de Milán (Italia).
Su línea de investigación se enfoca en los contaminantes ambientales que impactan a la población y el reconocimiento de los cambios tempranos en la salud de las personas expuestas a ellos en un nivel subclínico, es decir, antes de que generen enfermedades.
Junto a colegas y estudiantes universitario(a)s, en el LETRA se ha medido la longitud de los telómeros (extremos de los cromosomas) y se ha investigado cómo pueden reducirse o modificarse por el efecto de una exposición crónica al arsénico o al plomo.
Las muestras biológicas (sangre y orina) para ello, se han obtenido gracias a un trabajo previo en colaboración con otras áreas de la División de Ciencias Naturales y Exactas de la UG, para identificar contaminantes que también han sido detectados en el agua, el suelo o el aire, y lograr la vinculación con las poblaciones afectadas una vez que los proyectos cuentan con la aprobación del Comité de Bioética.
Entre las investigaciones realizadas por el Dr. Alegría y su equipo de investigación, destacan aquellas sobre alarmantes concentraciones de plomo en la sangre a causa de la actividad alfarera y el uso del barro vidriado para preparar y almacenar alimentos.

En un estudio piloto realizado entre 2019 y 2020, se analizó la sangre de los cordones umbilicales de recién nacidos en el Hospital General de la ciudad de Guanajuato, donde se encontraron cantidades importantes de plomo, lo que indica una exposición desde la vida intrauterina a esta sustancia que se incorpora a la estructura ósea: “Cuando se halla en las muestras, ya ha recorrido el cuerpo completo”.
Como principal causa, se identificó el contacto con el barro vidriado, presente en productos de la alfarería empleados mayormente en la cocina, entre otros, tóxico cuando el proceso de cocido en su fabricación no se realiza de manera óptima.
Para contrarrestar los efectos del plomo en los recién nacidos, se capacitó a madres, padres y personal médico con recomendaciones nutricionales y pautas indicadas en la normativa mexicana referente a intoxicación por plomo, por ejemplo, una alimentación rica en calcio y hierro para evitar mayor absorción en los huesos.
Actualmente, se busca ampliar el muestreo en otros municipios con alta actividad alfarera, como Dolores Hidalgo, y un acercamiento con la Secretaría de Salud para mejorar la medición del tamiz neonatal y mejorar la eficacia de la intervención.
“Se estima que el 80% de la población actual tiene plomo dentro de su organismo, lo cual también reduce la capacidad de aprendizaje”, comentó el investigador, señalando la importancia de comunicar los riesgos toxicológicos y hacer evidente lo que es invisible para la población.
En 2017, el Dr. Alegría participó en la conformación de la Red de Salud Ambiental Infantil, vigente hasta hoy con integrantes de otras universidades e instituciones nacionales, para compartir experiencias de investigación-intervención y facilitar el acceso a tecnologías disponibles en los laboratorios. Además, se colabora frecuentemente con la División de Ciencias de la Salud en el Campus León de la UG.

Sobre la presencia de sustancias tóxicas por la actividad ladrillera, se ha trabajado con comunidades en Guanajuato capital (Yerbabuena) y Salamanca.
Antes de su incorporación a “la Colmena”, compartió, otro(a)s investigadore(a)s universitarios habían investigado los riesgos toxicológicos por dicha actividad y por la industria petroquímica en Salamanca y zonas mineras del estado.
“La gente debe estar enterada de que hay contaminantes y venenos silenciosos a los que nos exponemos todos los días. En particular, Guanajuato es una ciudad en la que, por sus túneles y la minería, hay muchos contaminantes en el ambiente. Hay zonas urbanas que concentran gran parte la alfarería, donde se hacen quemas a cielo abierto en espacios gentrificados o talleres que no cumplen con las normas, a veces por desinformación. La verificación es difícil en ocasiones porque se requieren mediciones en laboratorios especializados”, puntualizó.
De manera general, el investigador señaló algunos riesgos cotidianos a los que se debe prestar atención, como los muebles u objetos que contienen ‘retardantes de flama’, cuya absorción de las sustancias tóxicas puede alterar el equilibrio hormonal, por el que incluso han aumentado las enfermedades de tiroides y los problemas reproductivos, entre otras sustancias genotóxicas presentes en todas partes que degeneran los órganos, dañan los tejidos y contribuyen al desarrollo de padecimientos oncológicos.
Otra actividad riesgosa, explicó, es la ingesta y preparación de alimentos con agua obtenida de las tomas directas del sistema de distribución, ya sea por su alta concentración de minerales al ser extraída de pozos (arsénico y flúor) o la contaminación por actividades industriales como la curtiduría, el sector automovilístico, la agricultura o las actividades artesanales ya mencionadas.
El profesor aconsejó reducir la carga química en el día a día siendo conscientes del consumo excesivo de productos de limpieza e higiene personal, que se suman a la exposición de los numerosos contaminantes medioambientales.
Para finalizar, el Dr. Jorge Alegría señaló su interés por investigar el impacto de los plaguicidas en los productos agrícolas que se distribuyen y consumen por toda la población, los microplásticos y los fármacos contenidos en los cuerpos de agua.
Además, expresó su deseo por implementar otro tipo de tecnologías y fortalecer la vinculación con otras ciencias, como la Geografía, para localizar los riesgos toxicológicos por regiones específicas, contribuir al bienestar de la población y abonar al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible con cursos de capacitación vinculados a instancias gubernamentales y diagnósticos con análisis de los contextos.