Cuando en León tuvimos la nueva escuela libertaria

Juancarlos Porras y Manrique, promotor cultural, escritor, poeta, cronista de la ciudad y columnista Platino.

Puesto que un accidente no puede servir de sustrato a otro, es decir, los accidentes no se sostienen unos a otros, habrá que aplicar dicha proposición con respecto a los libros de texto gratuito que la Secretaría de Educación Pública, SEP puso a disposición del sistema educativo en el país, con el afán de promover la Nueva Escuela Mexicana, conviene virar, por aquello de la presión ejercida por la Unión Nacional de Padres de Familia, UNPF ligada a lo más ramplón del extremo político-religioso, a la historia para que nos dé luz sobre el tema en Guanajuato.

Para ello recalaremos en una escuela de primeras letras para niños y otra para niñas que, el Estado junto con los fondos municipales, pagaron hacia 1875-1881 en la ciudad de León de los Aldama. Los ramos de enseñanza eran:

  • Lectura,
  • Escritura,
  • Aritmética,
  • Gramática castellana,
  • Deberes y derechos civiles,
  • Urbanidad,
  • Compendio de la Historia de México y
  • Sistema Métrico Decimal.

Para la época era también importante tener las mejores condiciones para el edificio, así como su equipamiento, aparatos y mobiliario, ya que “toda la ciudad está fija en este acontecimiento y espera con ansia el día del estreno de la escuela, es preciso coronar la obra, dejando satisfechas hasta donde es posible las exigencias del público, que es un sensor tan imparcial como severo; pero justo apreciador de lo bueno cuando lo encuentra”.

Entonces las personas de conocida ilustración y elevada categoría, se suman al proyecto de la Escuela “Benito Juárez”, la nueva escuela del Coecillo (1) que, requiere, entre otros utensilios:

  • 2 pizarrones grandes con tripié,
  • 12 tableros para carteles de lectura,
  • 16 tableros chicos para Gramática y Aritmética,
  • 1 reloj de sala,
  • 1 timbre,
  • 1 Atlas y 106 tinteros de plomo,
  • 2 colecciones de muestra de escritura,
  • 1 caja de sólidos geométricos,
  • 1 retrato del inolvidable C. Benito Juárez,

en fin. Sin olvidar al profesor en turno, hombre o mujer, como “María Soledad Pedraza”, a quien la Autoridad Política de León propuso, el 21 de julio de 1888, “para organizar las clases en la sala donde dan audiencia las autoridades del Coecillo, con el fin de que se siguiera propagando la enseñanza de la niñez”. Así que la maestra Soledad contestó que sí, que, el siguiente lunes iniciarían las clases, no obstante, de la tragedia vivida por la inundación de la ciudad (2).

Así que, para llenar los vacíos de la Educación, dotados por un grupúsculo, ahora que no dejarán circular los libros de texto gratuito para la Educación Básica, es preciso apelar a la inteligencia magisterial para contribuir al desarrollo de nuestro estado, sin olvidar que “la educación que imparte el Estado mexicano tiende a desarrollar de manera armónica, todas las facultades del ser humano para fomentar el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y en la justicia”, como reza el Artículo Tercero de nuestra Carta magna.

Y esto, claro, no es el virus del comunismo. Sino la libertad de una educación laica con los libros de texto gratuito que tanto necesitamos para la Nueva Escuela Mexicana.

Notas:

  1. La citada Escuela Municipal en el barrio del Coecillo, dedicada al licenciado Benito Juárez, se inauguró el 16 de septiembre de 1881.
  2. La referida inundación tiene como antecedente las ininterrumpidas lluvias desde el 6 de junio hasta llegar al fatídico 18 del mes cuando se descargó una terrible tromba por la noche. El agua llegó a una altura de dos metros que perjudicó a las 2 mil casas del rumbo del Coecillo.