Crónicas del Plan de Abajo/ Enfermedad en camión o puro teatro

La enfermedad -y la caridad- viajan en camión

León, Gto., 7 de julio.- Una voz potente irrumpe en el murmullo de la oruga a pesar de que se filtra al interior el ruido del tráfico en el bulevar y las calles.

Una mujer de unos 60 años de edad, robusta, no mal vestida, con un tapaboca azul cielo, puesto, dice en medio de llanto y sollozos, con un histrionismo que va más allá del bien y del Neymar:
“Buenos días señores pasajeros, me da mucha pena, porque es la primera vez que hago esto, tuve que salir a pedir dinero porque estoy enferma y tengo que completar 700 pesos para un medicamento que vale 2 mil 500 pesos y lo tengo que comprar a las dos y media de la tarde… ahorita llevo solamente 300…”.

La gente se conmueve de su pena, y la mayoría le dan monedas incluso de cinco y diez pesos, algún billete de 20 pesos, en tanto prodiga bendiciones y agradecimientos llora entre palabra y palabra… Al final, baja del autobús con lo que podrán ser fácilmente unos 60 pesos. Si multiplicamos sus actuaciones por cada transbordo a otra oruga, en una hora, en medio día podrá sobrepasar los 700, perdón, dos mil 500 pesos.

Otro hombre, que antes cargaba los aditamentos de diálisis, con una bolsa clínica en la que se transparentaba un líquido amarillo, además de una receta médica en mano; quien ahora, luego de un año de un monólogo dominado, con una voz entredébil, hoy sigue pidiendo en todas las rutas, sin discriminar líneas troncales o alimentadoras, pero sus favoritas son las orugas, porque en los paraderos puede transbordar un sinnúmero de veces, sin pagar un solo centavo.

“Buenos días (tardes o noches), disculpen que los moleste, pero es que estoy enfermo de insuficiencia renal y no tengo ningún apoyo y en estas condiciones nadie me da trabajo… tengo que comprar medicamentos… cada tercer día tengo que gastar mil 200 pesos… ahorita ya estoy en lista de espera para trasplante… pero por lo pronto me veo en la necesidad de pedir, y si tienen voluntad, que Dios los bendiga… disculpen la molestia….”.

Le tomo una foto disimulada pero se esconde, le tomo un video y pasa una mujer que lo tapa; el hombre con insuficiencia renal baja del autobús biarticulado luego de la colecta; transbordará a otra oruga y así sucesivamente…

Tomo el celular y pregunto a un amigo de la Secretaría de Salud si es que hay problemas para que la gente se pueda inscribir al Seguro Popular y me responde categóricamente que no. Le cuestiono si hay desabasto de medicamento por aquello de la excelente organización y dotación que ejerce el Gobierno Federal y me indica que Guanajuato es el estado con la mejor distribución de medicamento que hay en el país.

Si uno lo sospecha y lo cuestiona con suspicacia femenina, todas estas personas que se fingen enfermos o están enfermos, tienen la opción de inscribirse en el Seguro Popular si no cuentan con IMSS o ISSSTE o seguros médicos particulares.

Las recetas que traen estas personas son falsificadas seguramente: la del actor, perdón el enfermo de los riñones, lo debe ser; la de una señora que usa una prótesis de la columna y solo le faltan las cejas juntas para ser Frida Kahlo; o la del débil visual que solo ve a las muchachas bonitas… Pero en León, la caridad todo lo vence.