Los aromas de Pedrones
Jorge, Yorch para los cuates, camina por las calles de Pedrones. Le gusta andar no solo por el Centro sino internarse en sus barrios y colonias, no sin la precaución necesaria para no ser asaltado, porque ahora Pedrones es diferente, huele diferente, sabe diferente.
Recuerda que hace décadas olía más a cueros, a solventes de pegamentos y tinturas para el calzado. Casi en cada cuadra había una pica, un taller familiar de donde salían mentadas, bromas pesadas, albures al por mayor, piropos para las muchachas… y se impregnaba de eso, de olores y bullicio.
También pasa por colonias donde hay tenerías empedernidas, donde aún se curten cueros crudos en tambores y el agua residual se va a las alcantarillas y a las calles, y todo eso huele sulfuroso, como uno de los círculos del infierno, pero ahora combinado con olor a hierba quemada.
Hoy se da cuenta Jorge que a cada vuelta de esquina huele a mariguana, y no solo eso, pasan albañiles, pespuntadores y ninis en bicicleta que van dejando el aroma aunque el humo del cigarro no se vea. De los carros también sale el tufo por las ventanillas; ya se han olvidado los hornazos.
Jorge mira a grupos de chavos (que sustituyen a los rockeros de antaño), en las esquinas, fumar la yerba sin pudor, mientras beben también chela de lata y escuchan reguetón, hip hop o música de banda.
Jorge lo sabe de cierto (parafraseando a Jaime Salines) porque lo ha visto, que en los parquecitos, en los deportivos, en las canchas de futbol, el olor del cannabis se mezcla con el de las tortas de jamón, con el de los tacos sudados, con el de las aguas frescas de carrito, con el de las guacamayas, con el de los cartones de coronas y victorias.
También Jorge lo sabe, no lo supone, que antes era raro el compañero de la escuela que era mariguano y que ahora es raro el que no lo es. Sabe bien que muchos de ellos que se han clavado en el vicio, van perdiendo la memoria por más listos que sean, por más creativos que digan ser cuando la fuman.
Jorge sabe ahora que camina por Pedrones, que esto pasa incluso en que el consumo en la vía pública está prohibido, y no quiere pensar la desproporción que habrá cuando se vaya asentando la despenalización en la producción, venta y consumo de la mota. Por ahora, Jorge solo camina pensativo.