Después de las declaraciones atropellas de la ministra, secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, en el sentido de que “el Gobierno de la República dialoga con muchos grupos para deponer las armas, porque ellos quieren caminar hacia la paz”, dos asuntos debemos debatir los mexicanos de manera seria: la comunicación gubernamental y cómo reducir, de manera urgente, la violencia en nuestra nación.
1.- Festejamos que el primer mandatario se enfrente a la prensa todos los días a la misma hora, que da la cara, que no se esconda como sus antecesores, y que todos comprobemos que ahí está Presidente, trabajando, y no únicamente disfrutando de las mieles del poder. ¿Qué diputado local o federal, senador, alcalde, funcionario de cualquier nivel, o gobernador pasaría la prueba?
Sin temor a equivocarme, ninguno. Quizá muy pocos en el mundo se atreverían. López Obrador es un político cercano a su gente, y logró gracias a su presencia física ejido por ejido, pueblo por pueblo, y estado por estado.
¿Pero será la mejor fórmula de tenernos enterados a los mexicanos?
En las “mañaneras” todos y cada uno de los asuntos los tiene que resolver el titular del Ejecutivo, que si bien la ley establece que recae en una sola persona, posee una infraestructura enorme, que nada de muertito, porque el jefe habla, y habla mucho. Por si fuera poco, tuitea y sube vídeos a FaceBook todos los días. Para qué hacer un esfuerzo de comunicación social, si ahí tienen a su patrón que todo lo sabe (supuestamente).
Las democracias más refinadas poseen a un vocero, quien es el único autorizado para fijar posiciones, decir o callar, de acuerdo a una estrategia muy bien planeada. Pero aquí estamos festejando esta cercanía con la gente, pero con cero estrategia o política de comunicación. ¿Qué es mejor, mucha estrategia y tener al presidente en una burbuja alejada del pueblo, o un jefe de estado cara a cara con su pueblo? Yo creo que lo Segundo, pero nada perdemos si se organizan en la 4T.
Y quizá, evitar las banqueteras, para evitar las contradicciones.
2.-Nadie por encima de la ley, todos debemos cumplir las reglas, y cero impunidad. Sí, pero muchos mexicanos quieren vivir en paz ya, y si esto pasa por negociar con delincuentes, muchos estudios de opinión, dicen que adelante.
Si usted me lee en alguna alcaldía de la Ciudad de México dirá que es una estupidez tan grande como la luna, pero si me lee en Michoacán o Tamaulipas, quizá dirá que ya se tardó la autoridad. Ahí saben que nunca se acabará el consumo de drogas, y que nunca se acabarán tampoco los cárteles, y por lo pronto los negocios están quebrados, porque la gente está encerrada en sus casas.
Mientras debatimos la despenalización de los estupefacientes, muchos ruegan la amnistía, la negociación, y aunque le provoque un infarto lo que este reportero escribe, hasta sentarse a negociar con “los malos”.