Sin duda está en el mejor lugar, pero en el peor momento. Pregúntenle a Enrique Peña Nieto, que desde Toluca observaba como se desmoronaba la Presidencia del panista Felipe Calderón.
Las caricaturas de nuestro diario lo pintaban de cuerpo entero: diminuto, atolondrado y repudiado. Millones de mexicanos sabían que un acuerdo cupular lo había metido con calzador a Los Pinos, y que toda su administración sería repudiado y apestado.
Mientras la alianza de izquierdas y la derecha se daban hasta con la cubeta, el PRI recobró fuerza; al segundo año del sexenio del michoacano, el mexiquense ya era un “rock star” en los encuentros internacionales, mientras el fantasma del fraude seguía por doquier al esposo de Margarita Zavala.
La boda fue televisada e inició un capítulo más de la tragicomedia mexicana que ya conocemos: nuestro paisano auto exiliado en España, con el Jesús en la boca; Rosario Robles en la cárcel, cada día más hundida con las declaraciones del testigo colaborador, Emilio Zebadúa. El general Cienfuegos a punto de ser juzgado, como narcotraficante y lavador de dinero; Maraki, la ex secretaria de Cultura tendrá que poner 20 millones de su chequera, para reparar daños a la Nación; y Luis Videgaray a punto de ser detenido, extraditado y juzgado por traición a la Patria.
Pero a dos años del gobierno de AMLO, Alfredo del Mazo insistimos, está en el mejor lugar pero en el peor momento: un gran dolor enluta al país con casi 100 mil muertos, mas de un millón de contagiados por COVID19, secuelas médicas y sociales inimaginables, decenas de miles de negocios en proceso de quiebra, e igual número de unidades financieras intentando salir a flote; desempleo, hambre, violencia y por si fuera poco, la polarización en su máxima expresión.
Muchos aseguran que este caldo de cultivo es la gran oportunidad de Del Mazo, porque todo el enojo, decepción y esperanza la puede acumular rumbo al proceso electoral del 2024; sí, algunas voces ya lo impulsan a que abiertamente levanta la mano, sin pelearse con López Obrador, para que se le mire ya como una alternativa.
La gubernatura del Estado de México es un trampolín natural para Palacio Nacional, y el primer requisito para conquistar el Zócalo capitalino es la decisión política de encaminarse a ese lugar histórico. ¿Quiere Del Mazo suceder a AMLO? Claro que sí, pero sabe que los astros no podrían estar más desalineados.
Nadie imaginó este escenario que para muchos es catastrófico, pero para algunas sirenas cantantes es una oportunidad de oro, porque respiran “encabronamiento”. Del Mazo deshoja la margarita, y sabe que tiene tres aduanas:
1.-las elecciones intermedias de 2021, donde están en juego la mayoría en San Lázaro de los aliados del Presidente, o arrebatarle el control de la chequera, desde la Cámara Baja;
2.-la consulta popular para enjuiciar a expresidentes, donde podrían concentrarse los odios contra Fox y Calderón, y de esa manera cicatrizar las heridas contra el PRI y
3.-la elección para sucederlo en 2023, donde el grupo Texcoco no se ve tan organizado, y una alianza amplia entre tricolores, azules y amarillos podrían la sorpresa.
El gobernador Del Mazo tiene que darnos señales en las próximas semanas sobre su histórica decisión: tirar la toalla, y rendirse, o jugársela ante esta muy complicada coyuntura.
Sus cartas serán abiertas: jugar con los de siempre para las alcaldías, y diputaciones locales o federales, o postular a personajes competitivos y con el apoyo de Acción Nacional y PRD. Sabe que divididos, no tiene nada que hacer.
Sus cartas serán abiertas: tendría que empezarse a separar del Gobierno Federal. Hasta este momento, ha logrado agradar a AMLO y su ADN político tendrá que ser modificado. Si logra -sin pelearse- subrayar con el electorado las diferencias, puede recuperar terreno perdido en el 2018.
Sus cartas serán abiertas: un gran número de diputados locales y federales, pero sobretodo alcaldes de Morena hicieron un pésimo papel estros primeros tres años; los dejará cómodos en sus trincheras, o ¿tirará para derrumbarlos? Si nada de muertito, enviará a los caciques de siempre, pero si quiere derrumbarlos con un efecto dominó, tendrá que tejer fino con nuevos rostros.
Sus cartas serán abiertas: si para principios de 2021 se integran listas competitivas y ejercitan la infraestructura tricolor, que no está muerta, habrá una competencia digna de seguimiento y análisis, que podría ser el antecedente de los que pasaría en 2023 y 2024.
Sus cartas serán abiertas: si vemos en las próximas semanas que nos ofrece el gobierno mexiquense “pan con lo mismo” sabremos que Alfredo del Mazo entregará el poder en tres años, y que no tiene la más mínima intensión de participar en 2024.
Del Mazo está en el mejor lugar, pero en el peor momento. Pero ¿si pierde la mayoría AMLO en la Cámara de Diputados? ¿Si llega la vacuna en el primer trimestres del 21? ¿Si logran una gran alianza los tres principales partidos? ¿Si sigue cometiendo errores el Gabinete Federal?
Sabremos, a más tardar en enero de 2021, si Del Mazo quiere ser Presidente de México, o solamente busca un retiro tranquilo después de la gubernatura.