#Columna | El monasterio del silencio necesario

Juancarlos Porras y Manrique
Juancarlos Porras y Manrique, analista, promotor cultural y columnista Platino.

Alejado de los circuitos oficiales, por no decir de los prosaicos institucionales, José Ruiz Miranda (León, 1889-1970) dedicó gran parte de su vida al inspirado arte de la poesía junto al de la promoción cultural donde el periodismo fue pieza clave en su quehacer cotidiano aunado al de la radio de la época de los años cincuenta. Aprendiz del latín y del griego para, con el paso del tiempo, consolidar su quehacer literario a través de la fuerza en la expresión, claridad en el pensamiento, y la clave de la historia de nuestra lengua y civilización (Jared W. Sadder, dixit).

Nuestro vate no dejó de articular con maestría la lengua de Cervantes, misma que defendió con virtud y más con la ejecución, no solo de su buen verbo sino del posicionamiento de sus letras con la carga infinita de la saudade donde, sirva como ejemplo, construyó “en la magia de magistrales endecasílabos asonantes” su poema cumbre “Yo soy un viejo monje de la Trapa” en junio de 1922.

José Ruiz Miranda en su estudio del Barrio de Arriba. Archivo JRM-CIEL-León.

De aquel momento, ahora por todos sabido, surgió el movimiento literario de “La Trapa” que dio pie, luego de que sus contemporáneos pariguales bardos respondieran al llamado, en diversas literarias medidas para dar justo con la creación de la sociedad artística y literaria del mismo nombre: organización fundamental que supo sumar a integrantes del Círculo Leonés Mutualista, CLM así como de la Diócesis de León junto con integrantes de la Arcadia Romana como Ipandro Acaico para recalar en sendos y admirados profesores como Fulgencio Vargas, Antonio Pompa y Pompa, Wigberto Jiménez Moreno sin dejar de citar al eminente doctor José de Jesús González.

Pues aquella llama del genio y del ingenio encendida por José Ruiz Miranda nos llama ahora a reconocer, a un siglo de distancia, esta sinfonía de ecos dada entre los hijos de Apolo y nos invita sin duda a registrar por siempre este connubio de los trapenses. De manera particular lo haremos el próximo sábado 27 del mes en curso en la Biblioteca Antonio Torres Gómez, calle Francisco I. Madero No. 538, Centro Histórico de la Ciudad, con una charla literaria, a las 12 del mediodía.

Allí barruntaremos aquello de:

Yo también, como viejo monje de la Trapa,

siento pena y sinsabor.

Mi alma enjuta, oprimida por angustia,

que ni plegaria alguna,

deja, solventa un gesto de ternura.  

―«El cansancio, por tu peregrinaje,

será el, sino que te atrape» ―,

sentenció la endrina gitana.

―¿Y me podré levantar?―.

―«Sí. Y ungid con nardo dicho instante.»―.

Yo también, como el viejo monje de la Trapa,

Visto, con mi sayal tan pardo y mi cogulla,

este sueño de amargura.

 

Con ello podremos manifestar, al final del suceso, que, en este Monasterio del silencio necesario, aquí aludimos a Amado Nervo, sea el silencio / mi mejor poesía.