El domingo 11 de junio se dieron a conocer los lineamientos para definir al candidato presidencial de Morena, aunque por lo pronto, le llaman coordinador de la defensa de la 4T. Con ello, propiamente arranca la sucesión presidencial de 2024.
Días antes, los medios y los analistas políticos habían centrado sus miradas en los líderes de Morena porque comenzaban a realizar movimientos en dirección a la candidatura presidencial, como fue el caso de la renuncia de Marcelo Ebrard y la cena que tuvieron con el presidente en un restaurante de la Ciudad de México.
Esto supone todo un acontecimiento político en México porque concentrará toda la atención, implicará muchos recursos y propiamente el sexenio habrá terminado con una interrogante importante: ¿qué papel tendrá la figura del presidente?
Seguramente estos puntos los iremos abordando conforme pasan los días, pero algunos aspectos importantes a considerar en el inicio son los siguientes:
¿SERÁ CREÍBLE?
Una duda importante a resolver es si realmente el proceso permitirá elegir al mejor candidato o será impuesto por el presidente Andrés Manuel.
Para sus simpatizantes se trata del fin del dedazo o del tapado y a través de un método hasta cierto punto confiable (las encuestas) quedará el mejor candidato para el movimiento.
En cambio, para sus adversarios se trata de una simulación en donde el presidente ya ha decidido quién será su sucesor y todo este proceso es solamente para darle legitimidad ante sus simpatizantes.
Este pendiente es importante en la política mexicana porque se trata de desvelar si el presidente es un auténtico demócrata o en el fondo, un autoritario como la mayor parte de los gobernantes en nuestro país.
Algo cierto es que el presidente es quien ha definido el proceso, ha pedido cerrar filas y establecido un esquema en donde no habrá perdedores pues todos saldrán ganando algo. Esta implicación del presidente nos dice que está al frente de la sucesión.
¿SERÁ LEGAL?
Un cuestionamiento muy importante es el que se refiere a que se adelantan a los tiempos de las precampañas que de acuerdo al marco legal comienzan en noviembre.
Los militantes y simpatizantes de Morena; por esa razón, le han llamado coordinador de la defensa de la 4T. El mismo presidente ha hecho alusión para evitar las sanciones del INE y del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
La oposición ha declarado que se trata de una violación fragante a la ley electoral pues es evidente que será el próximo candidato presidencial, se emplearán recursos y aprovecharán sus cargos de gobierno. De hecho, el partido Movimiento Ciudadano ya interpuesto una demanda para que sean sancionados.
El tema no es menor porque ya existen antecedentes, como fue el caso de la pérdida de la candidatura de Félix Salgado Macedonio en Guerrero.
Es innegable que se trata de un proceso para elegir al candidato presidencial, pero en el ámbito legal mucho va a contar la forma de argumentar a favor y en contra. Además, también será factor la presión que ejerza el mismo presidente sobre instituciones como el INE.
¿SERÁ LO MEJOR?
La definición de este proceso persigue varios objetivos: elegir al mejor perfil, evitar la ruptura en el movimiento de la 4T, tomarle ventaja a la oposición y garantizar la continuidad de las políticas implementadas por este gobierno.
Los morenistas y sus aliados se muestran contentos y confiados en que cumplirá con todos estos objetivos, les permitirá mantenerse en el poder y los llevará a convertirse en un partido mayoritario.
Sus detractores observan con escepticismo y pesimismo el proceso, pero terminan por aceptar que el presidente y su movimiento tienen una ventaja importante en la competencia electoral.
La realidad es que es difícil de responder este interrogante de manera puntual. El movimiento de la 4T es muy heterogéneo y su unidad es muy endeble. Muchas cosas podrían llegar a suceder en todo este largo proceso.
Una observación imposible de dejar pasar es que el presidente ha pensado que los aspirantes que no consigan la candidatura ocuparían los liderazgos en el congreso y en el gabinete. El periodista Zepeda Patterson elogió esta decisión considerando que en la sucesión continuaría un equipo. Francamente parece todo lo contrario, el presidente le dejará a su sucesor una olla de grillos que no le permitirá ejercer su propio liderazgo.
CONCLUSIÓN
Con lo que se ha planteado en los cuestionamientos anteriores, se puede concluir lo siguiente: En el proceso de sucesión está omnipresente la figura del presidente, tendrá una batalla legal muy importante por librar y finalmente, la sucesión no termina por resolver satisfactoriamente la continuidad de la 4T porque el próximo presidente tendrá a su lado a sus adversarios que le hicieron la vida imposible durante este proceso.
Estos aspectos y muchos irán apareciendo en el transcurso de los días y las semanas; por lo pronto, la sucesión presidencial ha arrancado.