Es jueves de la segunda semana de agosto, Claudia Susana Gómez López, doctora en economía y rectora de la Universidad de Guanajuato esta rindiendo su segundo informe anual de actividades, un evento que se envuelve en el formalismo del himno universitario, cifras y narrativas de lo que se hizo en un año, la autocrítica aparece velada en las consignas del seguimos haciendo
Un segundo informe frente a representantes de la comunidad que dirige y algunas autoridades de los gobiernos, poca sociedad civil. Hasta aquí, la dinámica de rendición de cuentas que por ley debe atender la hoy rectora y que antes hicieron otros, las variaciones radican en la elección de los espacios y la amplitud del programa del día. Informes universitarios, no precisamente púbicos, la institución universitaria no termina de ser ese espacio para todas y todos.
Claudia Susana Gómez, fue designada por unanimidad por la Junta Directiva de esa institución el pasado 8 de septiembre del 2023, en ese momento los titulares destacaban la llegada de la primera mujer rectora de la universidad pública más grande del estado. La primera en ser designada por un periodo completo y con posibilidades de ser reelegida de acuerdo a la normatividad universitaria.
La primera mujer después de que Josefa Teresa de Busto y Moya, benefactora de la fundación del Colegio, fuera de las únicas, sino es que la única, figura femenina referente de la universidad en discursos, en espacios y en memoria. Como una ironía que se naturalizó a fuerza de la repetición el nombre de Josefa Teresa era invocado con recurrencia en un auditorio general donde destacan las enormes figuras masculinas que la decoran, ella y ellas siguen ausentes de esos grandes espacios. Una vez nombrada la gran benefactora, el mundo de los hombres universitarios regresaba a los cómodos silencios y acuerdos patriarcales en sucesiones y designaciones de espacios de poder.
Antes que Claudia Susana, la lista de rectores, con e, era consecutiva, aunque para negar la androcéntrica ruta de designaciones imperante en la máxima casa de estudios algunas voces apelaran en defensa el hecho de que por algunos meses la Dra. Silvia Álvarez Bruneliere, destacada química y ex secretaria general, había sido rectora interina. El señalamiento histórico es real, con la solicitud de licencia de Juan Carlos Romero Hicks para ser candidato del PAN a la gobernatura, la entonces secretaria general fungió como rectora interina, era el año de 1999. La condición de interina no permitió a Silvia Álvarez un margen de maniobra amplio, por facultades y temporalidad del encargo.
Claudia Susana se convirtió en la primera mujer nombrada rectora con todos los formalismos que ello implica. Su nombramiento no puede explicarse únicamente desde una coyuntura del tiempo de las mujeres, hacerlo desde ese único elemento es un reduccionismo simplista. Hay más elementos a valorar, incluidos los relativos a la justicia histórica, a exigencia de democratización de las distintas voces al interior y fuera de la universidad, el paro estudiantil del 2019, las demandas en torno a las denuncias por violencia en las aulas y pasillos universitarios, e incluso, también debemos de decirlo su nombramiento tiene que ver con ella, y con la de otras mujeres universitarias que han trazado caminos desde sus propias trayectorias.
La primera rectoría a cargo de una mujer tiene que ver con ellas, y con las otras que hicieron a fuerza de resistencias y avances rutas de camino para que la llegada de las mujeres a posiciones clave fuera una realidad, la universidad de Guanajuato y muchas otras, nunca han escapado al sólido e impenetrable sistema patriarcal, su llegada se construyó desde distintos frentes. Olvidar o ignorar el camino de las otras, para la llegada de la primera, es ceguera histórica.
En suma, la primera se explica desde las microhistorias testimoniales del trabajo e incidencia de muchas, de ahí la legitima expectativa, observancia puntual y exigencia que tenemos de sus desempeños. Los llamados tiempos de las mujeres no requieren aplaudidoras, y sí, aliadas críticas para asegurar que la llegada de las mujeres signifique transformaciones de fondos, sí de esos fondos que sostienen y perpetúan sistemas patriarcales.
A dos años de la toma de protesta de Claudia Susana las transformaciones significativas siguen en suspenso. Una rectora de perfil discreto que ha optado por tener poca participación en la vida pública y política del estado, de forma reciente se comienza a observar su presencia en eventos de gobierno, no así en mesas de diálogo, trabajo o foros de discusión claves. No bastan la cordialidad de la rectora con las autoridades de gobierno sino existen diálogos políticos que posicionen a la comunidad universitaria como referente de la vida estatal. La autonomía universitaria atraviesa por la estrategia de cohabitar con un sistema de gobierno donde rectora y autoridades deben verse como pares para que haya posibilidades de acordar agendas comunes, esto incluye al legislativo con quienes debe haber permanente y directa interlocución.
Un ejemplo de los anterior, como ciudadana, universitaria y feminista celebro que la rectora mantenga una relación amable con la presidenta municipal de la capital, Samantha Smith, así lo muestran la multiplicidad de fotos donde se muestran sonrientes y juntas en eventos, pero, si esa relación no se traslada en acordar como mejorar las condiciones de seguridad de la comunidad estudiantil en calles, callejones y zonas habitacionales, poco o nada trasciende la buena relación entre autoridades.
La rectoría es la cara política hacia el exterior de una universidad, no es distinto cuando una mujer detenta ese espacio. La labor política de la rectora resulta indispensable en la apropiación de los espacios de poder que esperamos sea ocupados por las mujeres en esos cargos, incluidas las primeras.
Una rectora, la primera, que tiene una coyuntura con otras mujeres gobernantes que deberá aprovechar al máximo a partir de los retos y desafíos universitarios. La gobernadora Libia Dennise Muñoz Ledo ha dado muestras de administrada apertura, es normal, hay relaciones que se construyen, corresponde a la rectora el acercamiento de proyectos de colaboración conjuntos, por ejemplo, el rescate o reubicación de un espacio adecuado para sustituir la preparatoria de León. Algunos otros, el mejoramiento de accesos a los campus del estado, así como convenios efectivos de seguridad considerando los municipios donde se encuentran ubicados. Sobran proyectos, urgen puentes políticos que den contenido a la cordialidad de abrazos de protocolo.
Una primera rectora de la que legítimamente esperamos sea la que con mayor compromiso y empeño fortalezca técnica y presupuestalmente las áreas de atención y erradicación de la violencia contra las mujeres universitarias. Otros rectores hicieron aportaciones a esta ruta, nada extraordinario en relación con los espacios universitarios del país, a dos años de la llegada de la primera una exigencia que se mantiene en la mesa es el fortalecimiento de estos espacios que no pueden seguir funcionando con precariedad, a manera de enlaces o labores voluntarias de poco reconocimiento.
Semanas antes de la toma de protesta de Claudia Susana pude platicar con ella, entonces hablamos de las aportaciones académicas de la Dra Marcela Lagarde y los afanes por la inclusión de las mujeres, la erradicación de la violencia y la urgente toma de posición con firmeza en la agenda universitaria de las mujeres. Aquella mañana distinguí frente de mi a una académica brillante y a una mujer comprometida con hacer transformaciones significativas.
A dos años de su gestión la rectora tiene frente de sí la posibilidad de ser la primera, no solo en un orden de aparición histórica. Hace rato que nombrarse las primeras ha comenzado a desgastarse sino se dan pasos que acrediten que llegaron las mujeres, sí aquellas de quienes esperábamos y esperamos nuevos liderazgos y compromisos con haceres pendientes. Desde esta lectura, la primera rectora aún puede decidir, y ojalá lo haga pronto, si quiere ser la primera, entre las primeras…