City Manager

Fito Pons

Agencias.- Amanece la Ciudad de León, con una nueva iniciativa, una especie de un City Manager híbrido, muy “light”, demasiado débil, rayando en un director de área; en lugar del personaje determinante que representa esa figura. Pero qué conllevaría, un cambio sustancial, en la organización de la administración municipal.

“Para quien no tiene rumbo, cualquier viento le es favorable” así lo dicta la máxima marinera. Y pareciera ser que, desde hace varios años, es la filosofía de trabajo, al gobernar la ciudad.

Hace ya, más de 15 años, se iniciaron las discusiones para instaurar un nuevo rumbo para León ya que la industria emblemática estaba corriendo peligro de extinción. Se pretendió dar respuesta a las preguntas ¿Será León una ciudad con enfoque industrial o de servicios? En lo concerniente a desarrollo urbano, ¿sería eco-sustentable? ¿Las zonas de amortiguamiento y reservas ecológicas estarían previamente marcadas e intocables? Y en lo político se preguntaba ¿Cuán sano será la alternancia de partidos? ¿Cuál sería el periodo ideal de gobierno para cada partido? ¿Cómo debemos organizar la administración municipal para enfrentar con éxito una nueva realidad?

Muchas de éstas preguntas siguen sin respuesta, o sí se conoce, no ha sido puesta en práctica. En consecuencia, la ciudadanía leonesa, carece de un nivel de vida, en general, satisfactorio; carece de oportunidades para un adecuado desarrollo profesional; no cuenta con servicios municipales de calidad, en correspondencia a la importancia de Ciudad en el contexto nacional.

Hoy en día, volvemos a escuchar el término “transversalidad”, para ésta, y muchas otras iniciativas del gobierno municipal, pretendiéndose con ello, verse moderno. Sugiriendo que atenderá con una perspectiva diferente los problemas de la ciudad.

Pero qué es la transversalidad. Seleccionando de las diferentes definiciones de la Real Academia de la Lengua, deberíamos tomar la que dice “Que atañe a distintos ámbitos o disciplinas en lugar de a un problema concreto”, para motivos de políticas de gobierno.
Sin embargo, una cosa es la definición y otra la ejecución, por lo que, llevaría a la pregunta, ¿La transversalidad que alude y tanto pretende presumir Héctor López Santillana, se le puede llamar como tal? La respuesta es simple, no.

Es un término en boga, que representa modernidad en la administración, tanto pública como privada, y que, a su vez, es necesario aplicar; ya que representa una perspectiva distinta para solucionar o atender la problemática social. Generada por políticas públicas que están siendo implementadas con carencias sustanciales por las limitantes o estructuras, en demasía, “sectorializadas”; en las que se basa la actual administración pública municipal.

Vemos con tristeza, que la propuesta de ésta iniciativa para un “supuesto” cambio positivo, en la atención a la prestación de servicios y atención en consecuencia de la problemática social, bajo el concepto de transversalidad, está basado en una aplicación ambigua de la definición gramatical, y con un referente más que extraviado, desde la perspectiva de la concreción del término.

La actual administración municipal, mediatiza su implementación, bajo la premisa de que la acción tomada, estaría sustentada básicamente, en la cooperación, comunicación y coordinación de las direcciones generales o secretarías, en su caso. Hasta aquí quedaría la parte de la definición “atendida”; faltando la parte de la ejecución, que es dónde el municipio, pierden el concepto y, por ende, los resultados.

La transversalidad requiere, para su correcto funcionamiento, que la estructura orgánica municipal se adecúe a ésta forma de trabajo, aunado a una unificación de metas y estrategias, para lograr los objetivos estratégicos de la administración. Sí esto no se logra en su conjunto, todo lo que se diga sobre el uso de la transversalidad en el accionar de gobierno, quedará en el ámbito de la demagogia política.

Como podemos ver, el imponer y trabajar bajo ésta circunstancia, implicará el establecimiento de tareas y objetivos compartidos por la administración de gobierno, en su conjunto; desde una visión integradora, horizontal; sobrepasando las asignaciones verticales, para cada una de las direcciones, secretarías y organismos implicados, en su individualidad.

Por lo que dependerá de la visión y capacidad del líder de la administración municipal, el que éstas adecuaciones en la estructura, se logren y lleguen a buen término.
Salta la pregunta ¿La figura que propone Héctor López, tendría los cambios administrativos estructurales, para garantizar que al menos le “hagan caso”? ¿Qué funciones tendría, este híbrido, comparado con las que debería tener?

El City Manger (Administrador de la ciudad), es una figura inglesa y adoptada por muchos países del mundo. Quienes bajo su responsabilidad, tienen en general, puede haber algunas pequeñas variaciones de un país a otro. Las siguientes funciones: Atender las direcciones del ayuntamiento, Responsable directo de: el área que otorga servicios públicos o Infraestructura Municipal (Alumbrado, Agua, Trasporte, Recolección de Basura, Cuidado ambiental y planeación de infraestructura). El área que atiende Planeación Estratégica de la ciudad, y crecimiento (IMPLAN, Desarrollo institucional, Desarrollo Económico, Polos económicos municipales, Estrategias de crecimiento o inversión, Atención a negocios, etc).

El área de Servicios Comunitarios (Eventos y exposiciones, Protección civil y atención de emergencias públicas, Librerías, Centros de atención comunitaria, Centros de Desarrollo comunitario, Parques públicos, Unidades Deportivas, etc).

El área de Regulación y Quejas (Regulación de Servicios, Construcción, Planeación y Control Medioambiental, etc). El área de Personas y compromisos (Atención a ciudadanos, Apoyos de gobierno, Comunicación, Recursos Humanos, etc) El área de servicios municipales (Tesorería, Catastro, Legal, etc)

Estas son las responsabilidades de un verdadero City Manager. Si comparamos con las que se pretenden dar a la figura propuesta, entendemos el porqué de su debilidad, tanto en lo operativo como en lo jerárquico; condenándolo al ostracismo burocrático.

La Ciudad de León, debe sumirse en una mutación obligada para adaptarnos al nuevo entorno en que se vive la administración pública municipal; a las nuevas condiciones impuestas por las mega-tendencias, que están requiriendo que los gobiernos y las sociedades desarrollen nuevas conductas, asumiendo nuevas actitudes para poder así, entonces, aprovechar las oportunidades que se presentan y tener un desarrollo en conjunto. Una evolución implica mucho más que un “cambio”, en el concepto que tienen de ello.

La evolución implica reingeniería, rediseño, desarrollo de nuevas formas y maneras de adaptación, implementación de nuevos métodos y formas ante un nuevo paradigma.
¿Se está trabajando desde la función de transversalidad en León? ¿Se está adecuando la estructura municipal a la nueva realidad? Las respuestas son contundentes, no.

Al modelo de gobierno, usado en León, lo podemos clasificar más como de estilo Kafkiano, que de Transversalidad; por lo que Héctor López debería leer más a Franz Kafka cuando dice, “El camino verdadero pasa por una cuerda, que no está extendida en alto, sino sobre el suelo. Parece preparada más para hacer tropezar, que para que se siga su rumbo”.

PD. Esta figura, la de un verdadero City Manager, fue la que le propuse al Observatorio Ciudadano y nace como propuesta.