Cerrar o no el paso vehicular en el Centro Histórico; ¿De dicho al hecho?

Martín Diego Rodríguez, columnista Platino
Martín Diego Rodríguez, columnista Platino

Durante el recorrido por la línea 1 del SIT, entre la estación de Manzanares y Hermanos Aldama, de algún vehículo se escapó el sonido pegajoso de bachata con Burbujas de Amor, ese éxito que sonaba en la radio en aquel diciembre de 1990.

Por cierto, 1990 fue el año del lanzamiento de la sonda Ulysses con el fin de estudiar al sol; el año en el cual Juan José Millás obtuvo el premio Nadal de literatura por su gran libro La soledad era esto; 1990 el año de la crisis entre Irán e Irak y la firma del tratado de la soberanía por Mijail Gorbachov.

Ese año los círculos literarios de León celebraban que el mexicano Octavio Paz recibiera el Premio Nobel de literatura. Ese año también gobernaba León el ingeniero Carlos Medina Plascencia.

Ya cruzando bulevar Adolfo López Mateos cruzando el Malecón del Río, recordé otro acontecimiento de 1990. Fue el año que inició la modernización del Eje y que, para el sector comercio, representó la catástrofe al iniciar la muerte de una de las arterias económicas más importantes de la ciudad.

Como si fuera fiesta, el 15 de diciembre de 1990 las autoridades anunciaron el más agresivo plan para modernizar 16 mil metros del Eje. Una inversión jamás vista de 6 mil 31 millones de pesos para crecer 50 centímetros de cada lado la vialidad. Ello consistía en coloca jardineras, arboleda y bahías para ascenso y descenso en el transporte. Ello también significó el cierre de cientos de negocios y la crisis comercial en el primer cuadro de la ciudad.

La razón de ese plan era el modernizar al transporte público y, desde aquella fecha, los comercios del Malecón del Río hasta la calle Gardenia, sufrieron los estragos de la modernidad. Edificios cerrados, comercios con cortinas vandalizadas, vitrales que son más una oda al baño público, están en la arteria principal de la ciudad.

A mi teléfono llegó un mensaje de WhatsApp que me comunicaba una de las ideas que hay en el Gobierno Municipal de León: ronda la propuesta de prohibir el estacionarse en la vía pública.

-¿En todo el centro histórico?, pregunté a mi fuente

-En el primer cuadro de la ciudad. La idea sería que nadie se estacione en la vía pública. No quieren autos afuera porque, además, cada vez hay menos elementos de tránsito en el centro.

Ya había notado la falta de elementos de tránsito en los cruces peatonales, hoy la fuente lo confirmó.

La idea de limpiar el centro de vehículos mal estacionados, sobre las banquetas y que no den paso a los peatones, a botepronto, podría parecer interesante. Sin embargo, basta ver cuántos negocios lograron sobrevivir a la llamada modernización del bulevar Adolfo López Mateos después de aquel 15 de agosto de 1991.

El centro histórico de la ciudad es, por más, la zona comercial más grande de León. Quitar la posibilidad de que los clientes estacionen autos en lugares permitidos en la vía pública, podría dejar un saldo negativo para la vida económica de la ciudad.

Tan de moda que está hoy la democracia participativa, ¿Por qué no lanzar una encuesta y preguntar qué tan conveniente o no sería prohibir estacionarse en la vía pública dentro del primer cuadro de la ciudad?

No es que sea un hecho, pero cuando el río suena, es que agua lleva. Por lo pronto, la idea está ya en forma de planteamiento y, del dicho al hecho, hay poco trecho. ¡Aquí bajo, joven!.