“Hay algunas personas que tienen el Sol dentro de ellos.
Es difícil de explicar. Su presencia simplemente ilumina,
no se trata de sus hermosas sonrisas.
Tienen un ser interno que arroja luz
y se siente como el Sol.
Es una energía tranquila. Paz interior.
Pero lo más importante;
es que no quieren nada a cambio.
Es el sol”. –Serdar Özkan–
“Y he comprendido que uno es de donde llora, pero siempre querrá ira donde ríe”. –Elvira Sastre–
“A nosotros, a los que estamos más solos, a los que la vida deja de lado, ¿quién nos infundirá la esperanza de olvidarnos de morir?”. –Emil Cioran–
“Si sólo se tratara de ser felices no sería difícil: lo malo es que queremos ser más felices que los demás, y eso es dificilísimo, porque siempre les imaginamos mucho más felices de lo que son en realidad”. –Montesquieu–
“Porque se tiene conciencia de la inutilidad de tantas cosas a veces uno se sienta tranquilamente a la sombra de un árbol – en verano- y se calla”. –Ángel González–
Nada como la alegoría del “camino” para intentar describir la vida, sus circunstancia y a dónde nos llevará ese transitar por los caminos de la vida, una buena y gran amiga, en relación al caminar en la vida que tenemos me recordó la estrofa de una canción popular “Los caminos de la vida no son como pensábamos, ni son como creíamos, no son como imaginaba” y en esa tónica, la sabiduría popular aparece con el refrán “Más vale paso que dure que trote que canse”, entre metáfora del camino como manera de recorrer la vida, y de la realidad humana que casi nunca se ajusta nuestros deseos o sueños y la acción concreta que implica: voluntad, paciencia, constancia, tenacidad, y que conlleva el saber “esperar la recompensa”, ya sean los logros, objetivos, metas, propósitos y algunos lugares de llegada, sobre todo con paso firme, sin prisa, sin correr y que a su vez es observar el camino, ver el amanecer, sentir el sol en la piel, el calor de la compañía, recibir la lluvia, a veces la granizada, gozar del horizonte al atardecer y dejarse cubrir por la noche con su luna y sus estrellas, además de también ser arropados por el frio de la soledad y de las ausencias.
Caminar es un compromiso con uno mismo, tal vez por la voz de Antonio Machado resuena en la voz Joan Manuel Serrat y espero que en la consciencia de quienes hemos escuchado el poema hecho canción: “Caminante, son tus huellas el camino nada más; Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. Caminante no hay camino sino estelas en la mar. Todo pasa y todo queda. Pero lo nuestro es pasar. Pasar haciendo caminos, caminos sobre la mar.”
En el camino no hay salvavidas, ni barandales, muchas veces no hay señales, no se tiene marcadas distancias, ni los nombres por los lugares, pueblos, gente, y situaciones por las que hay que pasar. Hay muchas tentaciones sin duda, lugares para quedarse al llegar son sitios por demás hermosos, parajes que invitaran a sentarse, a dormir, a descansar, a no proseguir el camino, se presentaran ilusiones y atajos para llegar más rápido, pero, también habrá obstáculos, vados, peñascos, crecientes de ríos, puentes rotos, parajes donde nadie a pasado antes, se sentirá miedo, temor, desgano, cansancio y muchas veces el olor y el dolor de la desesperanza y aún de la derrota al sentir o creer que no llegaremos a un buen puerto o a unos brazos que nos sostengan amorosamente, a un lugar en donde podremos dejar con libetad nuestros despojos y el alma misma.
Louise Erdrich, escritora estadounidense escribió: “La vida te romperá. Nadie puede protegerte de eso, y estar solo tampoco lo hará, porque la soledad también te romperá con su anhelo. Tienes que amar. Tienes que sentir. Es la razón por la que estás aquí en la tierra. Tienes que arriesgar tu corazón. Estás aquí para ser tragado. Y cuando sucede que estás roto, o traicionado, o dejado, o herido, o demasiado cerca de la muerte, déjate sentar junto a un manzano y escucha las manzanas cayendo a tu alrededor en montones, desperdiciando su dulzura. Dite a ti mismo que probaste tantos como pudiste”.
La analogía del camino, también nos lleva darnos cuenta y a tomar consciencia de que la vida es breve, que el tiempo no vuelve, que desandar el camino no es posible, y que solo nos queda aprender por lo que hemos pasado y comprender que nuestro desarrollo personal es un constante duelo, en el que van dejando atrás muchas cosas, a veces personas que nos interesan, personas que amamos y el poder aceptar que: “Se muere todos los días, en cada instante de cada día. El niño que yo era, está muerto en el adulto que soy, el que era ayer, está muerto hoy, o si en mí sobreviven sólo es en tanto en cuanto yo los sobrevivo; cada uno transporta consigo su cadáver, y los viejos amores nunca volverán… La vida es desgarradora porque muere, porque no cesa de morir, allí, ante nosotros, en nosotros, y el tiempo es ese desgarro, esa muerte en nosotros que avanza, que excava, que espera, que amenaza”, como lo describió André Comte-Sponeville filósofo francés.
Entender que “No hay tiempo para nada más. Así es la vida y nadie escapa vivo de este mundo. Todavía hay tiempo, así que vive por placer, mañana puede que ya no sea. Come lo que quieras, camina bajo el sol, báñate en el mar… Di la verdad cuando sientas. Sé loco, sé tonto. Sé raro. Sé tú mismo, no hay tiempo para nada más.” (Richard Gere) es asumir que la vida esta en nosotros, con los otros que es quienes nos acompañan en tramos del camino, a veces en distancias muy cortas y otras veces en largos senderos en el que camino es común hasta que se bifurcan los destinos y sobre todo los deseos.
Caminar es sentir, es levantar la mirada al horizonte, es pensar a donde nos dirigimos y a la vez es ir mirando el terreno para evitar la más de las veces tropezar, caer, herirnos y hasta fracturarnos, El camino lo hacemos con el alma puesta como sombra y no como carga. La sociedad occidental invento la culpa inculcar que el camino es una larga penitencia, una carga pesada y dolorosa. No hay caminantes perfectos. Quien camina vive y también se distrae, se equivoca, rueda sobre la tierra y muerde el polvo.
- Sierra Villanueva escribe: “Que no te dé miedo abrir el alma, enseñar las heridas y marcas. Que no te asuste mostrarte humano, vulnerable, en pedazos. Al final, lo que cura es ser quien uno es, con sus cuestas y cielos nublados. Al final, hay que aprender a amarse también cuando nada sale bien, y a uno le duelen los días. Los encuentros con gente como tú siempre dejan magia en los labios, vida en las manos y suspiros en el cabello”.
La poesía ayuda a caminar, nos enseña a leer los signos y símbolos que se nos presentan en ese transitar, “Los poemas no perduran como objetos, sino como presencias. Cuando lees algo que merece recordarse, liberas una voz humana: devuelves al mundo un espíritu compañero. Yo leo poemas para escuchar esa voz. Escribo para hablar a aquellos a quienes he escuchado”. Louise Glück. Caminar nos hace humanos, en ello va la ternura que nos debería acompañar en cada paso, en cada zancada, en cada alto que hagamos, esa ternura que es una forma de empatía amorosa, que es el agua y el alimento que se requiere para que el andar sea con paso firme y en donde el sentido de la vida nos encuentre en el andar de la vida.
La ternura no es debilidad
Es la cosa más poderosa
usted puede ofrecer a sí mismo
y a otros
para lanzar tus brazos ferozmente
alrededor de tus lugares rotos perdidos
y asiente con ternura
en todo el que grita quiero
los errores
las vueltas equivocadas
entonces siéntate lado a lado
con gracia como te acuerdas
tú mismo de vuelta encontrándote
Sentimientos inconvenientes
son una invitación
para que conozcas al verdadero tú
el jugoso tu
la desordenada hermosa tú
viviendo en el mundo
de limpia conveniencia
pero muriendo por salir
muriendo por ser real
muriendo por vivir el destello
que viene
de fractura curada
No te acobardes cuando la vida se oscurece
No te escondas en la sombra
y a crecer por pequeño que sea
tu corazón es la luna
levantarse en la oscuridad
y brillar.
Angie Sullins