Caleidoscopio

Doctor Arturo Mora Alva, investigador, escritor, académico y columnista Platino News

“He tenido un instante de inmensa paz. Quizá esto sea la felicidad”. Virginia Woolf

Las palabras son cuchillo, tijera, cúter, a veces machete y hacha, pero también son hilos, son nubes, son dulces y caramelos, pegamento, cinta adhesiva, resina, son bisturí y son aguja e hilo, son bálsamo y tiempo. Palabras que tejen la posibilidad de nombrar lo que se ve, se piensa, se siente, se imagina, se crea, juega con la ilusión y el deseo, como Gustavo Di Pace escribió:

El inconsciente es el mejor escritor, por eso los recuerdos, los sueños, los deseos y la falta son grandes recursos para escribir. En él se esconde quizás ese paraíso perdido del cual provenimos. Se trataría entonces de recuperar un estado de percepción anterior, aquello que nos conecta con el ser. Trabajar la palabra para llegar a lo esencial, concebir el arte como un intento de recuperación. Para nosotros los que escribimos, este hacer, este oficio, es acercarse a un estado de plenitud que, tal vez, se parece a la felicidad.

El caleidoscopio que ahora emprendo con la palabra desde las palabras de otros busca proponer un dialogo, con “eso” que el otro convoca en mi interior.

Huir del dolor

Vivimos en una sociedad de la positividad que trata de librarse de toda forma de negatividad […] incluso la psicología obedece a este cambio de paradigma, al encaminarse hacia una psicología positiva que se ocupa del bienestar, la felicidad y el optimismo”. El dolor es para perdedores, derrotados, que son incapaces de triunfar y de dejarse llevar por el coaching de turno, encaminando la vida al logro del proyecto vital. Byung-Chul Han

Pareciera que el reto es negar el dolor, escapar del sufrimiento. Un mundo entre analgésicos, antidepresivos, ansiolíticos, que conecta con el mundo de los fármacos ilegales y da paso a las adicciones, envueltos en halo de estridentes mensajes de aliento, de frases trilladas como un nuevo recetario para conjurar el dolor, donde ponemos fuera de un “yo” interno, propio, la evasión al dolor y la pena, muestra como el mercado de las emociones se instala como el nuevo mandato social y en donde la superstición, el esoterismo y las llamadas terapias alternativas maquillan con precios de mercado el espejismo de la paz, de la tranquilidad, de la salud mental.

Muertos en vida

“Morir bien es morir a tiempo. No hay peor infierno que el de asistir a las exequias del propio deseo. Al funeral de nuestras pasiones. No hay castigo mayor que el de verse integrando su cortejo fúnebre. La muerte no es, por eso y para mí, lo que sigue a la vida. Sino lo que a diario nos acecha. Lo que nos esteriliza. Lo que encallece la piel. La ausencia de propósito, la apatía, el desapego a los seres cuyo trato nos constituye en personas. La muerte es vida seca, marchita. Ésa es la muerte que mata y no la que viene después. Por eso, imploremos: que la muerte nos sorprenda sedientos todavía, ejerciendo la alegría de crear. Que nos apague cuando aún estamos encendidos”. Santiago Kovadloff

En esto de vivir con la alegría nos pertenece es hacer que la vida tenga su fuerza y su misterio. Cada momento si queremos lo podemos hacer único, memorable. Lo que mata es dejar que la pulsión de muerte te instale como dogma. En esto de vivir se juega la vida todos los días, por eso escatimar el decir lo que se siente y se piensa es dejar pasar la oportunidad de establecer vínculos con el otro, hacer historia y dar sentido a las experiencias en donde lo vivido pasa a ser un aprendizaje, pero también un deseo compartido y en donde las posibilidades de escribir nuestro epitafio sea una contundente despedida escrita con una antorcha que alumbre el camino de quienes queremos y amamos.

Infancia

“Desde pequeños nos preguntan qué demonios queremos ser de mayores. Como si en ese momento no fuésemos nada. Como si la infancia no fuese un capítulo en el que o aprendes a volar, o vives bajo tierra de por vida…” Marguerite Duras

Las infancias necesitan ser cuidadas, pero sobre todo vistas. Una niña, un niño tiene derechos, son personas, necesitan sus tiempos y sus espacios, necesitan divertirse, necesitan ir a la escuela a aprender, a jugar, a socializar. No hay nada tan triste como las infancias canceladas. Los niños y las niñas son sacrificables en una sociedad que permite el maltrato, el trabajo infantil, la explotación sexual. Lo más terrible es que los adultos cancelan el futuro de lo que esas infancias pudieron llega a ser.

Mirar

“Los ojos de los seres vivos poseen la más sorprendente de las virtudes: la mirada. No existe nada tan singular. ¿Cuál es la diferencia entre los ojos que poseen una mirada y los ojos que no la poseen?: La vida. La vida comienza en donde empieza la mirada”. Amélie Nothomb

Somos mamíferos. Los ojos están puestos de frente, nos permiten tener una mirada panorámica. Los otros sentidos se integran a la mirada. El ver, el percibir los colores, el poder modular con la pupila, con los parpados, con el ceño la intensidad de la luz. El poder agudizar la mirada en la noche y distinguir los objetos, que junto con el cerebro recrean en la mente el espacio conocido, pero también el inédito para no tropezar, para no golpearnos, para no caer al vacío es más que una maravilla de la naturaleza humana, su fisiología y sus funciones. ¿Qué pasa cuando no se quiere ver al otro? ¿Qué pasa cuando no queremos ver la realidad y el sufrimiento del otros? ¿Por qué no nos alegramos de la dicha y la felicidad de los otros diferentes a mí? Mirar es reconocer y reconocer es un palíndromo que se lee en ambos sentidos. Mirar es mirarnos. La vida es abrir los ojos para mirar ahí inicia todo, junto con la palabra para nombrar lo que se mira.

Contra la ceguera

En tiempos oscuros, tengamos el talento suficiente para aprender a volar en la noche… como murciélagos…En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente sanos, como para vomitar las mentiras que nos obligan a tragar… cada día… En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente valientes como para tener el coraje de estar solos… y lo suficientemente valientes, como para arriesgarnos a estar juntos…En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente maduros, como para saber que podemos ser compatriotas y contemporáneos, de todos los que tienen una voluntad de belleza y una voluntad de justicia, sin importar, dónde nacieron ni dónde se encuentran… porque no creemos en las fronteras de los mapas del tiempo…En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente tercos, como para seguir creyendo, contra toda evidencia… que la condición humana vale la pena…En tiempos oscuros, seamos lo suficientemente locos, como para ser llamados locos… seamos lo suficientemente inteligentes, como para ser desobedientes, cuando recibimos órdenes contradictorias a nuestra conciencia… o contra el sentido común. Eduardo Galeano

Son tiempos hostiles para todo y para todos. Las falsas dicotomías del paradigma occidental para contrastar todo, como bueno o malo, como sano y enfermo, como cuerpo y espíritu han troquelado la conciencia social. Pensar en el otro como un igual, desde la fraternidad y la sororidad es el desafío moral más urgente en estos tiempos. Empezar a actuar es construir utopías y mundos posibles. El tiempo se agota y la insensibilidad se apodera de la razón, las guerras con la muerte y sufrimiento que conllevan son noticias efímeras que nada dicen a corazones que ya no quieren latir, ni mirar el horror, habrá que empezar a ver con una mirada cargada de compasión, de solidaridad, pero sobre todo de futuro y por tanto de compromiso con los demás.

Poeta, una mujer, un hombre

Ella

“El viento nos hace recordar la anchura del mundo.

Y tiene mucho que ver con la vida.

           La diferencia que existe entre un paisaje y una postal es,

sin lugar a dudas, la presencia del viento.

Pensemos en la fronda de verano, en las polleras livianas

y en las cortinas.

¿Qué sería de estas cosas si no existiera el viento?

Pensemos en el mar y en las banderas.

Y cómo sería el pan, qué sabor tendría si los trigales

maduraran en completa quietud.

Posiblemente sería una argamasa arenosa,

de color gris y sabor agrio.

¿Y las corbatas?

¿No es, acaso, el viento lo único que las hace humanas?”  Liliana Bodoc

Él

“Si sobrevives” 

Si sobrevives, si persistes, canta,

sueña, emborráchate.

Es el tiempo del frío: ama,

apresúrate. El viento de las horas

barre las calles, los caminos.

Los árboles esperan: tú no esperes,

es el tiempo de vivir, el único.”  Jaime Sabines

 

Escribir es invitar a la lectura de un otro, de otra persona que es en sí. Nadie sabe qué sucederá con lo que se lee. El mundo interior es indescifrable para el otro, para los otros y para quienes escriben. La consciencia y el conocimiento son dinámicos, los códigos y los significados y sus significantes son únicos, lo mismo pasa como cuando alguien nos cuenta lo que ha vivido, lo que le pasa, lo que piensa y la forma en que interpreta su realidad, es tiempo de vivir dice Jaime Sabines, es tiempo que el viento nos de en la cara nos invita Liliana Bodoc, y entre leer, sentir, entre escuchar y mirar.

Toca entonces: “No burlarse, no lamentarse, no detestar, sino comprender” como escribió Baruch Spinoza.

Que el caleidoscopio de la vida nos permita girarlo la veces que sea necesario para poder entender que las piezas que se agitan ahí -emociones, ideas, sentimientos, pensamientos- permiten que podamos observar, valorar, pensar e inventar críticamente el mundo que nos tocó vivir.